Servidores y servicios en la nube, privacidad y soberanía

07/04/2015
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Me consta que el concepto de “computación en la nube” es conocido y utilizado por la mayoría de quienes leen estas líneas, incluyendo aquellos que en este momento se pregunten de qué diablos es que estoy escribiendo. Como usuarios, aún sin saberlo, cada día estamos más sumergidos en la lógica de la “computación en la nube” y parece ser el paradigma que se adopte con mayor fuerza en estos tiempos. Tal vez por esa intuición es que entiendo imprescindible ponerlo en el debate, cosa que muy breve y humildemente intentaré hacer en las siguientes líneas.

 

La “Computación en la nube”[i] o cloud computing tiene como pionero a SalesForce ofreciendo a fines de los '90 software para manejo de clientes (CRM) alojados en sus servidores; más adelante Amazon con sus servicios de almacenamiento en la nube y sin lugar a dudas los servicios de Google como Picasa para almacenamiento de fotografías o Google Docs/Drive para manejo de documentos y planillas o Microsoft con Skydrive (hoy OneDrive) y su apuesta aún más fuerte: dejar de vender licencias de su suite ofimática Microsoft Office y transformarlas en licencias de uso de Office 365, basado enteramente en la nube. Sin dudas Dropbox es otro de los pesos pesados, apoyado ahora también en su estrategia de comercialización con Samsung en sus dispositivos móviles. Apple hace lo propio con su servicio iCloud.

 

Todo parece indicar que conceptos como “software as a service” o “infraestructure as a service” han venido para quedarse. Dejar la lógica de utilización de software en puestos de trabajo para luego llevarlos en llaves USB o discos portátiles a otros dispositivos. Utilizando el ejemplo de Dropbox, de una forma muy simple usted puede tomar una fotografía con el celular que “mágicamente” viajará hasta un servidor, para volver a viajar de forma mágica a la aplicación instalada en su computadora de escritorio. Al instante la foto estará disponible en la memoria del celular, el disco duro de su PC y en “la nube” accesible desde cualquier navegador y con cualquier dispositivo con requisitos bastante básicos de navegación.

 

De la misma forma podemos editar documentos en la nube, realizar edición compartida sin importar dónde ni con que dispositivo o sistema operativo se conecta cada uno de los editores y despreocuparnos totalmente de la tediosa tarea de hacer respaldo de nuestros documentos, compartirlos para que sean modificados, etc. ¡Es maravilloso! Ni que hablar de tener un servidor virtual y quedarnos sin espacio en disco, ver que la memoria no nos alcanza o que el procesador no es lo suficientemente potente: un simple email o llamada al proveedor hará que en segundos nuestro procesador aumente su capacidad, nuestro servidor tenga más memoria o espacio de almacenamiento en disco. ¡Genial! ¿Qué más hubiese deseado quien escribe, cuando luchaba con servidores con 10Mb de disco duro y 512Mb de memoria (si, ha leído bien: el espacio que hoy ocupa un pequeño video o una foto de buena definición es lo que teníamos de almacenamiento en disco y memoria en los años en que comenzábamos a trabajar con computadores), que haber tenido la posibilidad de aumentar al doble el espacio de disco en cuestión de minutos?

 

Ahora bien, bajemos de la nube y pongamos los pies sobre la tierra. Por lo dicho más arriba ya no somos dueños de nuestros archivos personales, laborales ni programas en tanto están alojados en un disco duro de un tercero, en algún lugar del mundo, bajo legislación de no se sabe con exactitud qué país, tal vez las fotos que tomamos en las vacaciones alguien más las esté mirando o compartiendo. Tampoco somos dueños ni tenemos el 100% del control de servidores virtuales contratados en la nube. En paralelo se está haciendo una gran base de datos de mis gustos, usos y costumbres: quienes tienen cuentas de correo en Gmail saben (de lo contrario los invito a prestar más atención o crear una cuenta allí) que la publicidad que aparece sobre los correos y a la derecha de la pantalla “casualmente” tienen que ver con lo que dice el correo que estoy leyendo. La privacidad de millones de usuarios en el mundo entregada a corporaciones a cambio de que hagan más simple y económico el acceso o almacenamiento. Volviendo al ejemplo de Dropbox, con cada nuevo celular Samsung se obtiene gratis 50Gb de espacio en la nube: para las fotos, como mencionaba más arriba, o para los archivos que desee (le invito leer las condiciones de esta promoción, en particular el ítem “¿Qué ocurre cuando caduca el espacio de mi promoción?”). Gmail brinda “por todo concepto” 15Gb gratis para correo, fotos, documentos, etc. Otros más “generosos” incluso ofrecen almacenamiento ilimitado; descuide que a cambio entregarán sus bases de conocimiento sobre nuestros gustos y costumbres a terceros para que luego nos ofrecerán sus productos o servicios y transformar lo “gratis” en algo altamente lucrativo.

 

Las empresas también comercializan productos corporativos. Incluso a muchas empresas les es suficiente una cuenta de tipo personal para manejar parte o la totalidad de los datos corporativos.

 

¿Y si hablamos de los gobiernos? Es sabido que muchos organismos gubernamentales en el mundo entero utilizan servicios como los ofrecidos por Google o Microsoft. Y entonces entra en juego, además de la entrega de la privacidad, ¡la entrega de la soberanía! ¿Datos gubernamentales como correo o documentos manejados por corporaciones, con legislación de otro país y el único y soberano interés de amasar más fortuna?  Entregar soberanía por unas monedas o por una aparente comodidad ¡no es admisible desde ningún punto de vista!

 

Sin embargo: ¿Hay caminos de retorno o alternativas? ¿Es que el nuevo paradigma es malo por definición? ¿Qué papel juega el Software Libre en todo esto? Y la lista de preguntas sería mucho más larga que su capacidad de atención y realmente no quiero que la pierda – si es que ha llegado hasta aquí – por lo tanto intentaré redondear algunos conceptos.

 

Alternativas libres a alguno de los servicios en la nube ya existen: OwnCloud es una excelente alternativa a Dropbox, basada 100% en Software Libre. La suite ofimática basada 100% en Software Libre, LibreOffice, anunció[ii][iii][iv] hace pocos días su versión online para 2016 para competir con Google Apps y Office 365, también anuncia que lo hará de la mano de IceWarp, empresa dedicada al cloud computing. No me gusta esto último, enciendo una luz amarilla de atención. También recuerdo las alertas que por el 2008 nos hacía Richard Stallman[v] sobre los peligros de la computación en la nube[vi].

 

Por otra parte quiero ser enfático: el paradigma no es bueno o malo por definición; como no lo es la pólvora que puede matar o dar un espectáculo de fuegos de artificio maravilloso. La tecnología no es buena o mala, simplemente “es” y avanza a pasos agigantados. La apropiación que hacemos de ella es la clave del éxito o fracaso y de estar más o menos expuestos. Creo que la computación en la nube es un excelente paradigma que bien utilizado nos brinda resultados impresionantes. Con cualquier dispositivo y una conexión a internet alcanza, bajamos costos, centralizamos recursos, etc.

 

En materia de gobiernos: la declaración final del 1er. Encuentro de Autoridades y Expertos en Seguridad Informática y de las Telecomunicaciones del MERCOSUR celebrado en septiembre de 2013 en Caracas [vii][viii] concluía con propuestas como “establecimiento e interconexión, en el corto plazo, de centros de datos para el almacenamiento y la distribución de contenidos entre los países miembros, incluyendo el desarrollo y alojamiento de servicios propios ” como forma de reducir la dependencia tecnológica extranjera y garantizar la soberanía de los pueblos del MERCOSUR.

 

Centros de datos[ix] regionales interconectados, brindando servicios de computación en la nube para gobiernos y personas, basados 100% en software libre y con legislación y jurisprudencia creada específicamente para ese fin: ¿Nube soberana como alternativa?



 

https://www.alainet.org/es/articulo/168750?language=es
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