Después del 14

15/01/2018
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El pacto de corruptos y el pacto de élites para la continuidad de un modelo de dominación y despojo se enfrentan con mayor organización y movilización.

 

La elección de Junta Directiva del Congreso 2018 (13 de enero) fortalece la agenda de la corrupción y la agenda económica empresarial. Acciones para la impunidad de operadores políticos, aprobación de medidas a favor de empresas nacionales y transnacionales, criminalización y represión, emergen como prioridades de los actores tradicionales, y como amenazas para los sectores sociales.

 

La nueva Junta Directiva se promueve tras la (enésima) renovación del pacto de élites entre empresarios, poderes del Estado y actores internacionales (renovación operada de forma simbólica en el cónclave anual empresarial, 12 de octubre de 2017). En esta reunión, importantes sectores del empresariado organizado ofrecieron apoyo al Presidente Morales en el momento más crítico y débil de su gestión. Previamente, el nuevo embajador de Estados Unidos expuso las prioridades de la administración USA para Guatemala durante este periodo: gobernanza, seguridad y prosperidad, a las que se subordina la lucha contra la corrupción. Por ello los mensajes provenientes de la embajada USA en este periodo son calculadamente ambiguos y marcadamente contradictorios: la aceptación “condicionada” de la JD 2018 o el apoyo reiterado del embajador Arreaga a Jimmy Morales y el alcalde Alvaro Arzú son ejemplos  de esto.

 

Un país sin derechos y un Estado para las empresas

 

2018 abre puertas para sectores empresariales, criminales, partidarios, políticos tradicionales, transnacionales, al tiempo que traza líneas rojas para los derechos colectivos y las luchas sociales. Las amenazas directas son, entre otras, estas nueve:

 

Primera amenaza. La aprobación de la ley de reglamentación de consultas, en los términos marcados por la Corte de Constitucionalidad en el caso de la hidroeléctrica Oxec el 26 de mayo pasado (sentencia complementada por la Guía operativa para la implementación del derecho de consulta, presentada por el Ministerio de Trabajo el 18 de julio). Esta ley, considerada de máxima prioridad por los empresarios, elimina el carácter vinculante de las consultas y la posibilidad de realizarlas según procedimientos propios de las comunidades, además de permitir la continuación de proyectos que están operando sin consentimiento comunitario (más de 80 en el caso de la minería, según una denuncia reciente interpuesta por el Movimiento Indígena, Campesino y Sindical y el diputado Leocadio Juracán).

 

De forma complementaria, los empresarios presionan por sentencias de la CC favorables a las empresas que ya están funcionando: después de Oxec aguarda, en la antesala de la impunidad empresarial y la cooptación del Estado, Minera San Rafael, cuyo proyecto está detenido parcialmente desde septiembre.

 

Acciones de amparo para dejar sin vigencia 86 licencias mineras

 

Reglamentar las consultas, para anular derechos

 

Segunda amenaza. Políticas y leyes para la persecución y criminalización, en la línea propuesta por el CACIF en septiembre. En esta fecha, el CACIF solicita al Ministerio Público la investigación de aquellas “estructuras de crimen organizado” dedicadas al “hurto de energía, la invasión de propiedad privada, el bloqueo de vías de comunicación y la paralización de actividades de empresas”). Esta propuesta es retomada parcialmente por el Congreso con la Iniciativa 5239, Ley contra actos terroristas, que tipifica como terrorismo las movilizaciones sociales.

 

Tercera amenaza. La Ley de infraestructura, orientada sobre todo a la construcción estatal-privada y gestión privada de carreteras (cobro de peaje) para lo cual los empresarios proponen adoptar el modelo de la Ley general de electricidad, aprobada durante el gobierno del padre del nuevo Presidente del Congreso. La aprobación de esta ley implicaría una nueva vuelta de tuerca al modelo neoliberal.

 

Cuarta amenaza. La conversión de la Agenda Nacional de Competitividad propuesta por los empresarios (y su modelo de desarrollo invasivo, extractivo-destructivo y excluyente) en política de Estado. La aprobación de esta política implica la destrucción de un Estado social y la hegemonía de un Estado construido para proteger inversiones empresariales y transnacionales.

 

Quinta amenaza. La garantía de no persecución fiscal-tributaria y de mantenimiento de la actual cultura tributaria de exenciones y no pago, que imposibilita la inversión y acción públicas.

 

 

Sexta amenaza. Ley de competencia, ley de aguas que permita la utilización empresarial e impida la persecución por  desvío de ríos y usurpación de aguas, reactivación de la propuesta de ciudades modelo o zonas de desarrollo especial, reformas al servicio civil y ley de contrataciones, reformas a la ley electoral y de partidos políticos que no toman en cuenta las peticiones sociales de 2015, reformas al sector justicia que excluyen el pluralismo jurídico: un conjunto de cambios legales concebidos para eliminar competencia, o para provocar cambios en la superficie que mantienen intactas las estructuras.

 

Séptima amenaza. El impulso de la política de desalojos de comunidades de sus territorios: más de 40 previstos en el Polochic, más de 100 en todo el país. La nueva oleada de desalojos arrancó con los tres consecutivos realizados en Ch´ab´il Ch´och, Livingston (28 de octubre), La Cumbre, Tactic (1 de noviembre) y Semuy, Senahú (3 de noviembre), con violencia extrema contra las comunidades y pasividad de instituciones estatales de protección de derechos humanos (Procuraduría de los Derechos Humanos, Comisión Presidencial de los Derechos Humanos).

 

Octava amenaza. El desvío de ríos y la apropiación del agua de empresas y fincas de monocultivo, sobre todo en bocacosta y Costa Sur, que destruyen la naturaleza e interrumpen los ciclos de vida de las comunidades. La complicidad del Estado y la inacción del Ministerio Público (ninguna denuncia ha prosperado) incrementan la conflictividad y tensiones en los territorios.

 

Novena amenaza (regional). El modelo hondureño (militarización de la seguridad, ciudades modelo o zonas de desarrollo, desaparición de la institucionalidad democrática) es un modelo a aplicar con variantes en Guatemala. El contexto guatemalteco no puede leerse sin tener en cuenta la situación en Honduras, donde se fortalece un gobierno y un sistema político de derechos restringidos: democracia autoritaria, dictadura civil-electoral, un proyecto autoritario-fundamentalista en auge desde 2009 (golpe de Estado en Honduras e intento de golpe en Guatemala.

 

Pacto de élites, pacto de los pueblos

 

Este pacto de élites (que incluye el pacto de corruptos pero es más amplio y estructural) se enfrenta con mayor organización y articulación (nuestra dispersión es su fortaleza y da alas a la impunidad). Dos grandes retos se plantean en lo inmediato:

 

Primer reto. El fortalecimiento de alianzas y articulaciones amplias, construidas con la participación protagónica de pueblos indígenas y comunidades, a partir de sus demandas y agendas. Estas alianzas deben renovar el repertorio de acciones, toda vez que las acciones impulsadas y las formas organizativas existentes no logran revertir el modelo económico de despojo y su superestructura política.

 

En particular, este contexto revela el agotamiento de un modelo de cambios basado en la acción judicial (depuración y reformas promovidas desde el Ministerio Público, Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala y, en menor medida, Embajada de Estados Unidos) y en una agenda de reformas mínimas, que no enfrenta la complejidad de intereses y actores de dominación. Comparto el análisis de Marco Fonseca:

 

La forma cómo los poderes dominantes y sus camarillas de poder y de cartón entienden la restauración sin depuración sigue siendo el modelo que rige la política dentro del Estado neoliberal en Guatemala, sin importar lo que diga la embajada gringa, la Cicig, la fracción dominante que también quiere restauración pero con alguna depuración (en parte, para atraer más inversiones directas de las transnacionales y así ampliar el modelo extractivista de acumulación) o, de hecho, la ciudadanía «indignada». La indignación misma, de hecho, ha sido aplastada y se ha revelado, fehacientemente, como un significante político deficitario y corto. Marco Fonseca, Silencio político o división hegemónica

 

Segundo reto. La  discusión e impulso de una agenda integral, que tenga en cuenta no solamente las reformas políticas y del Estado, sino reformas estructurales del sistema económico y social (del sentido de vida y nuestro sentido de país) y que recoja las aspiraciones de las mayorías (más allá de una agenda de cambios promovida desde sectores urbanos y clases medias minoritarias).

 

2018, el año de…

 

La defensa del derecho de consulta en Cahabón y San Rafael Las Flores, la impugnación de un modelo de desarrollo que empobrece, la solidaridad con el pueblo hondureño que defiende soberanía y derechos amenazados, la alerta ante nuevos desalojos de población de sus territorios ancestrales, el rechazo de la criminalización y leyes que persiguen a luchadores sociales (reforma del código penal), el repudio a una nueva ola privatizadora (carreteras), la defensa del agua y los ríos, la liberación de los presos políticos, la construcción de alianzas y la profundización de movilizaciones populares, son -entonces- desafíos fundamentales para los movimientos sociales en 2018.

 

 

 

14 de enero de 2018

 

https://pensamientosguatemala.org/author/pensamientosgua/

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190343?language=en
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