La “excepción” López

17/06/2016
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La corrupción es un fenómeno mundial.  Es un delito que requiere dos autores: el que corrompe (corrupción activa) y el que se deja corromper (corrupción pasiva).Tiene graves consecuencias económicas y sociales y es un justo motivo de preocupación para quienes se interesan por una gestión honesta de la administración de los Estados y por que haya un  control democrático de dicha gestión.

 

Hay formas de corrupción que no se contemplan en las definiciones habituales ni se tratan en las conferencias internacionales, que también distorsionan gravemente el funcionamiento de las instituciones democráticas en la adopción de decisiones de política económica y social, como son (tanto en los países pobres como en los países ricos) el financiamiento abierto o encubierto de los partidos políticos, de ONGs, de medios de comunicación de masas, etc.

 

Pero en cada país la corrupción a nivel estatal tiene sus rasgos específicos. O sus grados. En algunos países es una consecuencia derivada inherente a la gestión pública pero no determinante de esta última y se mantiene en niveles “razonables” a fin de que no obstaculice una gestión más o menos eficiente del sistema capitalista.

 

Pero hay países donde la corrupción se convierte en un factor determinante de la gestión gubernamental. Es el caso de Argentina en los doce años de gobierno kirchnerista.

 

Dicho de otra manera: prácticamente todo lo que se hizo o se dejó de hacer fue en función de si había o no una gruesa tajada para la mafia gobernante y sus acólitos. Es decir que la corrupción se convirtió en el sistema gobernante. Fue un Gobierno “buitre”.

 

Entre lo que se dejó de hacer se destaca el estado deplorable de las infraestructuras y servicios públicos y entre lo que se hizo –corrupción mediante- fue entregar los recursos naturales a grandes sociedades transnacionales: concesión de Cerro Dragón, contrato con Chevron, las explotaciones mineras de Barrick Gold, la soja transgénica monopolizada por Monsanto, enormes cantidades de tierras agrícolas en manos de capitales extranjeros, etc.  Todo ello sin beneficio alguno para el país y con consecuencias nefastas en materia ambiental, incluido el desequilibrio agrícola a favor de la soja transgénica.

 

El grotesco episodio de López (los 9 millones de dólares son sólo una pequeña muestra de los montos siderales que pasaron a manos privadas) ha dado lugar a diferentes reacciones.

 

Los kirchneristas han “repudiado” a López como si este no hubiera sido parte durante muchos años (con De Vido,   el “cajero” de los K) de un aspecto clave del sistema de corrupción: la obra pública.  Es decir como si fuera un rayo en el cielo sereno del modelo “nacional y popular”. Siguen, pues, negando la corrupción generalizada que caracterizó su gestión.

 

Corrupción que alcanzó a todos los poderes, incluso el judicial y que persiste aún, como lo prueba  la exasperante lentitud de algunos jueces para tomar medidas eficaces para acumular pruebas, localizar todos  los bienes mal habidos y disponer su embargo.

 

Es deplorable el estridente silencio de alguna izquierda (sindical y política) que dice defender los derechos de los trabajadores, principales víctimas de la corrupción, o que formulan explicaciones del tipo que la corrupción es inherente al sistema capitalista (¡vaya novedad!) y escriben:

 

« Bahamas o General Rodríguez. Un convento o un paraíso fiscal. Lo esencial no es el lugar ni él quien, sino el carácter estructural de la corrupción en el capitalismo...

 

 … « Las imágenes de José López hablando con la expresidenta Cristina Fernández o flanqueando al exministro de Planificación Julio de Vido no cesan de circular. Será así por varios días o semanas. Es la maquinaria de la “batalla cultural” macrista en acción. La “corpo” mediática busca imponer el sentido común de imbricar, como sea posible, a CFK como parte del entramado de corrupción que los Báez o López ponen de manifiesto a cada momento ». (Eduardo Castilla (PTS), Las puertitas del señor José López).

 

Con un total oportunismo, no comprenden o simulan no comprender que la corrupción con el anterior Gobierno fue un sistema global que devastó al país y que rescatar los bienes mal habidos constituye una de las prioridades de las luchas de los trabajadores y del pueblo en general, al mismo tiempo que las luchas por recuperar el patrimonio nacional actualmente en manos del gran capital extranjero y tratar de preservar lo que resta del mismo.

 

Como hay un continuismo de fondo entre las políticas del anterior Gobierno y del actual, las luchas populares  contra este último no implica eximir de que rindan cuentas  quienes gobernaron antes y devuelvan los bienes mal habidos  a fin de que sean  utilizados en beneficio del pueblo.

https://www.alainet.org/es/articulo/178209

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