El proceso de paz exige avanzar en entendimientos con el ELN

12/10/2012
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Si bien no se consiguió la solución global del conflicto armado con el conjunto de las guerrillas sino que ha sido un proceso progresivo, con avances y retrocesos notorios, nada justifica que no se haga todo lo necesario para que no se produzca sólo la negociación con las FARC sino que se avance en igual sentido simultáneamente con el ELN. No hacerlo, podría conllevar al más indeseable de los escenarios, el pacto de paz y la desmovilización de una guerrilla y la persistencia de las hostilidades con la otra, lo cual sin duda impediría conseguir el cierre de la guerra y estimularía posibles disidencias en este caso de las FARC, de forma que el ELN junto con otras fracciones guerrilleras, entre ellas el reducto del EPL aún existente, conllevarían a una fase con más altos riesgos de degradación y descomposición de tales expresiones armadas. Por el contrario, si tenemos la fortuna de un avance discreto de entendimientos entre el Gobierno y el ELN y surge un nuevo acuerdo hacia la negociación de paz, tendríamos la posibilidad efectiva del cierre definitivo de las hostilidades con las guerrillas y podrá darse una sinergia y aproximación adecuada entre ambos procesos, que aportarán hacia una agenda de paz confluyente.
 
A mediados de los 80 cuando las FARC, el EPL y el M19 pactaron treguas con el Gobierno Betancur y se dio curso al primer proceso de paz, el ELN en oposición promovió de forma muy activa la unidad con otras pequeñas guerrillas, como táctica para conseguir la prolongación de la guerra. Incluso el hecho de ser procesos separados los adelantados con estas guerrillas, explica el que la ruptura de la tregua se produjo de forma escalonada, de forma que cada vez cerraba más las posibilidades de persistir en logros hacia la paz a las guerrillas que se mantenían en conversaciones y acuerdos. Finalmente, todas las guerrillas se encontraron para formar la CNGSB, en desarrollo de intensas hostilidades durante la segunda parte de esa década. Además, entre 1988 y 1990, cuando ésta Coordinadora Guerrillera definió como propósito conseguir la solución política negociada de forma unificada, fue incapaz de implementarlo colectivamente y se dio paso de nuevo a negociaciones sucesivas, como es conocido, primero con el M19 ante su decisión de pasar a la acción política en 1990 y luego con el EPL y otros grupos menores que reconocieron la posibilidad de paz y la necesidad de fortalecer el proceso de reforma política emprendido por la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
 
Tras los diálogos de Caracas y Tlaxcala entre 1991 y 1992, si bien se dio la actuación coordinada entre las FARC y el ELN en las conversaciones con el Gobierno nacional, rescatando aún la denominación de CGSB, como es conocido no se consiguieron resultados definitivos y sobrevino una fase de intensificación de las hostilidades hasta el final de esa década. Posteriormente, en las aproximaciones hacia posibles diálogos de paz, en los acuerdos de carácter humanitario y durante el proceso de paz con el Gobierno Pastrana, las FARC y el ELN han actuado de forma independiente. Como se recuerda, durante el segundo mandato del Gobierno Uribe el ELN adelantó con esa administración valiosas rondas de exploración hacia negociaciones de paz en La Habana, de forma que de haber sido en las dos décadas anteriores la guerrilla más reacia hacia este tipo de proceso, pasó a ser más resuelta, abierta y dispuesta a conseguirlo, con base la propuesta de que convoque una Convención Nacional, como espacio de concertación regional, social y nacional hacia el logro de los compromisos políticos y estructurales con la paz. Entre tanto, con las FARC las únicas aproximaciones eran ante la necesidad de resolver, con el concurso de facilitadores, graves problemáticas humanitarias, en particular la liberación de rehenes, secuestrados y personal de la fuerza pública en su poder.
 
En años recientes las FARC y el ELN pasaron una página dramática ante la guerra entre insurgencias que desataron en Arauca, Cauca y otros departamentos, ocasionado no sólo bajas en combate sino víctimas entre la población civil. Sin embargo, hace un par de años recuperaron el entendimiento, terminaron el enfrentamiento y ahora manifiestan posiciones unitarias que se expresan en un comunicado reciente, firmado por las dos comandancias, en el cual se alienta y demanda el inicio de las conversaciones de paz con el ELN. De tal forma, existen condiciones favorables para que si se consigue un nuevo acuerdo de principio hacia la terminación de la guerra con ésta guerrilla, podría darse la necesaria sinergia entre las agendas, los procedimientos, las dinámicas políticas, sociales e institucionales y la posible y deseable confluencia de ambos procesos en torno a propósitos y metas comunes de la resolución negociada de la guerra y los compromisos que aportarán a la perspectiva general de la construcción de la paz. Más aún, el último reducto en armas del EPL, en Catatumbo, que sobrevive precisamente en un espacio compartido y de entendimientos con frentes de las FARC y del ELN, podría acogerse a tales soluciones y desmovilizarse en tal contexto, incluso antes de que se imponga la dinámica advertida por las autoridades y otras fuentes, que señalan su marcada degradación política y sus marcados compromisos con el narcotráfico.
 
Es de recordar que en desarrollo del proceso de paz a instancias de la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, entre 1990 y 1991, el EPL, el PRT y el MAQL estudiaron la posibilidad de emprender una negociación unificada, pero con realismo y acierto interpretaron que no era lo más indicado ni tenía sentido práctico. El EPL era una guerrilla de presencia nacional con apuestas políticas e inserción social reconocida, el PRT era un movimiento político conspirativo con influencia social campesina y social en los Montes de María y el MAQL era ante todo una forma de autodefensa ligada a las comunidades indígenas del Cauca. Sin embargo, adoptaron una negociación coordinada que les permitió compartir algunas comisiones temática conjuntas, cooperarse en los avances y confluir con sus propuesta y delegados en la Asamblea Nacional Constituyente e incluso estrechar lazos en las expresiones partidistas y sociales en su retorno a la paz.
 
En las actuales condiciones no parece ser lo más aconsejable la simple llegada a la mesa de negociaciones ya acordada entre el Gobierno y las FARC sino posibilitar que el diálogo y los primeros acuerdos con el ELN permitan definir los acumulados políticos, las aproximaciones temáticas y las particulares dinámicas de búsqueda marcada del concurso de la sociedad y de la cooperación de la comunidad internacional que ha sostenido ésta guerrilla en pasados eventos de diálogo y negociación. Pero ello por supuesto no podrá ir en detrimento sino por el contrario dinamizar una estrategia de confluencia de las expresiones del proceso de paz, para que efectivamente se imponga así sea en sus últimos eventos, la confluencia de las guerrillas aún existentes en torno al cierre de la guerra y a los compromisos con la construcción definitiva de la paz. Por supuesto, esto indica que habrán de tratarse tanto en las mesas con las guerrillas como ante todo en amplios espacios institucionales y sociales, temas de fondo asociados al conflicto armado y las expresiones de violencia, problemáticas necesarias de abordar y superar, como condición de fondo para garantizar la superación definitiva de las violencias generalizadas, la violencia sociopolítica y las expresiones armadas relacionadas con el conflicto armado y sus entornos.
 
Álvaro Villarraga Sarmiento
Presidente de la Fundación Cultura Democrática
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 324
Semana del 12 al 18 de Octubre de 2012
Corporación Viva la Ciudadanía
https://www.alainet.org/es/articulo/161861
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