Crónicas del terremoto

Una mano de plátano

09/05/2016
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Foto: ALAI cargando un costal mobile
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Ella está todavía aturdida por el ruido que provocó el derrumbe de diez, de cientos de casas caídas anoche. Si bien la suya no cayó, tuvo algunos daños. Dice a su hijo que no se separe y repite muchas veces: ¿qué vamos a hacer? ¿A dónde vamos a ir? Luego observa el mar, que hoy también aturde, y vuelve a mirar su casa.

 

De repente llegan extraños en camiones. Reúnen a los vecinos y dicen que los llevarán a un albergue. Ella, y los de al lado de su casa y la vecina de la tienda, y todos, construyeron ese pequeño barrio de Pedernales a fuerza de trabajo diario. Dejarlo todo, aunque sea por pocos días, es una aventura como quedarse. Entonces dudan, pero sienten que los extraños buscan ayudar. Ella y los vecinos no quieren dejar sus casas, pero tienen terror de que la tierra vuelva a moverse.

 

Entre lágrimas aceptan el viaje. Los extraños esperan preocupados. Los camiones están ahí. De a poco, todos empiezan a subir. Unos llevan colchones que pudieron rescatar, otros llevan la ropa que pueden. Ella coge una paila y dice a su hijo que cargue una mano de plátano… Está segura que su voluntad para vencer la pobreza y la mano de plátano, pueden sacarlos del hambre en cualquier lugar.

 

En el albergue, la nueva vida se inicia en medio de incertidumbres, pero las empanadas de verde y los bolones son la certeza de cada día. Ella hace los bolones y las empanadas que su hijo sale a vender cada mañana. Los dos han sabido enfrentar la pobreza sin ayudas, y con ese empeño asumen esta nueva encrucijada en la que les coloca la vida. Una mano de plátano verde puede ser la base para empezar a construir el futuro. Ella y su hijo lo saben, no esperan nada de nadie… Mañana volverán a casa…

https://www.alainet.org/es/articulo/177301?language=en
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