La deuda bilateral Germano Griega

Grecia ha colocado un nuevo juego y Alemania deberá de explicar por qué el acuerdo de 1952 no ha sido respetado.
13/04/2015
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Imagen: Attac Mallorca deuda griega   attac mallorca
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La estructura de la deuda griega es mayormente oficial, con otras entidades públicas europeas, y con vencimientos de largo plazo a intereses bajos. Esta es una transformación de la deuda original que era con acreedores privados pero estos fueron rescatados y su deuda trasladada a los gobiernos. De esta manera, el verdadero problema para Grecia reside en la postura de sus acreedores, ya que éstos consideran que, si bien, la ruptura de las negociaciones profundizaría la crisis griega, los riesgos sistémicos para la zona euro y la Unión Europea serían muy inferiores a lo que habrían sido hace unos años, es decir, que la fase “grave” de la crisis del euro ya ni si quiera es comparable a cuando los bancos sistémicamente importantes -acreedores privados- estuvieron expuestos y con un riesgo latente de un efecto dominó que amenazaba a toda la zona euro. El enfrentamiento es entre el Gobierno Griego y el Gobierno Alemán, detentor de gran parte de la deuda privada rescatada.

Alemania es el acreedor bilateral más grande. Si ni Alemania ni Grecia están dispuestos a moverse para llegar a un acuerdo, entonces el nuevo juego griego, de colocar las deudas de la segunda guerra en la mesa de negociaciones, cambia su postura y obligará a que Alemania y Estados Unidos se pronuncien sobre qué pasa con el acuerdo de 1953 y por qué en 1990 no se reconsideró los pagos de reparación. (Ver Grecia: la reparación de guerra pendiente)

 

Alemania Federal reparó a los hijos de los muertos en campos de concentración pero ni a Grecia ni a España como estados ocupados o atacados. En todo caso, a diferencia de los pagos a los hijos de los muertos, la reacción del ministro de economía alemana a la exigencia griega ha sido decir que “es una estupidez”.[i] El Ministro debe explicar qué le pasó al artículo 5 sección 2 del Tratado de Londres después de la reunificación y por qué no se respetó.

 

Hay una campaña de recolección de firmas entre académicos que comenzó en 2011 para que Alemania repare la deuda a Grecia, que tiene ya más de 200,000 firmas (http://www.greece.org/blogs/wwii/) y sin duda habrá otra nueva de ciudadanos del mundo. Lo que está sobre la mesa ahora es el prestigio alemán de un lado y su intransigencia del otro, mientras Grecia no parece tener mucho que perder, después de la caída de su PIB en 25% y los salarios en 30%. Pese a la disminución del riesgo de un contagio financiero importante, una profundización de la actual crisis griega afirmaría, por un lado, la condena de la economía de dicho país hacia una escasez extrema de liquidez, y por el otro, pondría en evidencia la inestabilidad de  la cooperación europea, dadas las repercusiones políticas derivadas de los desacuerdos entre el nuevo gobierno heleno y las instituciones de la Unión Europea. Para minimizar efectos laterales Grecia cumplirá con pagar con el FMI, el menor de sus problemas y puerta de entrada del Tesoro americano.

 

Este trasfondo resulta decisivo para las negociaciones actuales, ya que revela que el objeto del rescate de Grecia no ha sido el de restaurar la prosperidad del pueblo heleno, sino salvar a la banca privada. En este contexto, se justifica plenamente que el nuevo gobierno cuestione las condiciones que se le ha impuesto al país, y reaccione con decisiones unilaterales de emergencia, como fue el caso de la ley para paliar la crisis humanitaria, que incrementó la tensión y puso en jaque la posibilidad de un acuerdo para prorrogar el nuevo crédito del país. Grecia no necesita más créditos sino una reducción de saldos, evidentemente.

 

Mientras tanto, lo único seguro hasta la fecha ha sido un breve respiro por parte de la Comisión Europea al decidir aportar 2,000 millones de los fondos europeos no gastados, con el fin de identificar proyectos inmediatos que permitan impulsar el crecimiento, el empleo -particularmente el juvenil- y luchar contra la crisis humanitaria de Grecia, cuyas bolsas de pobreza no han dejado de crecer en el último lustro de reformas, recortes y demás. En tanto, la presión en el calendario también ha ido en aumento, llevando al gobierno de Alexis Tsipras a un compromiso obligado para acelerar los detalles de las reformas que aseguren unas finanzas públicas saneadas, a cambio de la posibilidad de nuevos fondos.[ii]

 

Finalmente, la posibilidad de una salida de Grecia de la zona euro, junto con la agitación política y financiera dentro del país no es una opción viable, ya que se interpretaría como una importante derrota para la integración europea, en particular  después de las arduas medidas adoptadas para mantener ilesa la unión monetaria. La reinstalación de la dracma generaría una salida masiva de capitales ante su solo anuncio, situación análoga a la de Ecuador y El Salvador, hoy dolarizadas pero que se pensó saldrían del dólar con gobiernos de izquierda. En cuanto a deuda, Grecia ha colocado un nuevo juego y Alemania deberá de explicar por qué el acuerdo de 1952 no ha sido respetado. Esto seguramente llevará el caso a un arbitraje internacional como el de 1970. Mientras tanto, en cuanto a la integración Europea, es necesario que ambas partes aprovechen la oportunidad para formular una estrategia cooperativa que permita mirar hacia el interior de la estructura para identificar y redimir los sesgos en el proceso de integración con aras de lograr avances reales hacia un futuro más estable para Europa en su conjunto. Hoy el problema de deuda es griego, cuando suban las tasas de interés será un problema de otros países también.

 

- Oscar Ugarteche es economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org

 

- Tesalia Valencia es miembro del proyecto OBELA, IIEc-UNAM.

 

www.obela.org

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/168906
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