Actor en la integración
21/01/2013
- Opinión
Ante la sorpresa generalizada en el año 2006, Rafael Correa se presentó como candidato a las elecciones presidenciales de Ecuador sin llevar lista de legisladores nacionales, que eran los que deberían votar, la que era su principal bandera, una reforma constitucional. Tal era el desprestigio de la política y tal la apuesta fuerte de Correa. Sin diputados propios y con el pueblo en la calle logró que se votara la modificación de la Constitución.
Precisamente, cuando dicha reforma se efectivizó en el año 2009 se realizaron, nuevamente, comicios y triunfó con el 51,99%, cifra nunca alcanzada hasta ese momento para una primera vuelta electoral.
La Reforma constitucional del 2008 significó el comienzo de un cambio profundo en el escenario social y político; ya que luego de triunfar en una consulta popular para llamar a un referéndum, logro el mismo con casi el 64% de los sufragios, dándose así impulso al proyecto presidencial.
Ya desde su artículo 1º que expresa: “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma de república y se gobierna de manera descentralizada”; queda definida una nueva perspectiva política e ideológica que se consolidó también, con un cambio del rol del Estado en el manejo de la economía, en el funcionamiento del Banco Central, en el cuidado de los recursos naturales, entre otros sustanciales temas.
Desde allí y con el triunfo en cada elección que llevó adelante, Rafael Correa comenzó a incorporar a su patria, como miembro activo en el proceso de integración regional y especialmente en el nacimiento de la UNASUR, siendo la ciudad de Quito su sede permanente.
Son recordadas, también, su decisión de cerrar la base estadounidense de Manta y el haber retirado a la DEA del territorio ecuatoriano.
Ahora enfrenta un nuevo desafío electoral, de donde saldrá triunfante para retroalimentar la construcción de los procesos democráticos en Suramérica, como ya ocurriera con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela; proyectos populares y de participación social que están siendo sometidos permanentemente a acciones de desestabilización y a campañas mediáticas para desacreditarlos.
Esta es la importancia estratégica de la victoria de Rafael Correa el 17 de febrero próximo.
Oscar Laborde, Representante Especial para la Integración de la Cancillería Argentina
Publicado en Tiempo Argentino
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