Derecho reivindicatorio de Bolivia sobre su Litoral
02/02/2015
- Opinión
Bolivia vive desde hace 136 años enclaustrada en pleno corazón de Sudamérica.
La característica de los gobiernos del país ha sido la falta de previsión y la ingenuidad. Nada han hecho para potenciar a la Nación y preparar a su Ejército. Se han limitado al envío de representantes diplomáticos con la misión de reclamar dentro del marco del derecho internacional, pero sin contar con la fuerza efectiva necesaria para el caso de que sus gestiones fracasen. Consiguientemente los resultados de sus gestiones han sido negativos.
El objetivo político de Chile ha sido siempre el de mantenernos en estado de impotencia, porque tiene miedo a que nos fortalezcamos, lo cual va a suceder de todos modos, y que le llamemos a rendir cuentas de todos sus actos de usurpación territorial.
Ningún boliviano va a aceptar un trueque de nuestro Departamento del Litoral por un callejón al norte de Arica, sin puerto propio ni soberano. Tal dádiva merecería el repudio internacional.
En rigor de verdad, debe observarse que dicho ridículo “corredor” sin puerto propio ni soberano, en un lugar inhóspito y donde tampoco es factible la construcción de uno, no es ninguna solución al enclaustramiento marítimo de Bolivia. Ha sido una añagaza estratégica chilena para hacer pisar el
palito al Estado boliviano, de modo que, primeramente, éste se olvide para siempre de reclamar sus justos y legítimos derechos irrenunciables e imprescriptibles en los puertos ancestrales de Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla, y al mismo tiempo fue un nuevo intento para desmembrar más territorio a su vecino, en zonas riquísimas en agua dulce, geotermia y otros recursos, además de convencer a Bolivia de hacer partícipe, sin condiciones, a Chile, de su riqueza gasífera.
La “salida” de Bolivia de su actual prisión, al mar, por una inhóspita “faja” de territorio al norte chileno, por la cual está trabajando el Gobierno de Chile, nunca dejaría de ser otra cosa que una ventana de salida a un mar ajeno y a una costa “inhospitalaria”, convirtiendo a Bolivia en tierra interior de Chile. ¿Qué haría Bolivia con una costa de 10 Km. de ancho en una región “bravía, feroz, indómita, salvaje”? Acabaría sus últimos días de aislamiento, confinada y sin derecho a reclamar su cautivo Departamento del Litoral.
Chile debe restituir lo que es propio de Bolivia. Debemos dejar de lado el llamado “practicismo” que implica un escandaloso reconocimiento público a la doctrina expansionista de Chile.
Hacemos notar que nuestro enemigo ha hecho un lavaje cerebral a algunos malos bolivianos, que sin escrúpulos de ninguna clase han planteado soluciones nada dignas al honor nacional, como corre-dores sin puerto, enclaves, polos de desarrollo, zonas trinacionales, y hablan de “salida al mar”, “corredor sin puerto al norte de Arica”, “enclave” en Tarapacá ó cerca de Mejillones, “gas por mar”, “agua dulce por mar”, “trueque territorial”; se menciona “cualidad marítima”, “confianza mutua”, “acercamiento”, “abrazo de Charaña”, “enfoque fresco”, “practicismo”, “zona internacional”, “soberanía compartida”, “polo de desarrollo”, “agenda de trece puntos”, “Corte de La Haya”, “Chile no puede dividir su territorio”, etc., etc., y se han puesto de lado del usurpador y han olvidado nuestros justos derechos sobre el cautivo Departamento del Litoral.
Los bolivianos debemos rechazar todo proceder ajeno al derecho reivindicatorio de nuestra ancestral costa marítima en el Océano Pacífico, clamando con la voz de todos los pueblos y naciones en to-dos los ámbitos de la Patria.
El “melgarejismo” ya ha regalado nuestra costa que va desde el paralelo 24 hasta el río Salado; luego, hemos sufrido la invasión de 1879 donde nos han usurpado el litoral hasta la desembocadura del río Loa. No debemos seguir con la maldita chilenofilia; dejemos de lado los “abrazos de Charaña” y enfoquémonos al progreso social y la soberanía de nuestra Patria, practicando la democracia participativa. Posicionemos el tema marítimo en la agenda internacional, buscando aliados y escenarios que nos acerquen a la reivindicación de nuestro litoral cautivo, para lo cual los bolivianos deben hacer cada día la renovación de su fé y duplicar sus esfuerzos. Tenemos que rechazar la política de “confianza mutua” y “mar a como dé lugar”, y debemos exigir la reparación del atropello de 1879, y esto sin claudicaciones ni compensaciones a Chile. No queremos tomaduras de pelo como el ridículo callejón al norte de Arica. Nuestro Departamento del Litoral, actualmente ocupado y usurpado de facto, no puede convertirse en soberanía intangible chilena, con los argumentos de que la Corte de La Haya no trata revisiones de Tratados y de que Chile no devolverá el litoral porque no puede dividir en dos partes separadas su territorio. Bolivia debe esperar la coyuntura internacional, así tengan que pasar 100 años más, para poder reivindicar su propio litoral, y no contentarse con un plato de lentejas. Los embajadores bolivianos deben publicar en los medios comunicacionales del mundo la verdad sobre el asalto filibustero chileno de 1879. No debemos centrar todas nuestras expectativas en un supuesto fallo favorable de La Haya, ya que conocemos los ardides de la diplomacia mapochina cuando de negociar se trata. Debemos darnos cuenta que el trato bilateral nunca ha encontrado ni la más remota intención de reparación por parte de Chile al daño causado con su asalto invasor. Los alcances de un fallo de la Corte, para una obligación a negociar, seguramente no serán bien establecidos, y menos esa negociación será necesariamente favorable a la parte demandante. Bolivia no renuncia a sus derechos sobre el Departamento del Litoral, y no considera ningún canje territorial, puesto que esto último constituiría un error de lesa Patria. Es importante difundir el conocimiento, sobre los recursos potenciales que brinda el mar y los beneficios que genera la explotación de éstos, en la población; ello permitirá despertar la conciencia de nuestros intereses en el mar y un sentimiento de nuestro derecho a gozar de los bienes que brinda a la humanidad.
La falta de incentivos y la carencia de planes políticos y económicos que fomenten el desarrollo de los intereses marítimos por parte del Gobierno Central, establece que los empresarios privados bolivianos se conformen con la compra de servicios de transporte marítimo para comercializar sus productos y no visualicen los beneficios que obtendrían participando de empresas de transporte marítimo o creando asociaciones privadas o mixtas para fomentar el transporte marítimo. Hay que desarrollar una Marina Mercante Nacional en forma armónica y sostenida que permita satisfacer las necesidades y requerimientos de transporte comercial tanto de las empresas privadas como estatales así como garantizar el transporte y seguridad en situaciones críticas o de conflicto; en consecuencia debemos desarrollar nuestra vocación marítima, para alcanzar una gravitación efectiva en los mares del mundo. Llegará la alborada en que desde las playas del Pacífico vaya a todos los mares el rumor gozoso del pueblo boliviano que va a recuperar sus puertos soberanos, después de vivir injustamente enclaustrado. Se debe hacer un llamado a la niñez y la juventud en no claudicar el retorno de Bolivia al mar y que se identifiquen mucho con nuestro litoral cautivo, con nuestros héroes que han sido grandes y valerosos hombres y mujeres quienes sacrificaron sus vidas por la patria, en una guerra desigual tras una cobarde invasión donde nos han usurpado nuestro mar en un latrocinio fratricida.
- Jorge Edgar Zambrana Jiménez es ingeniero civil, historiador y teólogo
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