El entrenamiento y las violaciones a los DDHH

04/12/2014
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 A pocos días que conozcamos el Informe de la Comisión de la Verdad debemos saber que Brasil sigue enviando militares a la Escuela de las Américas del Ejército de EEUU.
 
Esta academia militar fue fundada en 1946 en Panamá con el objetivo de dar entrenamiento a soldados latinoamericanos en técnicas de guerra y contrainsurgencia.
 
 Desde 1984 comenzó a operar en los mismos EEUU y desde el 2001 se le conoce también como Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC en sus siglas en inglés).
 
 Desde su fundación a la fecha ha entrenado a más de 77.000 soldados latinoamericanos bajo la doctrina militar estadounidense.
 
 Muchos de sus graduados están acusados de cometer violaciones a los derechos humanos en sus propios países.
 
Fue precisamente en la Escuela de las Américas donde se adoctrinó a los soldados latinoamericanos en los conceptos de la Doctrina de la Seguridad Nacional: la idea del “enemigo interno”.
 
En 1996 la prensa de EEUU reveló que los Manuales de Entrenamiento utilizados aconsejaban "aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos".
 
 Con justa razón Amnistía Internacional ha señalado que "los torturadores no nacen: alguien los educa, los entrena y los apoya”.
 
De la verdad a la plena justicia
 
 La aspiración legítima, cuando un país asume que hubo violaciones a los derechos humanos, es que el Estado asegure a sus ciudadanos el derecho absoluto a la plena justicia, la verdad, la reparación y fundamentalmente de garantías de no repetición.
 
Las garantías de no repetición son todas las medidas que se toman para desmantelar las doctrinas, enseñanzas, organizaciones, leyes, etc., que permitieron que se cometieran abusos a los derechos humanos.
 
Quizás uno de los más completos Informes de Comisiones de la Verdad latinoamericanos es el Informe de la Comisión de la Verdad, Ecuador 2010, titulado “Sin verdad no hay justicia” que en su parte sobre “Conclusiones y Recomendaciones” señaló que “el imaginario de “enemigo interno” se concibió en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, para referirse no sólo a las organizaciones insurgentes, sino en general a las organizaciones sindicales, estudiantiles, indígenas o de cualquier otro tipo, que fueran consideradas como una amenaza al orden democrático”.
 
Agrega que “Las Fuerzas Armadas eran las principales estructuras encargadas de combatir al “enemigo interno” en Latinoamérica” y que “la Escuela de las Américas se erigió como la principal organización del ejército de los Estados Unidos destinada a la instrucción militar en América Latina”.
 
El informe recomienda una serie de medidas para la no repetición de violaciones a los derechos humanos. Dentro de ellas, llama a los ministros de Defensa Nacional, de Gobierno y Policía a “que no se autorice a miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional a que asistan a cursos con enseñanzas contrarias a los derechos humanos. De manera particular, el Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental, antes conocido como la Escuela de las Américas”.
 
Finalmente, el Presidente Rafael Correa decidió el 2012 no autorizar más envíos de militares o policías a esta academia militar. Lo mismo han hecho Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Argentina. Brasil debiera seguir el mismo ejemplo no enviar siquiera un soldado a la tristemente conocida “escuela de asesinos”.
 
 Esta propuesta, debiera ser una de las tantas recomendaciones, como la anulación de la Ley de Amnistía, entre otras, que debiera realizar la Comisión de la Verdad al Estado.
 
-       Pablo Ruiz, Equipo Latinoamericano de SOAW, Observatorio de la Escuela de las Américas
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/165924
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