El caso de México

Nuevos avatares para Latinoamérica y el Caribe (II)

28/11/2016
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2ª parte y última  

 

 

A Fidel Castro Ruz

 impulsor y actor

 en la liberación de los pueblos

IN MEMORIAN.

 

Conforme avanza el tiempo y se van precisando actitudes del que será nuevo inquilino de la Casa Blanca de Washington, más se afirma la urgencia de revisar y rehacer la política exterior mexicana, para que, sin salirse de los cánones constitucionales, que le llevan a la defensa de la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de las controversias, en busca de la paz universal, defina estrategias que recuperen el mercado interno, en base a producciones nacionales e intensifique la vinculación con países de la Región a que pertenecemos.

 

La defensa sostenida y ya avanzada de los connacionales que sirven al confort de los habitantes del imperio al norte, realizada por el servicio exterior mexicano, solo podrá fortalecerse si el país y todas las naciones involucradas en la migración incontrolada a EEUU, unen sus fuerzas para constituir, de una vez por todas, un mercado regional –del que ya se han hecho diversos intentos- que no responda a intereses transnacionales, sino sea base del crecimiento sustentable de nuestros países.   

 

Dice Emir Sader que “México es, desde luego, una víctima privilegiada de Trump, porque el tema de los inmigrantes sirvió de chivo expiatorio para los problemas del empleo en EEUU, así como el Tratado de Libre Comercio con América del Norte, que el nuevo presidente norteamericano pretende revisar. Con un comercio exterior totalmente dependiente de EEUU – con el 80% de sus exportaciones hacia el vecino del norte – y dependiendo también de las remesas que los mexicanos en EEUU envían a sus familias en México, -anoto que es el 3er factor de incorporación de divisas- que serían obstaculizadas o por las cuales se cobrarían impuestos para construir el malhadado muro en la frontera, México entró en pánico con la elección de Trump y sus amenazas”. Ver: http://www.alainet.org/es/articulo/181867

 

Ante esa visión de México, de un analista serio y respetado, es conveniente que la revisión propuesta a nuestra política exterior sea serena y profunda. No asusta el pragmatismo que se anuncia en Presidencia, si este sirve para buscar rutas de beneficio a los connacionales, aún en los terrenos controlados por los imperios, en tanto no represente la entrega de la conciencia, convertida en apoyos a posturas contrarias a otros países.

 

El impulso al crecimiento del mercado interno no podrá hacerse sin recursos financieros amplios, que solo pueden provenir de fuentes externas, después de encauzar los propios a tales fines. Existen múltiples pequeñas, medianas y grandes empresas, de capital gubernamental, privado y social, que pueden ser –bien manejadas y apoyadas- nichos de arranque al crecimiento sano de localidades chicas, poblados importantes, regiones con vocación específica, ello resultado de programas a corto, medio y largo plazos que surjan de un Plan de Desarrollo Nacional, ajustado a los requerimientos que la coyuntura y las perspectivas futuras indican. El Banco de Desarrollo de los BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica), ante el freno dado para conformar el Banco de Desarrollo Regional, por los gobiernos progresistas de Argentina y Brasil –afectados por el Golpe Blando- debiera contar como factor financiero, ante los crecientes problemas de la economía que impulsan el Banco Mundial y el FMI.

 

Desde que se iniciaron los estudios de la economía política se precisó que la riqueza más valiosa de todo país, sociedad y comunidad es el trabajo. Conforme se ingresó al mercantilismo y después al capitalismo en todas sus formas –sobre todo en las más perversas- se buscó olvidar que el trabajo útil, que construye y las actividades productivas junto a las creativas, son  quienes mantienen en acción el avance de la humanidad.

 

La economía internacional, nacional, regional y local puede conseguir prosperidad y grandeza para la humanidad, si reconoce al trabajo como el factor esencial de toda actividad económica y no esconde en la productividad de máquinas y equipos, el elemento sustancial para que ellas existan, que es el trabajo humano en todas sus formas. La ambición por la acumulación –característica intrínseca del neoliberalismo- es una aberrante situación. Por ello es imprescindible construir políticas económicas –para las que hay mucho avanzado- que utilicen recursos de cada nación o región, para dar medios de empleo remunerado, suficiente, al trabajador, sea manual o intelectual –desde albañil, mecánico, profesor, técnico especializado o experto certificado- que integran el patrimonio fundamental de un pueblo, acabando con usura, corrupción tan desarrollada y e  ineficacia que caracterizan al mercado, volviendo a la participación gubernamental.

 

Los organismos multilaterales de financiamiento (FMI y Banco Mundial) y su correspondiente para la Región (BID) debieran recibir el impacto de las opiniones regionales para dar el salto al manejo de sus finanzas, acorde con las necesidades reales de cada nación que le integran. Para ello será necesario, que sin pensar en posiciones ideológicas o compromisos con el imperio –salvo que los gobiernos se mantengan en el entreguismo- se lleven a cabo acuerdos en organismos regionales, empezando por la CEPAL, la única que puede escapar del control imperial.

 

Hoy la dirige una mexicana –Alicia Bárcena- colega y amiga, que sabría responder a peticiones claras, acordadas por consenso en los organismos de última creación para Latinoamérica y el Caribe. En tiempos idos, bajo la batuta de Raúl Prebisch nos tocó convivir con una CEPAL de sólida posición como referente en la región y fuera de ella. Sus ideas tuvieron notable incidencia en políticas aplicadas en varios países latinoamericanos, siempre de manera distinta y precisada por las particulares condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de cada país. También fue considerable el efecto que ejerció CEPAL sobre la formación de recursos humanos para la gestión pública y para la ejecución de los sistemas estadísticos y de planificación nacionales. Ver: http://prebisch.cepal.org/raul-prebisch-y-la-cepal    

 

Para ello, cada nación precisaría –quienes aún no lo han hecho- su visión y misión de futuro para servir a sus connacionales. Esos criterios se verían con profundidad y respeto en los órganos correspondientes: Mercosur, Unasur y Celac, a fin de llevar a CEPAL líneas de acción concreta.

  

Nuestros países requieren analizar profundamente, en cuanto a sus políticas económicas con el exterior: Cómo ir adelante con el Tratado de Libre Comercio del Mercosur con Europa, a contrapelo de las decisiones estadounidenses; definir las formas en que individualmente China y Rusia, pueden cooperar al crecimiento sostenible de nuestras economías; y de qué manera tratar con el proteccionismo estadounidense, que requiere sin duda más comercio con la Región y ésta no puede aún prescindir de tal relación.

 

En el último caso: ¿Sería una política de reacción? Si EEUU prohíbe o limita sus importaciones de la Región, ésta haría lo mismo con las compras realizadas en el imperio, considerando los intereses en cada nación. Los organismos multilaterales de negociación (OMC y otros) serían el lugar idóneo para presentar posiciones colectivas, no porque nunca se haya hecho, esta es una práctica cotidiana, pero sin las abstenciones y trabajo subrepticio en contra, de gobiernos que sirven a los imperios, sin importar el impacto que eso representa a la mayoría de sus connacionales. 

 

Se repite que la economía planetaria está monetizada. Los países llamados periféricos o dependientes, por vasallaje, lucro de unos cuantos de sus empresarios y zozobra cambiaria, acatan las decisiones de la banca global. Hoy, prevalecen sordidez, desolación, conflictos, violencia, destrucción y muerte por poseer dinero. El ser humano vive dominado por el afán de acumulación monetaria. En su busca realiza acciones que van desde el robo a sus empleados, mediante mecanismos que “escamotean” obligaciones patronales, hasta el despido sin justificación ni pagos de indemnización, persecución, cárcel y otros.

    

De todo lo anterior podemos considerar que la situación que viven actualmente Latinoamérica y el Caribe, tiene que ver con una crisis de oportunidades. Oportunidad para superar las recurrentes e interminables crisis y desequilibrios económicos, mediante el apuntalamiento regulado y preciso del mercado interno; oportunidad para definir líneas de acción conjunta que den viabilidad de crecimiento sostenible a cada país y región del subcontinente, apoyadas en el trabajo de su gente.

 

Oportunidad para que los países que han sido soporte y guía, en la búsqueda de mejores condiciones para el crecimiento, se organicen y jalen al resto para construir y presentar posiciones sanas y posibles para reorientar a los organismos económicos y financieros de la Región, hacia el desarrollo sostenible del Continente, en que se realicen obras de infraestructura básica, que proyecten un nuevo orden internacional, basado en el respeto a la autodeterminación de todas las naciones, a una cooperación internacional sin condiciones y al impulso colectivo para la consecución de una paz verdadera y sostenible.

 

Puebla, Pue. 27-Nov.-2016.

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/182029?language=en
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