Talento nacional demuestra cómo migrar a software libre sin traumas
Jóvenes venezolanos 'configuran' sociedad del futuro con tecnologías libres
13/02/2015
- Opinión
Unos 500 activistas, desbordantes de conciencia patria y creatividad, lideran la avanzada revolucionaria para levantar independencia
En Venezuela, la Comunidad Nacional de Software Libre es una expresión de la lucha de los jóvenes de la patria. Se estima que, en el país, más de 40 mil personas, entre estudiantes, docentes, tecnólogos, desarrolladores informáticos y servidores públicos, han tenido participación significativa en los eventos itinerantes realizados, desde el año 2004, por la libertad de las tecnologías de información.
Hoy, la Comunidad Nacional de Software Libre reúne a unos 500 activistas que, en un esfuerzo colaborativo, convierten los entes del Poder Público, las universidades y los barrios en escenarios para intercambiar conocimiento, identificar talentos e impulsar la formación de proyectos locales y nacionales en tecnologías libres. Casi el 90 % de estos activistas son jóvenes menores de 35 años de edad.
Uno de esos activistas es Kenny Ossa. Es un joven de 31 años, con una expresión de entusiasmo acentuada por una melena lisa, en un tono castaño claro. Su temperamento despreocupado no retrata ni las acciones ni el pensamiento que alimentan su humanidad. Sin duda, Kenny tiene mucho que decir: es uno de los cientos de venezolanos de la generación joven que revolucionan con el alma.
A Kenny, le conocen en la Comunidad como ‘el Mediador’. Ese apodo se lo ganó desde sus 21 años, cuando le tocó asumir el rol de enlace entre la administración pública y los compañeros de la Comunidad de Software Libre, para la construcción de políticas públicas en materia de tecnologías de información.
Se ríe al contar que “eran dos maneras distintas de ver un mismo asunto. Para la gente de la Comunidad, los funcionarios eran 'los encorbatados eternos'. Para los trabajadores del Ministerio, los activistas de la Comunidad eran 'los pelúos', 'anárquicos'”. En ese momento, a Kenny le tocó ser una especie de bisagra: empezar a conectar redes entre esos dos mundos.
“Yo jugaba un rol dual: me iba con toda la pinta que se exige en las oficinas; pero, todos los días, llamaba a los de la Comunidad para que participaran en las reuniones e hicieran propuestas”, comenta Kenny.
Kenny nació en Acarigua, estado Portuguesa. Su aspecto físico y sus apellidos denuncian a un extranjero, pero su acento y sus palabras muestran la herencia heroica de los llaneros. Entre libros, pizarras, rumas de papeles, computadoras y trabajadores, este activista de tecnologías libres participa en lo que él denomina “la lucha por un mundo justo”.
Dice estar graduado “en la universidad de la vida”. Desde sus tiempos de adolescencia, decidió programar de una forma autodidacta. Comenzó a estudiar Ingeniería en Petróleo en la Universidad De Oriente (UDO), en el estado Monagas. Pero, nunca se terminó de ver con una braga y un casco, en un pozo petrolero. Así que estuvo en esa carrera hasta el cuarto semestre; “¡lo mío son las computadoras!”, afirma, con ganas.
El despegue en las tecnologías libres
En el año 2003, Kenny aplicó para una beca financiada entre IBM (International Business Machines) y el antiguo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Fue seleccionado, y comenzó una formación de un año y medio. “Era como una especie de posgrado antes del pregrado, con recursos, herramientas y conocimientos tecnológicos para los nuevos tiempos. Se llamaba: Programas de Negocios en la Red, con tecnologías libres”. Una vez que culminó sus estudios, hizo unas pasantías en el Ministerio.
“A la gente le gustó mi trabajo. Así que quedé contratado en la Oficina de Tecnologías de Información del Ministerio”, comenta. De esa oficina nació el Decreto 3390 que, luego, firmaría el presidente Hugo Chávez para darle prioridad al uso de software libre en los órganos y entes del Poder Público.
“Para la creación de ese decreto, se dieron las condiciones, producto del paro petrolero de 2002, y todo lo que pasó con Petróleos de Venezuela (Pdvsa). También, la visión del Comandante Chávez de decir: '¡Ya! ¡No nos puede volver a pasar esto! Necesitamos tener control pleno, soberano, sobre nuestras herramientas tecnológicas'”, precisa.
Kenny lleva 10 años trabajando en la administración pública. Nunca ha dejado de formarse: lo mueve la inquietud por investigar y dar cauce a la semilla de la innovación. Por las veredas de Internet, se enteró del rumbo de las tecnologías libres. Comenzó a involucrarse con el colectivo que se estaba gestando en el país; conoció a Richard Stallman, fundador del movimiento por el software libre en el mundo; y al poco tiempo, empezó a organizar el Congreso en Caracas. Su aporte a este colectivo de investigadores ha sido tal que, en 2009, fue nombrado miembro observador de la Fundación de Software Libre en América Latina.
Jóvenes con sueños de gigantes
Para los jóvenes de la Comunidad, el conocimiento prevale por encima de los títulos. “Lo que ha permitido mantenernos en la vanguardia es que entre todos los que pertenecemos a la Comunidad estamos, constantemente, compartiendo información, e investigando. Es un proceso de formación permanente y colectivo”, señala.
Hay quienes acusan a los activistas de la Comunidad de ser gente sin estudio. Pero nada más lejos de la realidad. Los miembros de la Comunidad Nacional de Software Libre mantienen círculos de investigación y laboratorios de tecnologías libres para impulsar la construcción de un país potencia.
Kenny cuenta que, en 2014, tuvieron una experiencia interesante con las guarimbas: “En esos momentos, muchos portales del Poder Público fueron vulnerados (cuando digo muchos, es como 100). Eso nos obligó a investigar y a establecer una sala situacional para revisar la seguridad. Reproducíamos los ataques de los guarimberos tecnológicos para analizar de qué manera preveníamos la vulnerabilidad de nuestros sistemas. Así, dimos con soluciones muy eficaces para controlar los ataques informáticos”.
Con una sonrisa amplia, Kenny manifiesta el placer de pertenecer a una comunidad juvenil que propone cambios, y trabaja para lograrlos. El Congreso Nacional de Software Libre es uno de los frutos de ese trabajo colectivo. Es un trabajo que llega más allá de grupos especializados. “Mucha gente se ha acercado al Congreso por la Canaimita. La Canaimita es un elemento que unifica a las familias, y alrededor del cual se reúnen los venezolanos para investigar, crear, estudiar”, sostiene.
Experiencia de migración en Inces: ejemplo para replicar
Es imposible no llenarse de orgullo al escuchar las anécdotas de Kenny Ossa. La experiencia más reciente de la Comunidad Nacional de Software Libre vive en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces). Este joven activista relata cómo fueron capaces de acompañar la migración de 9 mil estaciones de trabajo en todo el país.
“El Inces ya había pasado por dos procesos de migración insatisfactorios, y eso creó en el sujeto institucional un rechazo hacia el software libre. La gente nos decía: 'Ya nosotros pasamos por eso, y no nos fue nada bien. Ya nos devolvimos'. '¡No queremos nada de tecnologías libres! Déjennos con nuestro software privativo'. O cuando veían que cambiábamos una máquina, decían: “¡Déjalos que, en dos meses, ya tú vas a ver que te van a tener que regresar a software privativo!”.
Después de analizar este escenario, se decidió una estrategia que comenzaba con la concienciación: “Entendimos que no se trataba de sensibilizar; nosotros no queremos tocar la fibra de los sentimientos o la emocionalidad. El uso de software libre es un asunto de conciencia que viene asociado con el conocimiento y un tema de soberanía política”, arguye.
Los activistas y también servidores públicos montaron exposiciones, videos, folletos, actividades en todos los pisos; e iniciaron una fuerte campaña sobre la importancia del uso de tecnologías libres para nuestra libertad individual y para la independencia plena del país.
El segundo paso fue la formación técnica: “No dábamos formación sin que el sujeto hubiera entendido el porqué; si no, era un mero cambio de sistema operativo, sin reflexionar sobre el trasfondo real del uso de software libre. Yo invito a que esta estrategia se haga en los entes del Poder Público. Aquí funcionó, incluso teniendo, al principio, esos altos índices de rechazo”, expresa.
Para esta fase, consiguieron aliados (no eran técnicos, ni tecnólogos) en los espacios que iban a formar. Esos aliados se convirtieron en “caballos de troya” que ayudaron a elevar el nivel de compromiso de la clase trabajadora.
Con la conciencia necesaria y la formación en el sistema operativo libre, pasaron a la fase de la migración, como elemento técnico. Los datos fueron respaldados con el apoyo de los trabajadores. En este punto, Kenny resalta: “La clave nuestra era enamorar a la gente, desde la conciencia. Que la gente fuera en su proceso de entendimiento”.
La última fase fue de control, seguimiento y acompañamiento. “Hay que acompañar al usuario. En muchos organismos, se dio la migración de una manera que traía más inconvenientes que cosas buenas. Un viernes, llegaban los técnicos, migraban las computadoras, y cuando la gente llegaba el lunes, empezaba el caos y el rechazo”, explica.
Con esta estrategia, la escuela de la clase trabajadora avanzó profundamente en la migración a software libre: hoy, el 96 % de las estaciones de trabajo del Inces están migradas. El 4 % restante incluye unas máquinas que tienen aplicaciones privativas muy viejas, entre ellas sistemas administrativos. Actualmente, los jóvenes de la Oficina de Tecnologías están concentrados en desarrollar aplicaciones en software libre y estándares abiertos, que soporten los procesos que requieran esos servicios administrativos para la interacción ágil, auditable y eficiente con los diferentes actores.
Para el activista juvenil Kenny Ossa, la capacidad transformadora de las tecnologías libres no es un tema técnico. “El tema técnico es una excusa maravillosa para proponer un modelo de sociedad más justa, donde prevalezca el conocimiento libre y liberador. Un modelo de convivencia de sociedad con todas las bondades tecnológicas para atender las necesidades de la gente”. A esa sociedad del futuro le apuestan los jóvenes de la patria.
- Nerliny Carucí - Prensa Conati
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