El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017
- Opinión
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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición (2016-2025) instan a todos los países y partes interesadas a trabajar conjuntamente para erradicar el hambre y prevenir cualquier forma de malnutrición en 2030.
La edición de este año de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo marca el inicio de un nuevo seguimiento periódico de los progresos para lograr las metas relativas a la seguridad alimentaria y la nutrición establecidas en la Agenda 2030.
Se estima que en 2016 el número de personas aquejadas de subalimentación crónica en el mundo aumentó hasta los 815 millones (en comparación con los 777 millones de 2015), aunque esta cifra todavía sigue siendo inferior a los cerca de 900 millones registrados en 2000.
Después de un descenso prolongado, este reciente incremento podría marcar una inversión de las tendencias. La situación de la seguridad alimentaria ha empeorado en determinadas zonas del África subsahariana, Asia sudoriental y Asia occidental, y se ha observado un deterioro sobre todo en situaciones de conflicto, a veces acompañadas de sequías o inundaciones.
Este aparente freno en la reducción de las cifras mundiales del hambre no se refleja todavía en la prevalencia de desnutrición infantil crónica, que sigue disminuyendo, aunque el ritmo de la mejora se ha ralentizado en diversas regiones.
A nivel mundial, la prevalencia de desnutrición infantil crónica bajó del 29,5% al 22,9% entre 2005 y 2016, aunque todavía hay 155 millones de niños menores de cinco años afectados por este trastorno.
La desnutrición infantil aguda afectó a uno de cada 12 niños menores de cinco años (es decir, 52 millones) en 2016, más de la mitad de los cuales (27,6 millones) viven en Asia meridional.
En el mundo concurren múltiples formas de malnutrición, y hay países que registran de forma simultánea elevadas tasas de desnutrición infantil, anemia entre las mujeres, y obesidad adulta.
Estos problemas se ven agravados por el aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad.
El exceso de peso y la obesidad aumentan en la mayoría de las regiones, en el caso de los niños, y en todo el mundo en el caso de los adultos. En 2016, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso.
El número de conflictos también está aumentando. Los conflictos, agravados por perturbaciones relacionadas con el clima, afectan considerablemente a la seguridad alimentaria y son, en gran parte, los causantes del reciente aumento de la inseguridad alimentaria.
Los conflictos son un factor clave de las situaciones de crisis alimentaria grave y las hambrunas que recientemente han vuelto a aparecer, si bien los efectos del hambre y la desnutrición son mucho peores en lugares en donde los conflictos son prolongados y las capacidades institucionales insuficientes.
La inseguridad alimentaria y la malnutrición en situaciones de conflicto no se pueden abordar de la misma forma con que se han tratado hasta ahora. Es necesario emplear un enfoque que tenga en cuenta los conflictos y armonice las medidas de asistencia humanitaria inmediata con las destinadas al desarrollo a largo plazo y al mantenimiento de la paz.
En el presente informe se transmite la advertencia clara de que será difícil lograr el objetivo de un mundo sin hambre ni malnutrición para 2030: conseguirlo exigirá renovar los esfuerzos mediante nuevos métodos de trabajo.