La profecía maya ahora

03/02/2013
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Caracas 10 de enero del 2013. Se confirmó el cambio de era anunciado por los Mayas. Las imágenes del juramento colectivo ante el Vicepresidente Maduro que leía punto por punto, Constitución en mano, a lo que había que comprometerse.
 
Ante el mundo quedó clarísimo para quien quiera ver, que el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, había jurado cumpliendo todos los requisitos que establecen la ley y la Constitución. Quien no quiera ver, mejor que ni mire esa plaza.
 
Ese juramento ha sido la más bella y grande muestra de militancia y de respeto a su dirigente. Que no quepa duda, es la voluntad popular, es la ratificación clara, precisa, contundente de ese pueblo que camina en la revolución con paso de marcha y de tambores tropicales. Es también la esperanza de continuidad de un nuevo partido que nace con sus relevos y dirigentes jóvenes y capaces.
 
Claro que está la derecha llena de rencor, peligrosísima, con una desesperación lista para destruir y devolver al Imperio lo que es del pueblo. Pero de ella no me voy a ocupar hoy.
 
Me voy a ocupar de las críticas que provienen de la izquierda, esa izquierda muy valiente en algunas ocasiones como cuando alguno de ellos o ellas empuñaron las armas en los setentas y en los ochentas, pero que hoy prefieren criticar y distanciarse. Esa izquierda que no puede ver a estos procesos porque los comparan a sus propios sueños detenidos en el tiempo o a sus viejas ideas de lo que debe ser un partido, una revolución, un camino único olvidando lo que dice Mariátegui, “sin calco ni copia, sino creación heroica”.
 
Olvidan los compañeros, y amigos, que estos procesos nuevos en la izquierda son el resultado de los grandes movimientos populares y como tal reflejan todas las contradicciones de nuestros pueblos. Se borró el pensamiento único y surgen estas bellísimas formas de gobernar que consiguen redistribución de la riqueza, la lucha contra el neoliberalismo, el antimperialismo (comprendiendo al Imperio como lo propietarios de la economía del mundo) el multilateralismo en las relaciones, el romper conel sometimiento a los Estados Unidos, y la priorización de la gente por encima del capital. La derrota de la ilimitada codicia de esas patéticas y genuflexas burguesías incapaces de crear un proyecto nacional.
 
La movilización alrededor de la esperanza, pero esperanza que se convierte en casas populares, acceso a la salud reservada antes para los ricos (“…nunca Señor Ministro fue la salud tan mortal”… dice César Vallejo durante ese incipiente capitalismo peruano de los años 30) Esa salud tan mortal y tan elitista que sólo sirve para los muy ricos y que hoy en los países mencionados y en Cuba y Nicaragua no es un privilegio sino un derecho.
Ese acceso al internet, ese acceso a la electricidad, ese combustible subsidiado, ese préstamo oportuno, esa carretera pavimentada, ese servidor público obligado a cumplir sus horarios (aunque a veces de mala gana), ese policía bien pagado, esa maestra con nuevo salario y nueva formación. El acceso a la educación gratuita y sus libros de texto y sus uniformes escolares y la merienda y el almuerzo. El doblegar la mano a los medios de comunicación de las empresas privadas, buscando nuevas e inteligentes fórmulas de crear un acceso libre e inteligente a la información. Todo ello forma parte de una nueva sociedad que se construye.
 
Los errores que hay (y los hay) nublan la vista sobre el listado de aciertos.
 
Claro que hay errores en Brasil, en Argentina, en Uruguay, en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela. Claro que existe el peligro de la corrupción y está presente en Cuba o Nicaragua. Claro que habría que ir más rápido en algunas cosas y que habría que hacer un esfuerzo duro, contra la acumulación primaria de capital en algunos entornos de los presidentes o las presidentas.
 
Claro que se teme al dirigente único y la falta de construcción de partido o de partidos. Se teme a Correa o a los Kirschner, a Morales o a Chávez. Construir las opciones, contribuir a ello con la humildad necesaria y la firmeza requerida. Combatir la corrupción y consolidar lo avanzado hasta poder dar otro salto contra el capitalismo de por sí antropofágico. Esa es la propuesta.
 
Todo ha cambiado, el camino ha sido el electoral y el primero en lanzarse a él fue Chávez, (no olvidamos a Jacobo Árbenz o Bosch o Allende, pero es tema de otra reflexión) no olvidemos que Chávez en esta etapa fue el primero en lanzarse. Las extraordinarias movilizaciones populares de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, trajeron a estos presidentes. En Venezuela y en Ecuador una vez electos, los pueblos defendieron y protegieron con sus vidas en la asonada golpista contra Correa o en el golpe fracasado contra Chávez.
 
Sí es cierto que hay errores y hay que luchar desde dentro, con coraje, tranquilidad y la felicidad de pertenecer a una etapa nueva de la revolución. Esta etapa signada por el canto masivo y popular de mujeres y hombres en la plaza diciendo,¡Sí Juro! Signada por las marchas y los mítines que preceden al indudable triunfo del Presidente Correa en las cercanas elecciones ecuatorianas; marcada por la reciente cumbre de la CELAC y por tantos otros aciertos de estos años cercanos.
 
Ese juramento retumbando en los oídos y corazones de las personas honestas y justas de todo el mundo es un cambio de era, debemos transformarlo en el inicio del fin de un mundo y el nacimiento de otro y allí deberemos construir esa civilización diferente que nos lleve a amar a la naturaleza como a nosotros mismos. Ese debe ser el inicio de la nueva era Maya para América latina y de una comprensión distinta del mundo, esperando que los tambores guerreristas de gringos y europeos en el Medio Oriente y en África no corten este camino.
 
Todas las posibilidades están abiertas y junto con ellas todos los riesgos. El Imperio no duerme, la codicia infinita se llena los bolsillos (por ejemplo el señor Carlos Slim posee 76 mil millones de dólares que equivalen al ingreso anual de los 41 países más pobres del mundo, según escribe Fander Falconí, hace unos días) y conspira contra las nuevas democracias, y esa codicia infinita también rodea a nuestros procesos y a nuestros dirigentes sean de gobierno, sean populares.
 
El camino para mantener estos procesos pasa también por otro desafío además de la lucha contra la Codicia, y es lograr con el voto, con el pueblo en las calles. Cada vez es un riesgo, cada vez las elecciones obligan a tensar todas las fuerzas para que en estos ejercicios democráticos, en este referéndum constante no se desvíe el camino que puede ser ganado por los cantos de sirena del imperio.
 
Tomar el poder por las armas y mantenerlo no fue fácil y Cuba y Nicaragua son muestra de ello. Tomar el gobierno por la vía electoral y construir procesos de profunda transformación y hasta revoluciones es terriblemente complejo. Es un ejercicio de educación permanente y de convencimiento disciplinado.
Y por último que las Fuerzas Armadas y las policías dejen de ser la espada de Damocles sobre nuestras democracias y nuestras cabezas y finalmente entiendan que la Patria es de todos en estos procesos abiertos, es aún más complejo, pero esto último va para el siguiente artículo.
 
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