Partido Demócrata: otra oportunidad perdida
- Opinión
El sábado 25 de febrero el Partido Demócrata desechó la posibilidad de una renovación que le permitiera sacudirse la burocracia que lo ha reducido a ser un aliado de Wall Street y las grandes corporaciones, alejándose aún más de la clase trabajadora. Tom Perez, exministro de Trabajo de Obama, derrotó al congresista Keith Ellison por 237 votos contra 200 como director del Comité Nacional del Partido Demócrata (DNC, según sus siglas en inglés).
Keith Ellison era el candidato de la izquierda del partido. El congresista de Minnesota tiene 53 años y fue el primer musulmán en ser electo para el Congreso de EEUU. Cuenta con una larga trayectoria de militancia por los derechos civiles desde su época de estudiante.
Como señala el periodista Glenn Greenwald[1], la cronología de los eventos es esencial para entender el proceso. En noviembre de 2016 Ellison anunció su candidatura al DNC, con el respaldo de un amplio rango de personalidades del partido: Sanders, Elizabeth Warren, Raúl Grijalva y varios sindicatos de izquierda al igual que de demócratas del establishment, como Harry Reid. Pero a medida que la candidatura de Ellison tomaba fuerza, el entonces presidente Obama y sectores del clintonismo propulsaron la candidatura de Tom Perez, quien en diciembre, un mes después, anunciaba sus intenciones de postularse como director del DNC.
Sesgo antimusulmán en la campaña contra Ellison
Dos semanas después de que Ellison anunciara su candidatura, el principal donante del Partido Demócrata y de la campaña de Hillary Clinton, el multimillonario israelí-estadounidense Haim Saban lanzó una campaña en contra del congresista afroamericano y musulmán criticándolo por su solidaridad con Palestina. Dijo: “Es un individuo antisemita y anti-Israel. Keith Ellison sería un desastre para las relaciones entre la comunidad judía y el Partido Demócrata”.
Greenwald sostiene que la oposición de Saban fue fundamental para que el establishment del Partido Demócrata propusiera a su propio candidato, Tom Perez, en contra de Ellison. Estos son algunos de los datos sobre el poder económico y político que ejerce Saban sobre la dirigencia demócrata: 1) la sede del DNC fue construida con 7 millones donados por Saban; 2) En los últimos 20 años, Saban ha sido el principal donante de los Clinton. La familia Saban donó $2,4 millones de dólares a las diversas campañas electorales del matrimonio Clinton y $15 millones a la Clinton Foundation; 3) La influencia política de Saban en la campaña de Clinton quedó demostrada en los e-mails publicados por WikiLeaks en octubre; en ellos aconseja que Clinton “denuncie con firmeza el antisemitismo y el boicot contra Israel; reafirme el compromiso de EE.UU. con la seguridad de Israel”; y otras recomendaciones similares[2].
Menos de dos semanas después de que Saban expresara su total oposición a la candidatura de Ellison, Tom Perez anunció su candidatura. Con ello quedó establecida una batalla de sustitutos: Ellison representando a Sanders y el ala de izquierda, y “Perez como avatar del tecnócrata Obama”, como señala Vinson Cunningham del New Yorker.[3]
Los medios de prensa, tanto conservadores como liberales --Fox, The New York Times, Washington Post, CNN-- se sumaron a la campaña contra Ellison retratándolo como un “congresista de izquierda vinculado a la Nación del Islam”[4]. La propaganda usada contra Ellison, fue muy similar a la empleada contra Sanders (recordemos que el DNC conspiró para resaltar el “ateísmo de Sanders”).
¿Por qué prosperó la candidatura de Ellison?
Que la candidatura de Ellison, un activista propuesto por los sectores progresistas a un cargo destinado a burócratas con fuertes nexos con los simpatizantes adinerados, haya logrado tanta fuerza solo se explica por la devastadora derrota electoral sufrida en noviembre pasado por el Partido Demócrata, que no solo perdió la presidencia sino también el Congreso y el Senado, al igual que gobernaciones y alcaldías en todo el país.
Otro factor que explica su candidatura es el desprestigio del DNC. A partir de diciembre de 2015, durante las primarias demócratas, la directora del DNC, Debbie Wasserman-Schultz, conspiró con la campaña de Hillary Clinton para favorecerla a esta en perjuicio de Bernie Sanders. La situación alcanzó un punto álgido cuando WikiLeaks reveló los e-mails intercambiados entre el equipo de campaña de Hillary Clinton y la directora del DNC, Debbie Wasserman-Shultz, que revelaron una conspiración para erosionar la figura de Bernie Sanders, el candidato de los sectores progresistas del partido. Debbie Wasserman-Shultz tuvo que renunciar. Sin embargo, esta sanción fue rápidamente corregida cuando Wasserman-Shultz fue "rescatada" por Hillary Clinton, quien la nombró pocos días después directora honoraria del programa 50 estados de su campaña[5].
La derrota de Ellison ha dejado en claro lo que Clio Chang[6] y otros analistas se preguntaban antes del sábado. ¿A pesar de la larga cadena de derrotas sufridas desde 2009 —la pérdida de 1000 puestos en las legislaturas estatales entre otras— estarán los demócratas dispuestos a sacrificar la necesidad de abarcar a las bases trabajadoras del partido en pos de reforzar el control del DNC poniéndolo en manos de un tecnócrata leal como Perez? La respuesta ha sido clara: La prioridad de los demócratas es negarle un incremento de poder a la izquierda del partido, el sector con mayor capacidad de movilización contra las políticas antipopulares de Trump.
Reacciones ante la derrota de Ellison y de la propuesta de prohibir las donaciones provenientes de corporaciones
Los demócratas también votaron en contra de una propuesta para prohibir las donaciones de corporaciones al partido. Los que estaban a favor dijeron que el partido necesitaba enviar un mensaje contundente a las bases y sentar una postura sobre “valores” diferentes a los de las corporaciones.
Dan Cantor, director nacional del Partido de las Familias Trabajadoras, dijo: "Los líderes del Partido Demócrata han perdido una oportunidad hoy día. Este voto es un aguijón contra los progresistas, especialmente la gente joven".
En la misma línea de pensamiento, Jim Dean, director del sector Democracia para Estados Unidos declaró: "Este resultado increíblemente negativo representa otra oportunidad perdida para el Partido Demócrata, que desesperadamente necesita recuperar relevancia. Demuestra una vez más la falta de contacto entre los dirigentes y las bases, que hoy están movilizadas en las calles y en todo el país... la resistencia contra Trump continuará marcándole el camino a los líderes progresistas, con o sin el liderazgo del Comité Nacional del Partido Demócrata".
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