Al basurero de la historia

27/08/2015
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En las aulas de nuestra Alma Mater y en “la Universidad de la Vida” tempranamente entendimos que la actividad científica y tecnológica tiene sentido en la medida que la sociedad se apropia del conocimiento; lo cual se logra cuando todo producto de investigación se divulga en la comunidad. De modo que la socialización del conocimiento ha estado siempre en la base de un planteamiento civilizatorio que busca generar procesos de democratización de la ciencia y la tecnología, con el propósito que la población sepa los resultados y los incorpore a su vida cotidiana. El conocimiento sin su correspondiente divulgación es irrelevante para la misma ciencia y para la sociedad; por eso hay que estimular la comunicación de los avances científicos sin renunciar a la rigurosidad y a la veracidad

 

Las revistas académicas tienen el papel más destacado en la transferencia del conocimiento y constituyen el único cause formal y ordenado para la comunicación entre la universidad y la sociedad. Su función es publicar en cada número artículos de alta calidad sobre investigaciones, nuevos conceptos y nuevos métodos, con el fin de satisfacer las necesidades informativas de su público principal y la comunidad en general; por ello son el foro permanente donde se someten a examen crítico las teorías e hipótesis formuladas.

 

Ese es un asunto que entendieron académicos a quienes otrora les tocó conducir los destinos de la Universidad del Zulia; lo asumieron y con ello se comprometieron, pese a que la dinámica clientelar ya dominaba importantes escenarios de su quehacer. Salieron al frente correspondiendo a las necesidades de la comunidad de investigadores, algunos de los cuales con sus iniciativas se convirtieron en editores de las primeras revistas. Se trató de autoridades universitarias que garantizaron el soporte financiero y aportaron el apoyo logístico a nuestras publicaciones, devenidas con el tiempo en las ventanas más amplias de la labor cumplida por la institución; como se demuestra en el “Estudio Bibliométrico de la Revistas Venezolanas”, donde aparecen las de LUZ como las más importantes y entre las de mayor trascendencia en América Latina.

 

No obstante, mientras eso ocurrió en el espacio de la investigación y la publicación, en el plano general de la gestión universitaria avanzó ostensiblemente el ejercicio clientelar autoritario, que fue restringiendo cada vez más las posibilidades de crecimiento académico, pues las necesidad de crear y conservar lealtades llevó a las personas que lograron sus posiciones gracias al perverso mecanismo a dedicar su atención a los temas que garantizan el favor del voto. De modo que para ellas lo de las publicaciones es un asunto de poca monta; lo que es perfectamente comprensible en su lógica, que les orienta la decisión de destinar 90 millones de bolívares al pago de la seguridad y 8 millones a la investigación (No se vigila nada: hace pocas semanas se robaron los aires acondicionados de la Facultad de Veterinaria). Y a decretar la desaparición de las revistas, al bajar paulatinamente los ejemplares impresos de mil a quinientos, de quinientos a cien y de cien a ninguno.

 

Si fuese cierto que el gobierno no aporta los recursos, lo que corresponde a autoridades verdaderamente académicas es coordinar las gestiones de los investigadores y editores para lograr el acompañamiento de otros actores sociales y por lo menos el apoyo de profesores en función de gobierno. Pero no, entrampadas en su banalidad electorera y sin compromisos académicos, la decisión de estas “autoridades” es eliminar la versión impresa; mientras escamotean a los zulianos la posibilidad de saber que LUZ es una de las universidades que mayor cantidad de dinero recibe, siendo su presupuesto, para atender a 50 mil estudiantes, mayor al del Estado Trujillo, que tiene que encarar problemas de salud, educación, vialidad, etc. de 700 mil habitantes. Y como denuncia un importante grupo de profesores: “En este año 2015, las mismas autoridades rectorales y decanales, en medio de la supuesta crisis presupuestaria, se han aprobado unas jugosas primas de jerarquía que alcanzan a los 144 mil bolívares”.

 

El financiamiento de una revista  de LUZ, que sale 4 veces al año,  apenas se acerca a tal monto y está lejos de la remuneración anual de un solo  empleado u obrero universitario; pero “las autoridades”, eliminan todas las publicaciones, mientras meten nuevo personal y recargan el presupuesto con miras a lo que les interesa: asegurar sus votantes en un venidero proceso electoral donde todos sufragan. Solamente en 2014 y lo que va del 2015 ingresaron como personal obrero y administrativo 1.105 nuevos cargos.

 

Aquellas autoridades que entendieron los retos de la docencia y la producción y difusión del conocimiento están a buen resguardo en la memoria de los universitarios de LUZ; a las de ahora, por carecer de la grandeza que se requiere para el modelaje en valores de la juventud  y la sociedad zuliana, las espera el basurero de la historia[1].

 

- Alexis Romero Salazar es Prof. Titular LUZ. Editor de Espacio Abierto



[1] Ante esta especie de Decreto de Muerte, en lo que a nosotros concierne lo que queda es seguir trabajando. Mejoraremos la versión digital, reforzaremos nuestra presencia en los portales web –que en Redalyc alcanza un promedio mensual de 12 mil descargas- y si es posible imprimiremos unos poquisimos ejemplares, aunque sea con las precarias finanzas de profesor jubilado.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/171993

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