Viajar para morir en avión o en pateras
- Opinión
Los primeros eran mayormente de Europa, los segundos de África. Los primeros podían viajar en avión, cómodamente, con sobrados recursos, sin pensar entonces en una muerte por accidente; viajaban por tareas de trabajo político, económico, administrativo, familiar. Lo segundos viajaban en pateras, huyendo desesperadamente del hambre, para trabajar y mejor vivir, afrontando caminatas fatigosas e inciertas y el riesgo permanente de represión o de muerte.
Pero unos y otros eran humanos, tenían la misma piel, idéntica sangre, el mismo corazón y los mismos anhelos. A los primeros la historia, las políticas y las multinacionales les hicieron probar esfuerzo, trabajo, riqueza, prosperidad, libertad, cultura, bienes sobrantes, casi ilimitados. A los segundos, la historia les hace probar una nueva esclavitud, con incremento del hambre y de la pobreza. De los 36 países más empobrecidos, 32 son africanos, el 46 % de los africanos dispone menos de un dólar diario al día para vivir, 46 millones de niños están sin escolarizar; el 80 % no tiene acceso a la energía eléctrica.
Los primeros, con sus Gobiernos poderosos, mueven potencias financieras para seguir explotando y mantener la dependencia política, económica y cultural de África. Son 53 países, con 900 millones de habitantes, y con recursos y riquezas impresionantes como la bauxita, el cromo, el cobalto, los diamantes, el oro, el manganeso, el petróleo, el uranio… pero que son objeto de expolio por los Gobiernos de Europa, el Grupo– 8, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Los primeros son y pertenecen al Primer Mundo, los segundos al Tercer Mundo. Pero unos y otros relacionados, uno como quien explota y domina, y el otro como quien es esclavo y está sometido: “Sólo en la medida en que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo, podrá ayudar al Tercer Mundo. Para mí, esto es dogma de fe. Si el primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir “humanamente” el Tercer Mundo. Mientras haya un Primer Mundo, habrá privilegio, exclusión, dominación, explotación, lujo y marginación. Si los del Primer Mundo no resuelven ser un mundo humano, nosotros no podemos serlo” (Pedro Casaldáliga).
Hay profetas, cuya voz debiera resonar en las conciencias de todos los que se dicen cristianos: “En nombre de un Dios supuestamente blanco y colonizador, que naciones cristianas han adorado como si fuese el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, millones de negros vienen siendo sometidos, durante siglos, a la esclavitud, a la desesperación y a la muerte. En Brasil, en América, en Africa, en el Mundo” (Obispo Pedro Casaldáliga).
Pues bien, los primeros –los del avión estrellado en los Alpes- son del Primer Mundo. Los segundos –los reprimidos, ahogados y muertos en las pateras del Mediterráneo- son del Tercer Mundo. Y esta marca hace que para unos haya Funerales solemnes en catedrales, con invitación y asistencia de representantes de los Gobiernos. Y para los segundos ningún funeral, o funerales de arrabal.
Una vez más, suenan paradójicas estas palabras del Nazareno: “Pero los últimos serán los primeros”
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