Participación social y terminación del conflicto armado
- Opinión
El ELN ha sido particularmente insistente en reivindicar la participación de la sociedad en los procesos de terminación del conflicto armado, sin embargo, es necesario decir que lo primero que se debe construir es un ambiente en la sociedad favorable al mismo –no es ningún descubrimiento decir que importantes sectores miran con indiferencia, recelo y aún con actitudes contrarias estos esfuerzos hechos por diversos gobiernos-, por ello, si no es viable negociar con cese de hostilidades, por lo menos se debe construir lo que podríamos denominar un ambiente humanitario favorable que elimine del día a día, hechos de violencia como los secuestros, las desapariciones, los atentados contra la infraestructura, es decir entrar rápidamente en una lógica de desescalamiento de la confrontación, porque solo en un ambiente de esa naturaleza es posible que la gente en los territorios participe en las convocatorias; en medio de la confrontación es muy difícil.
Normalmente convocar a la sociedad a participar se considera ‘políticamente correcto’ y genera una opinión favorable, pero resolver algunos interrogantes al respecto de la participación de la sociedad en los esfuerzos de terminación del conflicto armado es necesario, para pasar de lo genérico a la viabilización de la misma:
¿Cuál es la relación de la participación social con una mesa de diálogo en la que estén el Gobierno y el ELN? ¿En qué medida las propuestas derivadas de la participación social comprometen al ELN, al Gobierno y a una mesa de diálogo?
¿Es claro para el ELN, que la sociedad no son solamente los sectores que miran con simpatías sus tesis o los denominados sectores populares, sino que incluye la diversidad social, incluidos los sectores sociales de clases medias y empresariales?
¿Cómo sería la articulación de la participación social con el diseño de una mesa de diálogo en la cual el Gobierno y el ELN tienen la pretensión última de terminar la guerra? ¿Cómo participaría la sociedad en ella, si ya han definido que se trata de una mesa bilateral? ¿A través de qué mecanismos o procedimientos? o ¿sería a través de unas ‘personalidades’ o ‘liderazgos’ como voceros o testigos, como ha sido tradicional, o con otro tipo de diseño?
¿Se pueden pensar en esquemas de concertación multilaterales viables, donde se pudiera llegar a acuerdos dentro de la diversidad social, una especie de nuevas modalidades de ‘pacto social’, o esto son simplemente fantasías que reflejan ‘buenas intenciones’?
¿No sería conveniente y deseable que a la sociedad se le diga claramente cuáles son los alcances de su participación en el proceso de superación concertada de la confrontación armada? ¿Más propositiva y deliberatoria que decisoria?
La claridad alrededor de los anteriores interrogantes podría contribuir a precisar este papel eventual a jugar por parte de la sociedad y al diseño de lo que podríamos denominar un sistema nacional de participación, sin desconocer que para la institucionalidad estatal esto se acercaría a lo que representa el Consejo Nacional de Paz y sus réplicas regionales y locales.
Por último, cuando se habla de participación social hay un interrogante sobre el cual poco se habla: ¿cómo lograr entusiasmar a que participen a los colombianos que tradicionalmente no lo hacen? Porque no debemos olvidar que casi la mitad de los habilitados a participar en convocatorias institucionales (por ejemplo las elecciones) no lo hacen; esto también se refleja en la precaria representatividad de la diversidad de organizaciones sociales –sindicales, empresariales, comunales, etc.- y políticas. Es decir, existen unas minorías activas y organizadas que están casi siempre prestas a participar, pero creo que el gran desafío sería cómo lograr que participen los que tradicionalmente no lo hacen, los descreídos, los que desconfían de las convocatorias institucionales. Esa sería la gran meta que debería proponerse un proceso de participación, lograr que esos sectores sociales, muy cerca a lo que Camilo Torres Restrepo llamó en su momento ‘los no alineados’, es decir los no organizados, logren ser entusiasmados con la posibilidad de participar.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional
Twitter: @alejovargasve
Publicado en El Colombiano, domingo 1 de mayo de 2016.
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