Tercera y última parte

Nunca el doble rasero

27/01/2013
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Ya dejamos establecido que las voces en contrario y la polémica que se ha propiciado por la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de otorgarle un amparo liso y llano a la francesa, Florence Cassez y por consecuencia su libertad inmediata, no obstante que otras instancias la habían sentenciado a 60 años de prisión, se debe a intereses del pasado inmediato, al desconocimiento del Derecho y desde luego a la campaña mediática que llevó a cabo el ex jefe policíaco y principal culpable de todo este intríngulis, Genaro García Luna.
 
Solamente así se explica que más del 80 por ciento de los mexicanos, según encuesta del diario Reforma, consideren que fue una afrenta la liberación de la ciudadana gala, un ultraje a las víctimas del secuestro y una aberración jurídica de la Corte.
 
Recibimos un Facebook que explica en todas sus partes como los mexicanos, por desgracia, reaccionamos de manera diferente cuando de defender a los nuestros se trata y de no aplicar la misma regla para los extranjeros en desgracias y agregaría para los desheredados y para los indígenas.
 
No había de otra, de acuerdo al argumento jurídico, Florence Cassez tenía que salir libre, o rebajársele la pena, porque faltó lo que los juristas llaman “el debido proceso” y “la presunción de inocencia”.
 
Si no se avisó al consulado francés de su detención por los gravísimos casos en que presuntamente se encontraba involucrada, se violó un derecho inalienable y que se respeta en la mayoría de las naciones.
 
¿Es una arbitrariedad leguleya eso del “debido proceso”? Tal vez, dice nuestro cibernauta, pero nosotros, los mexicanos, hemos usado esa figura cuando nos ha convenido.
 
Y van las pruebas: México logró que a varias decenas de prisioneros mexicanos en cárceles estadounidenses, sentenciados a muerte, se les conmutara la pena porque las autoridades de ese país no avisaron a las nuestras de su detención.
 
Ese fue un triunfo de la justicia mexicana, que con el jurista Bernardo Sepúlveda a la cabeza llevó el caso a tribunales internacionales (aunque después el gobierno no le diera ni las gracias) y venció.
 
El médico sinaloense Álvarez Macháin fue puesto en libertad en Estados Unidos, no obstante haber asistido a Rafael Caro Quintero en la tortura y muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar.
 
¿Era inocente? Todo indica que no, pero fue puesto en libertad por le enérgica protesta de la diplomacia mexicana, pues Álvarez Macháin fue secuestrado en México por agentes de Estados Unidos y sacado contra su voluntad del territorio nacional.
 
El canciller Fernando Solana Morales, colega muy estimado, tenía instrucciones de retirar al embajador mexicano en Washington, en plena negociación del Tratado de Libre Comercio, si no devolvían a México a Álvarez Macháin.
 
También en esa época el gobierno mexicano liberó de una cárcel de Texas a Ricardo Aldape Guerra, el joven regiomontano condenado a muerte por haber participado en el asesinato de un policía en la Unión Americana.
 
Florence Cassez estuvo probablemente involucrada en secuestros en nuestro país, como algunos mexicanos lo estuvieron en homicidios de estadounidenses en esa nación, pero le fueron arrebatados sus derechos humanos por el protagonismo de un jefe policíaco de pacotilla.
 
A todos los que piensan diferente, les decimos que no se vale el doble rasero, que sólo mediten sobre lo determinado por el tribunal más alto del país, porque a la larga o la corta, nos beneficiará a todos los mexicanos y en esa línea, insistimos: no más abusos del poder en la persecución, procuración y administración de justicia.
 
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano. www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.mx, y www.clubprimeraplana.com.mx
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