Bolivarianismo: el sueño del pongo y el momento histórico de Francisco

11/03/2015
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José María Arguedas (Andahuaylas, 18 de enero de 1911 - Lima, 2 de diciembre de 1969), entre otras obras, autor del El sueño del pongo (Pongoq mosqoynin (Qatqa runapa willakusqan)/El sueño del pongo (cuento quechua) (1965). Visionario antropólogo y humanista literato, símbolo viviente de un mundo, política, social y económicamente polarizado entre las fuerzas de la muerte, fuerza destructiva representada en sus novelas por las figuras del patrón gamonal (gran señor), los terratenientes, colonizadores y saqueadores de tierras ajenas contrastada con el mundo andino y las fuerzas de la vida representadas por los huérfanos y huérfanas, desposeídos y desposeídas de sus referentes vitales, fuerzas inalienables como lo es el derecho a la familia y la tierra. Será desde la visión del Waksha o huak’cho (“huérfanos de huérfanos”, forastero, desterrado, migrante) y del Pachakuti (Apocalipsis, mundo al revés o cambio de la Tierra) donde resistiremos la violencia en contra de la soberanía de la hermana Republica Bolivariana de Venezuela y los pueblos de la región.  
 
El sueño del Pongo (término quechua que se refiere al indio que hace oficios de sirviente en Bolivia y Perú) es el cuento en donde José María recrea la historia que escuchó de un comunero originario de Qatqa (Qashqa o Ccatca) en la provincia de Quispicanchi, Cuzco. El comunero prometió volver para narrar con lujos de detalles la historia, pero nunca volvió: “Hemos tratado de reproducir lo más fielmente posible la versión original, pero, sin duda, hay mucho de nuestra ‘propia cosecha’ en su texto; y eso tampoco carece de importancia.” Señaló José María.  Algunas versiones  asumen el cuento como una suerte de Alter Ego de José María quien quedó huérfano de madre a la edad de tres años pasando luego a ser objeto de un sinnúmero de vejaciones  de parte de su madrasta, terrateniente y engendradora de tirana descendencia. 
 
José María recordaba: Yo pasé todo el tiempo con la servidumbre indígena, porque mi madrastra tenía hijos a los cuales prefería mucho. Y entre estos, uno era el verdadero amo del pueblo. Era un típico gamonal, de los que no existen ahora, sino en muy pocos lugares del país. Él no era autoridad, no era alcalde, no era gobernador, pero tenía la llave de la cárcel y podía meter preso a quien le diera la gana, o golpear a quien le diera la gana. En fin, era un pequeño señor absoluto. Y a mí me trataba muy mal…fui un verdadero protegido de los indios, como estaba tan maltratado como ellos, a pesar de que era hijo de un señor (…) Yo tendría entre cinco y nueve años. Dormía en la cocina, sobre una batea muy grande que servía para amasar pan, sobre unos pellejos. Allí dormía y le servía al señor, que era el hijo mayor de la casa. Le traía sus caballos del campo, luego cuidaba a los becerros, traía leña en la mañana de la montaña para la cocina (…) [1]
 
El pongo de la narrativa, sirviente, propiedad del colono, del misti (mestizo), fue entre los pongos de la hacienda el más nuevo, el Efraín recién adquirido, el más débil y vulnerable. Por lo tanto, objeto de todo tipo de improperios, como lo fue José María, huérfano y débil entre los débiles de la hacienda (Waksha). En la cultura comunitaria andina, en contraste con los valores egoístas e individualistas del Occidente colonizador, los Waksha tienen por derecho de nacimiento la posesión a la tierra de su Ayllu (Comunidad familiar con propiedades en común).  Universo de valores desfigurado con la llegada del los saqueadores de Europa, en donde todo pasó a formar parte de los Reyes y el Papado.
 
En palabras de José María: Los indios […] dividen a la gente en dos categorías. La categoría de los que poseen bienes, ya sea en terrenos o animales, es gente, pero el que no tiene ni animales es huak’cho. La traducción que se le da a este término al castellano es huérfano. Es el término más próximo porque la orfandad tiene una condición no solamente de pobreza de bienes materiales sino que también indica un estado de ánimo, de soledad, de abandono, de no tener a quien acudir. Un huérfano, un huak’cho, es aquel que no tiene nada. Esta sentimentalmente lleno de gran soledad y de gran compasión a los demás. [2]
 
Es así que la figura del pongo es una suerte de imagen colectiva de los pueblos saqueados y desposeídos de sus pertenencias, ayer por las jaurías colonialistas hambrientas de oro y plata, hoy por las corporaciones financieras sedientas de sangre y olor a muerte. Relación dialécticamente destructiva de actual vigencia universal en donde los pueblos originarios de Latinoamérica y el Caribe, sometidos por más de 500 años, decidieron levantar cabeza confrontando  y derrotando la inclemente e inicua presencia colonial, como fue el caso de Cuba (1959) y Venezuela (1992) (aunque las insurgencias independentistas comienzan antes). Por lo dicho, este punto de inflexión histórica, de ruptura de viejos paradigmas de sometimiento y anuncios de nuevos tiempos, es el Pachakuti, tiempo de inversión del viejo orden establecido por un nuevo sistema de relaciones humanas, productivas y ambientales.
 
 El pongo, en medio de los demás pongos quienes absorbidos por la fuerza posesiva del gran señor, el gamonal, ingresa como sirviente al universo occidental del hacendado, dueño del imperio del poder, propietario de vidas y tierras, asume con un rol protagónico, que lejos de ambiciones individualistas de progreso y estabilidad, se asume como representante simbólico del grupo al cual representaba, sin ser oficialmente designado representante. El pongo, sirviente, migrante y desarraigado en su propia tierra, un apátrida. En palabras de  Abril Trigo: La migrancia,  a diferencia de la inmigración, no conduce a síntesis, fusiones e identidades estables, sino a una suspensión de culturas en conflicto, siempre en vilo en las cuales el migrante es un ave de paso enajenada de todas…así el discurso del migrante yuxtapone lenguas y sociolectos diversos en una dinámica centrifuga, expansiva, que dispersa el lenguaje contaminándolo con tiempos y espacios otros con experiencias otras que lo atraviesan en múltiples direcciones, mientras reivindica la múltiple experiencia del aquí-ahora y del entonces-allá. [3]
 
Es así como el gran señor abrió el monólogo opresor con el pongo: Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas viejas. El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo saludo en el corredor de la residencia. ¿Eres gente u otra cosa? - le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio.  El entonces-allá del pongo, mundo de relaciones sociales comunitarias, en donde el valor del otro dependía del valor de los otros, de identidades reconocibles y no anónimas formaba parte de una realidad aplastada por un nuevo contexto, el del gran señor.  En las dos dimensiones, física y anímica, descritas por José María, diseñó el perfil estético del pueblo oprimido de los Andes versus la invasión occidentalizada, perfil que se extiende alegóricamente a los pueblos históricamente excluidos situación perpetuada en medio de políticas financieramente dependientes como la otrora Alianza para el Progreso (1961 y 1971) encontrando su símil hoy en la Alianza del Triangulo Norte conformada por Guatemala, el Salvador y Honduras reservorios de las dadivas de Washington $1000 millones anuales por tres años y según los sostenido por el mandatario norteamericano las necesidades de los pongos  centroamericanos ascienden a $5 mil millones de dólares.[4] 
 
¿Eres gente u otra cosa? Preguntó el gran señor impelido por lo abyecto, como diría Sergio R. Franco, [5] por el más vil entre lo viles, por el leproso de tiempos de Jesús. Aquella relación dialéctica entre el bárbaro-civilizado, humano-inhumano, de Juan Ginés De Sepúlveda en Democrates alter o Diálogo de las justas causas de la guerra donde luchó por entrelazar la moral cristiana con la servidumbre aristotélica, en donde: “El que es necio servirá al sabio” tales son las gentes bárbaras e inhumanas, ajenas a la vida civil y a las costumbres pacíficas, y será siempre justo y conforme al derecho natural que tales gentes se sometan al imperio de príncipe y naciones más cultas y humanas, para que merced a sus virtudes y a la prudencia de sus leyes, depongan la barbarie y se reduzcan a vida más humana y al culto de la virtud”. Desde este mismo filón teológico de la esclavitud fue que Santo Tomas igualmente sostuvo: “son llamados simplemente bárbaros los que están faltos de razón, o por causa del clima, por el cual se encuentran muchos atrofiados, o por alguna mala costumbre por la que los hombres se convierten casi en bestias.” Al mismo estilo de la lógica imperial romana, ideología de la esclavitud asumido a la perfección por la lógica colonialista europea y estadounidense. Los esclavos no tenían derecho a la paternidad, maternidad o el derecho a la tierra, eran considerados inferiores a los animales y ese fue el caso del pongo y siempre esa fue percepción colonialista sobre Latinoamérica y el Caribe.
 
Esto fue así y por poco sigue siendo. La perpetuación de la ideología de la esclavitud cambió de forma y contenido pero en esencia sigue siendo la misma, la división de las sociedades entre seres inferiores y superiores, mantiene su misma estructura. Bastó que en 1992 un grupo de militares patriotas insurgiera en Venezuela, grupo liderado por el otrora teniente Hugo Chávez Frías, para invertir las relaciones de poder en la inicua relación Sur-Norte en confrontativa lucha contra los inicios de la corta vida del la más agresiva expresión del Capitalismo salvaje, el neoliberalismo. Como señalan los investigadores el Pachakuti fue pronosticado que se daría después de los 500 años de la invasión europea 1492 lo cual sería en 1992, y el 2032-33 (cumplidos 500 años de la Conquista del Perú) y así fue.
 
La deshumanización del pongo es inmediata. La clasificación burlesca, la ironía y sarcasmo denigrante son las herramientas usadas por la ideología colonizadora, esclavista y esto contrastado a la amabilidad y respeto del pongo. La tortuosa destrucción de la identidad ha la cual fue sometido el pongo pasó de la expropiación del sentido del espacio como hogar a la fragmentación de su identidad de género: Humillándose, el pongo no contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de pie. ¡A ver! - dijo el patrón - por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la escoba, con esas sus manos que parece que no son nada. ¿Llévate esta inmundicia! - ordenó al mandón de la hacienda. Arrodillándose, el pongo le besó las manos al patrón y, todo agachado, siguió al mandón hasta la cocina. ¿Cuánto veces los pongos rastreros no han denunciado la supuesta homosexualidad de Raúl Castro o la lesbiandad de Dilma Rouseff? Evidentemente no con intenciones reivindicativas de género, sino con la medioeval visión heteronormativa y androcéntrica de la sexualidad del ser humano.
 
En el contexto opresivamente patriarcal impuesto al universo andino, la cocina era el lugar destinado a las mujeres y allí fue destinado como “deficiente” el pongo.  Los espacios nunca más fueron oportunidad de encuentro sino de encarcelamiento, vejamen y sometimiento. Nada extraño en nuestros tiempos, basta observar el tráfico de personas indocumentadas “importadas” como mano de obra barata desde los EE.UU y secuestrados en aquellas cloacas humanas llamadas cocinas. En esta división de los espacios, la arquitectura de la esclavitud es estructurada al mismo estilo de la ideología urbanística del ghetto, o hiper – ghetto en palabras de Loïc Wacquant[6], donde las clasificaciones sociales son elaboradas por el statu económico y capacidad de adquisiciones de inmuebles. Clasificación  estigmatizadora que , desde la perspectiva financiera, es elaborada desde las megas corporaciones financieras  como BM, FMI y BID o las agencias clasificadoras de riesgo crediticio como Fitch Rating, Standard & Poor’s y Moody’s quienes dividen el mundo en dos grupos : los que poseen grado especulativo y los que poseen grado de inversión.[7]
 
En este diseño clasista, en la moderna arquitectura de la esclavitud financiera, las habilidades y capacidades de los pongos son puestas en duda.  Esta división entre países inferiores y superiores, entre grandes señores y pongos, es marcada con modernos estigmas excluyentes, los peores clasifican dentro del orden especulativo y los que ‘cumplen con las tareas”, los superiores, clasifican dentro del orden de los inversores. Los pongos cuentan con estigmas que van de la letra D, C, C-,C, C+, CC-, CC, CC+, CCC-, CCC, CCC+ y en el orden de los países superiores, los grandes señores, o en grado de inversión existen calificaciones que van desde BBB-, B-, B, B+, BB-, BB, BBB, BB+, BBB+ hasta A-, A, A+, AA-, AA, AA+ y del AAA. Moddy’s se vale de otra tipo de nomenclatura: Aaa, Aa1, Aa2, Aa3…hasta los financieramente miserables Caa1, Caa2, Caa3…C, D (los considerados impagos). El detalle cromático de la clasificación resalta su atribución alusiva a los estados de supuesto bienestar considerando el color celeste y verde (¿cielo?) como el estado superior A y el rojo (¿infierno? ¿Comunista? ¿quiebra?), con el marrón (¿tierra, excremento, piel morena?) como los estados más deplorables por el sistema financiero mundial.
 
Como ejemplo de los países con statu de grandes señores del sistema financiero internacional,  clasificados por  Fitch Rating, Standard & Poor’s y Moody’s, figuran Alemania, EE.UU, Suiza, Austria, Australia, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelandia, Suecia, Singapur, Emiratos Árabes, Taiwán, Perú…Chile… con los colores celestes y verdes. De igual manera, por citar solo algunos de los países que se encuentran en el “infierno financiero”, los “barbaros económicos”, “los pongos excluidos” se encuentran Portugal, Albania, Armenia, Angola, Argentina, Bosnia y Herzegovina, Bangladés, Bolivia, Grecia, Honduras, Camboya, Líbano, Sri Lanka, Moldavia, Mongolia, Nicaragua, Ruanda, Senegal, El Salvador, Uganda, San Vicente y las Granadinas, Zambia, Guatemala, Jamaica. Interesante notar que los países “aliados” de los grupos de poder mundial gozan de la aprobación A+ según Moody’s: Reino Unido, Francia, Emiratos Árabes, Chile, Perú, México, Rep. Checa, Estonia, Hong Kong, Taiwán, Israel, Corea del Sur, Malta, Malasia, etc. Es así como la estrategia de empoderamiento arrogante del gran señor se prende magistralmente de todos los medios, financieros, armados, estéticos, etc., para estigmatizar sistemáticamente la relación dialéctica entre grandes señores y pongos.
 
Esta lectura financiera inicuamente excluyente nos da pie para señalar que la relectura del cuento de José María es aplicable en las actuales circunstancias en donde Venezuela y demás países de la región, sobre todo aquellos adheridos al proyecto bolivariano. Por citar a un ilustre representante de aquellos pongos despersonalizados y sometidos tenemos al marqués Mario Vargas Llosa y para ejemplo un extracto de su artículo Raza, Botas y Nacionalismo (2006) al respecto del mandatario boliviano Evo Morales: Su atuendo y apariencia, que parecían programados por un genial asesor de imagen, no altiplánico sino neoyorquino, han hecho las delicias de la prensa y elevado el entusiasmo de la izquierda boba a extremos orgásmicos. Pronostico que el peinado estilo "fraile campanero" del nuevo mandatario boliviano, sus chompas rayadas con todos los colores del arco iris, las casacas de cuero raídas, los vaqueros arrugados y los zapatones de minero se convertirán pronto en el nuevo signo de distinción vestuaria de la progresía occidental. Excelente noticia para los criadores de auquénidos bolivianos y peruanos, y para los fabricantes de chompas de alpaca, llama o vicuña de los países andinos, que así verán incrementarse sus exportaciones.[8] Numéricamente el repertorio neo-colonialista del marqués Vargas Llosa es generoso: El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo. Ninguna sociedad colectivista o impregnada con esa cultura  es una sociedad  que desarrolla, moderniza y alcanza la civilización…El indigenismo de los años 20, que pareció haberse quedado rezagado, es hoy en día lo que está detrás de fenómenos como el señor Evo Morales, en Bolivia. En Ecuador hemos visto operando y además creando un verdadero desorden político y social…Si queremos alcanzar el desarrollo, si queremos elegir la civilización y la moralidad, tenemos que combatir resueltamente esos brotes de colectivismo. Podemos derrotarlos con buenas ideas…[9]
 
La descripción del ilustre pongo Vargas Llosa, como modelo de servilismo al servicio de los grupos de poder, se la tomamos de Herbert Morote autor de Vargas Llosa Tal cual:[10]Vargas Llosa está rodeado de grupos de poder económico muy fuertes. Entonces, él no puede hablar mal de Telefónica. Sus artículos no son para decir si las medicinas son caras en el Perú o no, que son 4 veces más caras que en cualquier parte del mundo. Ni para decir que los bancos están realmente ahorcando a las empresas peruanas con 32% de intereses y 110% de intereses en tarjetas de crédito. Vargas Llosa debe saber eso, pero no va a ser capaz de decirlo. A los intelectuales de esta calidad los atrapan. Está atrapado. Vargas Llosa es una víctima del entorno en que él ha querido entrar y donde está muy cómodo ahora.[11]
 
Frente al terror infundado por el flagelo de la humillación, del gran señor, muchos de los pongos se solidarizaron, pero existieron otros que, al igual que el gran señor, se burlaban: Todo cuanto le ordenaban hacer lo hacía bien. Pero había un poco como de espanto en su rostro; algunos siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían. "Huérfano de huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos, el corazón pura tristeza”.
 
La tara del imperio no tiene límites. Siempre han obrado creyendo que deben realizar “castigos ejemplares” para que los demás pueblos aprendan y “no cometan el mismo error”, pruebas al canto, mas de 50 años de vejamen en contra Cuba, las sanciones impuestas contra Siria, Rusia y ahora Venezuela. Estos son tan solo una muestra de aquellos pongos que decidieron no seguir siendo pongos, aquellos países dignos que renunciaron al estigma de una identidad servil decidiendo tomar el camino de la soberanía y el respeto a los valores democráticos desde la perspectiva de valores transversales como la equidad y la justicia y no del mercado y el capital sobre todo lo que existe.
 
La orden siempre fue obedecer y para eso se prestaron los regímenes dictatoriales cívico-militares clavados en Latinoamérica y el Caribe y al día de hoy vemos sus últimas reacciones como en el caso de Venezuela y las amenazas golpistas. Venezuela antes de Hugo Chávez era como el pongo, servil, temeroso y optando por el silencio como su máxima expresión, siempre presto a decir si al gran señor: El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. "Sí, papacito; sí, mamacita", era cuanto solía decir. Quizá a causa de tener una cierta expresión de espanto, y por su ropa tan haraposa y acaso, también porque quería hablar, el patrón sintió un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer, cuando los siervos se reunían para rezar el Ave María, en el corredor de la casa-hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como a un trozo de pellejo. Lo empujaba de la cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara.
 
La aberrante violencia contra los derechos del pongo, la tortura física, emocional y psicológica no fueron inventos ficticios del comunero cuzqueño, todo fue y sigue siendo verdad desde otro marco de referencias. Aquí cambiaron las formas, pero el contenido subyugador sigue siendo el mismo. José María reserva el momento religioso como parte central del oprobio sufrido por el pequeño hombrecito.  El espacio del encuentro religioso, al servicio del gran señor, no era la capilla o la iglesia del pueblo, era el corredor de la casa-hacienda desde allí, el imperio del gran señor, se legitimaba una teología cómplice del maltrato humillante del más débil. Religiosidad y teología al servicio de los grupos de poder las cuales justifican todo tipo de opresión valiéndose de “infalibles” justificaciones legitimando sistemas de exclusión y oprobio como los que desea Washington  vuelvan a “reinar” en Venezuela y los países de la región.
 
La cruel escena de la vida del pongo, las experiencias símiles de José María y las análogas inclemencias por las cuales pasa Venezuela permanentemente acosada por grupos insensibles de poder, dentro y fuera de la Republica, nos conecta inmediatamente con Macondo, el sufrido y esperanzador pueblo de los Cien Años de Soledad del gran García Márquez y la histórica masacre acaecida en aquella casa-hacienda del gran señor bananero de la época: ¡Tírense al suelo! ¡Tírense al suelo! Ya los de las primeras líneas lo habían hecho, barridos por las ráfagas de metralla. Los sobrevivientes, en vez de tirarse al suelo, trataron de volver a la plazoleta, y el pánico dio entonces un coletazo de dragón, y los mandó en una oleada compacta contra la otra oleada que se movía en sentido contrario, despedida por el otro coletazo de dragón de la calle opuesta, donde también las ametralladoras disparaban sin tregua. Estaban acorralados, girando en un torbellino gigantesco que poco a poco se reducía a su epicentro porque sus bordes iban siendo sistemáticamente recortados en redondo, como pelando una cebolla, por las tijeras insaciables y metódicas de la metralla. El niño vio a una mujer arrodillada, con los brazos en cruz, en un espacio limpio, misteriosamente vedado a la estampida. Allí lo puso José Arcadio Segundo, en el instante de derrumbarse con la cara bañada en sangre, antes de que el tropel colosal arrasara con el espacio vacío, con la mujer arrodillada, con la luz del alto cielo de sequía, y con el puto mundo donde Úrsula Iguarán había vendido tantos animalitos de caramelo. (Capitulo XV)
 
Sinérgicamente aparece en la obra de José María Francisco como el justiciero oportuno y en este bélico y absurdo contexto internacional grandes oportunidades históricas se le presentan del Papa Francisco y allí viene nuestro enlace con lo que llamamos el “momento histórico de Francisco”. El pontífice se manifiesta permanentemente sobre esta dicotomía entre teología-religiosidad y dignidad humana. Hace una semana, en carta dirigida al Cardenal Mario Aurelio Poli, Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina y debido a la celebración de los 100 años de la existencia de la facultad de teología señaló: Debemos guardarnos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable…En este tiempo, la teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no sólo de los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a todo el mundo y que se viven por las calles de Latinoamérica. No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres.[12] 
 
Así llegó el momento donde el pongo decidió insurgir desde el escombro de la humillación y vil flagelo del gran señor. Después de haberlo reducido al pongo sin piedad a niveles deleznables de improperios y todo tipo de vejámenes, como fiel reflejo de la ideología colonial, aquel débil y vulnerable ser humano decide reapropiarse de su palabra y espacio otrora usado como escenario de torturas y sometimiento. Es en gran medida lo que hace la Teología de la Liberación Latinoamericana recuperar el discurso de la fe y espiritualidad a partir de la opción preferencial por los pobres, los débiles del sistema del oprobio y opresión como los ejemplarizados en la casa-hacienda del gran señor
 
De esta manera, el único sobreviviente de la masacre de los 6 sacerdotes jesuitas y las 2 trabajadoras en El Salvador (UCA, 16/11/89), el sacerdote Jon Sobrino, describe las características del pongo social, flagelado, martirizado y sojuzgado, pongo convertido en pueblo: Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados (anaw) por la vida misma, automáticamente ignorados y despreciados por la sociedad. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los profetas y en Jesús. En lenguaje actual, "pobres" son en primer lugar los socio-económicamente pobres, lenguaje que no debiera sorprender ni ser tachado de ideologizado, pues lo que está detrás de lo socio-económico es el oikos, el hogar, y el socium, el compañero; es decir, las dos realidades fundamentales para todo ser humano: la vida y la fraternidad. Junto a esta pobreza existe también la socio-cultural, que hace que la vida sea dura carga. Existe la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuentemente, por el mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad socio-económica, pero con gran frecuencia, al menos en el Tercer Mundo, acaece dentro de la pobreza socio-económica, con lo cual estos seres humanos son doblemente pobres. Visto el mundo actual como un todo, no cabe duda de que la pobreza socio-económica es lo que mejor describe la pobreza en el mundo, agravada además por la opresión proveniente de determinadas discriminaciones.
 
El proyecto bolivariano, a la luz de las luchas independentistas y la heroicidad del pueblo cubano, en la figura del Comandante Hugo Chávez Frías, duela a quien le duela, marcó un hito en la historia en donde la arrogancia, el saqueo sistemático e institucionalizado y las pretensiones neo-coloniales del gran señor y los pongos rastreros encontrarían su Vietnam, el final de sus aspiraciones hegemónicas. La revolución bolivariana devuelve al pueblo excluido, en Venezuela, la posibilidad de vivir la esperanza de ser sujetos genuinos de su historia. El poderío militar del gran señor es la única arma con la cual pueden amedrentar a los pueblos así como el gran señor del cuento de José María: Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor. Recemos el Padrenuestro - decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila. El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie. La revolución bolivariana se reapropia del espacio soberano usurpado por intereses foráneos ávidos de inicuos deseos de acumulación. En la Venezuela de la 4ta Republica la Republica era el pongo petrolero al servicio de los grupos de poder, ahora con fallas y miles de complejas situaciones, Venezuela no es, ni será más el pongo, servil y  humillado que las familias pudientes crearon. Venezuela ha decidido transitar el camino de la dignidad y soberanía y de allí no hay punto de retorno.
 
Así fue como el pongo decidió insurgir, a través de un sueño liberador. El pongo en medio del pasillo y a la hora del Ave María pidió la palabra al gran señor manifestando su visión: Soñé anoche que habíamos muerto los dos juntos; juntos habíamos muerto…Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos. Los dos juntos; desnudos ante nuestro gran Padre San Francisco. Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pensando, creo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.
 
Tenía que ser Francisco, el de la visión del pongo, en su momento histórico, quien decidió hacer justicia y demostrar el rostro liberador de una teología y religiosidad que antes de ser cómplice de estructuras de oprobio y opresión, manifestó su opción por los pobres y débiles de la historia. Francisco mando a dos ángeles traer dos contenedores, uno con miel y el otro con excremento. El ángel, joven y fuerte, portó la miel en una copa de oro (símbolo de la grandeza de los pueblos andinos y motivo del saqueo de los grandes señores) y se le encomendó embadurnarlo con miel al gran señor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro; que tus manos sean como plumas cuando pasen sobre el cuerpo del hombre", diciendo, ordenó nuestro gran Padre. Y así, el ángel excelso, levantando la miel con sus manos, enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies. Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía, como si estuviera hecho de oro, transparente.
 
Evidentemente el gran señor exclamó su complacencia: Así tenía que ser…
 
El segundo ángel, viejo y maltrecho, portaba excremento en un tarro de gasolina[13] y Francisco dijo: Oye viejo - ordenó nuestro gran Padre a ese pobre ángel -, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traído; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo como puedas. ¡Rápido!". Entonces, con sus manos nudosas, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió, desigual, el cuerpo, así como se echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin cuidado. Y aparecí avergonzado, en la luz del cielo, apestando...
 
Evidentemente el gran señor exclamó su complacencia: Así mismo tenía que ser…
 
Es aquí donde el tiempo del Pachakuti, el mundo patas arriba, el tiempo del retorno del Inkarrí, mito andino de liberación, en donde los espacios serán reapropiados y las tierras otrora destrozadas regresaran a manos de sus originarios residentes, retorno en la expresa dignidad del pongo insurgido. La irrupción del pongo, en medio de sus temblorosos compañeros y compañeras de penurias, es la irrupción del signo de dignidad propuesto y puesto en la historia por la Revolución Bolivariana, cual mito del Inkarrí, cual insurrección del pongo afligido, pero no destruido. Manuel Scorza, en la célebre obra La tumba del relámpago (1981) retoma la significancia de Inkarrí: Observó que los ojos de la cabeza miraban hacia las esquinas donde el resto del cuerpo, despedazado, comenzaba a juntarse. Y comprendió que era Inkari, el disperso cuerpo del dios Inkari que se reunía bajo las entrañas de las cordilleras que ahora volvían al cataclismo. Montanas colosales se elevaban, se abajaban, cerraban planicies, cegaban precipicios, grandes ríos, despellejaban llanuras, tapiaban ríos, cataratas. ‘El fin del mundo será’ se aterró. ‘¿O el comienzo verdadero?’ Jadeando más todavía, resoplando, los brazos y las piernas, el vientre, el pecho desgajados del cuerpo de Inkari, se abrían paso, reptaban hacia la cabeza que en el centro parpadeaba ahora con furor, con alegría, con nuevo furor, como rodeando, como aceptando. ¡Inkari cumplía su promesa! En vano los extranjeros lo habían decapitado, destazado su cuerpo, enterrado sus restos en los extremos del universo. Bajo la tierra, el cuerpo de Inkari había seguido creciendo, juntándose con los siglos. ¡Y ahora, por fin, se reunía! ‘Cuando mis hijos sean capaces de enfrentarse a los extranjeros entonces mi cuerpo divino se juntara y saldrá de la tierra para el combate final’ había anunciado Inkari. ¡Se cumplía!
 
Cual Inkarrí liberador reintegrado en todas sus partes esparcidas, fenómeno revolucionario de los pueblos excluidos del mundo, los pongos insurrectos soberanamente se reapropian de su voz, de sus espacios. El pongo erguido levantó su voz finalizando la visión: Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro Gran padre San Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: "Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo". El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.
 
El Pontífice Francisco, así como el Francisco del Sueño del pongo, tiene una vez más la oportunidad histórica de redimir la sangrienta historia del papado católico y fiel a la tradición de los profetas y profetizas censurar de una vez y para siempre la anti-histórica e inmoral doctrina de un Destino Manifiesto(Manifest Destinity, para entendernos) que lo único que ha sabido ocasionar al mundo es desolación y muerte por doquier. Ojala que antes de su anunciada visita a los EE.UU., programada para el 24 de septiembre de 2015, el Sumo Pontífice latinoamericano pueda embadurnar de miel al gran señor y de excremento (que ganas de decir mierda…) al otrora pongo y hoy digna y soberana Venezuela.
 
Sin lugar a dudas, en las actuales circunstancias se evidencia que los EE.UU, grupos de poder y países aliados, pretenden sabotear la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá inhabilitando el proyecto bolivariano apareciendo cual lideres compasivos con Latinoamérica y el Caribe portando como estandarte las negociaciones con Cuba y el miserable proyecto de la Alianza del Triangulo Norte. Dicho sea de paso es el saqueo de las reservas petrolíferas,  acuíferas y energéticas lo que se persigue. ¡Cuanta macabra fantasía hollywoodense! La irrupción del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (1992) invirtió el hegemónico orden establecido en Latinoamérica y el Caribe abriendo las puertas al Inkarrí liberador después de 500 años de vejamen. Que se entienda que desde esta trinchera, nadie hace apología de una ruptura de relaciones entre pueblos y guerras fratricidas, hablamos de criminales políticas de Estado que atentan contra los más sagrados derechos de la humanidad dentro y fuera de los EE.UU. Vamos Francisco, miel y de la buena para el gran señor, como se merece, que brille entre los demás señores del mundo, y excremento, de la buena mierda, para el Proyecto Bolivariano…y después que cada uno se lama sin prisa, sin pausa y sin remordimiento.  
 
Gratitud por siempre a José María Arguedas de quien hacemos eco: Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas, la teoría socialista no solo dio cause a todo el porvenir sino a lo que había en mi de energía, le dio un destino y lo cargo aun mas de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien, pero no mató en mí lo mágico. No pretendí jamás ser un político ni me creí con aptitudes para practicar la disciplina de un partido, pero fue la ideología socialista y el estar cerca de los movimientos socialistas que le dio dirección y permanencia, un claro destino a la energía que sentí desencadenarse durante la juventud.
 
11/03/15


[1] Entrevista a José María por Christian Chester, profesor de la Universidad de Texas A&M, Agosto 1966.
[2] Testimonio de José María Arguedas grabado por Sara Castro-Klarén, en Julio Ortega, Texto, Comunicación y Cultura: Los Ríos Profundos de José María Arguedas (Lima: Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación, 1982), pp. 106-107. Cita extraída de Mercedes López-Baralt, La orfandad andina de José María Arguedas. San José: Universidad de Puerto Rico, 1995.
[3]Mabel Moraña (Ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: El desafío de los estudios culturales. México: Universidad Autónoma de México, pag.275, 2005.
[4] Javier Suazo La Alianza del Triángulo Norte ¿Acaso hay agenda oculta?
http://alainet.org/active/81074 ; Rafael Cuevas MolinaCentroamérica: la Alianza para la prosperidad, un sueño de opiohttp://connuestraamerica.blogspot.com/2015/03/centroamerica-la-alianza-para-la.html
[5]Sergio R. Franco. El sueño del pongo: entre la abyección y el deseo. España: “Espéculo”. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2007.
 
[13]Símbolo de la discordia mundial, energía artificial signo de soberanía para unos y señal de saqueo y opresión para otros. Desde los dos puntos de vista recurso energético que amenaza el equilibrio del ecosistema en su conjunto.    
https://www.alainet.org/es/articulo/168154
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