Puerto Rico: La independencia como necesidad y única posibilidad para nuestra refundación
- Opinión
Luego de más de 100 días desde el paso del Huracán María, según estimados del Colegio de Ingenieros de Puerto Rico sólo el 44.3 por ciento de la población en Puerto Rico tiene acceso a servicios de electricidad. En cuanto este fiasco, el gobierno colonial, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU, la Agencia Federal de Manejo de Emergencia (FEMA) y demás agencias del gobierno yanqui, son responsables de este fracaso monumental. Según fuentes independientes son más de mil los muertos producto, directa o indirectamente, del huracán.
El país profundiza su tendencia a la despoblación con estimados que ascienden a 200,000 los que se han visto forzados a emigrar en el presente año producto de la debacle económica y social que lleva ya una década. De continuar las actuales tendencias demográficas, la población de Puerto Rico podría bajar a 3 millones para el 2025, de los 3.8 millones que había en el 2000. Ya el 60 por ciento de la población nuestra reside en EEUU. Ya hay quienes presagian el fin del puertorriqueño.
Lo que es peor, el Congreso de EEUU no tan sólo se niega a asumir su responsabilidad como principal autoridad administradora de la colonia, según la Constitución de EEUU, sino que ahora le va a imponer un tributo de 12.5 por ciento a toda importación desde la Isla. Se augura la pérdida de miles de empleos, los cuales se sumarían a los miles ya perdidos como consecuencia del colapso económico post-huracán. Con ello se llega al final del llamado “mercado común” que una vez se pregonó como uno de los grandes beneficios de ser “socio asociado en sociedad” con el imperio yanqui.
Es cada vez más patente el desprecio y la desatención de la que Puerto Rico es objeto en las estructuras de poder en Washington. Para salir de su actual deriva, Puerto Rico necesita despertar de su largo letargo colonial, echar a sus pregoneros al basurero de la historia y tomar finalmente las riendas de su presente y futuro. Necesita con urgencia redefinir su relación con EEUU y el resto del mundo, particular con Nuestra América, a partir de la nueva realidad.
La anexión a una metrópoli que nos desprecia y que sólo representaría la culminación más abyecta de la actual relación colonial, tiene que descartarse por ser una falsa opción descolonizadora. Asimismo, tiene que descartarse la asociación, en cualesquiera de sus manifestaciones, con quien no nos ve como iguales y menos aún como nación diferenciada cuyo pueblo posee un derecho inalienable a la autodeterminación y a la afirmación de una libertad no reducible al estreñido horizonte de una ciudadanía estadounidense de segunda clase.
La independencia se impone por necesidad y representa la mejor y tal vez única posibilidad histórica de refundar al país más allá del sistema colonial capitalista que hoy se viene abajo y nos pretende sumir en la más profunda miseria y desigualdad. Sólo nosotros, a partir de nuestras propias fuerzas, intereses comunes y unos fundamentos normativos éticamente edificantes, nos podremos salvar.
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