El novel rector de la Universidad Nacional Autónoma de México aprovechó la primera sesión del Consejo Universitario a la que asiste y la última que se realiza en 2015, para hacer una definición sobre lo que el presidente y su secretario de Educación denominan la reforma estructural más importante de las 11 consideradas estructurales.

No sólo es “la más importante” sino muchísimo más, pues de otra manera resultaría inexplicable que fue colocado al frente de la aplicación de la reforma uno de los aspirantes a la candidatura presidencial oficialista, amén de que Televisa y los que financian Mexicanos Primero libran una entusiasta batalla por la evaluación educativa. La principal trasnacional de habla hispana en televisión es la que destruye en forma sistémica la labor educativa pública y privada.

Coincido con Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacuba, al estimar que “la peor droga tal vez en estos momentos es la televisión”. Acaso por ello, Enrique Peña Nieto se incorporó en Sierra Papacal, Yucatán, a la entrega de televisiones de plasma gratuitas para la tercera parte de los hogares. Tiene clara conciencia el maestro en administración de empresas de que sin el concurso del poder de Emilio Azcárraga y otros 12 del medio centenar de los dueños de México, es imposible gobernar.

Pues bien, Enrique Graue colocó en su justa dimensión la reforma bautizada como estructural: “Es un primer paso, pero no es una reforma educativa. Hasta este momento son transformaciones en la forma de contratación de los profesores y evaluación de ellos; esperamos ver la verdadera reforma pronto”; juicio que con otras palabras expresaron los especialistas reunidos en el 13 Congreso Nacional de Investigación Educativa, realizado en Chihuahua, Chihuahua, y del cual comenté en la Utopía del día 7, suceso académico ignorado por el dictatorial oligopolio mediático.

Graue Wiechers dijo más: “Falta realmente reformar la educación, lo que representa implementar modelos, contenidos y materias. (…) Eso es una verdadera reforma educativa y está por verse”.

Entrado en gastos el rector no eludió opinar sobre los enfrentamientos suscitados en Chiapas entre policías y profesores disidentes que intentaban boicotear la evaluación, y que arrojaron un asesinado, seis detenidos y cinco lesionados, entre ellos tres agentes. “Todavía no sabemos claramente qué fue lo que pasó, hay acusaciones de ambos bandos. ¿De quién fue el que atropelló?”

Resulta muy sugerente el editorial institucional de la Jornada de ayer, periódico que, como ninguno, privilegia en su agenda informativa y de opinión a los movimientos sociales y en particular el que desenvuelve la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación desde que fue aprobada la reforma educativa a finales de 2012 y principios de 2013, y como parte vital de ella la evaluación docente aplicada a rajatabla por Aurelio Nuño, incluso con el costo político de movilizar al lugar de los exámenes hasta cinco agentes policiacos por examinado.

La crispación no se circunscribe a Chiapas, incluye a Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Veracruz, donde la aplicación de las evaluaciones ha encontrado resistencias enconadas, y tres años después no muestran signos de amainar.

Con todo y los reportes triunfalistas de Aurelio Nuño, el conflicto se encuentra en un aparente callejón sin salida. Cabe, apunta La Jornada como institución periodística, “demandar a las partes que flexibilicen sus respectivas posturas y que emprendan una negociación a fondo y con voluntad política de alcanzar acuerdos.”

Utopía 1617

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