Diversidad cultural: Instrumento de integración y desarrollo

05/01/2015
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La diversidad cultural debe ser una importante fuerza impulsora para la elaboración de políticas públicas, en un Uruguay definitivamente pluralizado en su población y en su cultura. Aprender a convivir ya no será un mero gusto sino una necesidad y condición para la paz y por ende, el desarrollo.
 
Según UNESCO: “En momentos en que la mundialización está impulsando una mezcla de culturas sin precedentes a nivel internacional, invertir en la diversidad cultural puede renovar nuestros enfoques de desarrollo sostenible, garantizar el ejercicio eficaz de las libertades y los derechos humanos universalmente reconocidos, fortalecer la cohesión social y la gobernanza democrática.”
 
No existen culturas aisladas, la riqueza del mundo es su diversidad dialogante, y cada cultura se nutre de sus propias raíces pero sólo se desarrolla en contacto con las demás. El énfasis está en instaurar una realidad global basada en el diálogo intercultural responsable, donde el contacto se base en el conocimiento del otro, única forma a través de la cual se logrará construir un mundo más integrador, justo y pacífico.
 
Son conceptos de imperiosa vigencia en un mundo globalizado, ya infinitamente mestizado, y de movimientos migrantes constantes. Realidad que nos impone el desafío de la administración, la convivencia y el desarrollo adecuado a los hechos que muestran desplazamientos de poblaciones incesantes por diversos motivos.
 
Uruguay tiene condiciones atractivas extra en ese juego internacional de idas y venidas de la gente por el planeta. Somos un país destino de poblaciones en masa, por ejemplo desde el Caribe y el norte de la nuestra Sur América. Ni qué hablar de las familias del Medio Oriente que han llegado traídas por nuestro Gobierno, que sin dudas atraerán casos similares impulsados desde lo individual.
 
El clima, la sociedad, las condiciones económicas actuales y las que se vislumbran, son factores tentadores para quienes desean emigrar, sea buscando horizontes de buena vida en lo económico, sea como lugar de descanso para épocas de pasividad.
 
Por distintas razones, los hechos dicen que los flujos migratorios prometen acrecentarse. ¿Estamos preparados?
 
El reconocimiento de la importancia de la diversidad cultural como vivencia y concepto ético para el desarrollo social y económico no es un tema nuevo en la escena política internacional.
 
Naciones Unidas recuerda a los Estados su responsabilidad de crear ambientes propicios para la diversidad cultural y el disfrute de los derechos culturales, en los que todas las personas, incluyendo las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas, tengan el derecho a expresarse, recibir una educación de calidad y participar en la vida cultural de su elección.
 
El programa Frente Amplio hace hincapié en estos conceptos citando: “Según la UNESCO, el respeto a la diversidad y a la identidad cultural es un bien y un recurso que hay que promover y desarrollar, porque contribuye, no sólo a la cultura en general y al arte, sino al desarrollo global de los pueblos, afirmando “el valor central de la cultura como base indispensable para el desarrollo integral del ser humano y para la superación de la pobreza y de la desigualdad.”
 
El mundo tiende a la democratización y uso responsable de los medios de prensa y la defensa del derecho a la comunicación como eje central del disfrute de la pluralidad y combate a las culturas hegemónicas.
 
La consideración de la diversidad cultural debe tener rango de política pública estatal a nivel nacional.
 
Si queremos desarrollo sostenible, no habrá jerarquías sino intercambio equitativo.
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