Catalunya: Unas elecciones entre la algarabía y la quimera

25/09/2012
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“Había yo tenido ya ocasión de discurrir con mi amo sobre la naturaleza del gobierno en general, y particularmente sobre nuestra magnífica Constitución, legítima maravilla y envidia del mundo entero. [...] Le dije que un primer ministro, o ministro presidente, que era la persona que iba a pintarle, era un ser exento de alegría y dolor, amor y odio, piedad y cólera, o, por lo menos, que no hace uso de otra pasión que un violento deseo de riquezas, poder y títulos. Emplea sus palabras para todos los usos, menos para indicar cuál es su opinión; nunca dice la verdad sino con la intención de que se tome por una mentira, ni una mentira sino con el propósito de que se tome por una verdad. Lo peor que de él se puede recibir es una promesa, especialmente cuando va confirmada por un juramento; después de esta prueba, todo hombre prudente se retira y renuncia a todas las esperanzas”.
 
“Los Viajes de Gulliver”. Jonathan Swift.
 
La convocatoria de elecciones anticipadas en Catalunya por Artur Mas (no Ártur, como repiten con fonética anglo tanto indocumentado) es la culminación de una estrategia hábilmente construida para zafarse de su responsabilidad como el mayor y más incompetente recortador de derechos del Reino- en feroz competencia con MR -y eso que el galán se jactaba de formar un “govern dels millors” en torticera coalición con el PPC. La maniobra de cubrise con los gritos indignados de la Diada le permitirá cosechar el maná de votos de muchos que se han tragado un relato retorcido(“no nos quieren”,“la solució,in-de-pen-den-cia”, “freedom Catalonia”, “botiflers”)cuya finalidad no es otra que encubrir la otra cara de la luna del ultranacionalismo y cargarle la culpa de que, a no tardar, no va a poder pagar ni la luz del Palau de Sant Jordi al mítico “Madrit”. Por más que esté fatigado de España su gesto es es una modalidad de la picaresca española :¡a mi que me registren, que ha sido el otro¡
 
Cierto es que para la mayoría de los ciudadanos catalanes (y ¡ojo! también para muchos demócratas del resto de España) la sentencia sobre el Estatut por parte de un ilegítimo TC, instigado por el PP y -no se olvide- sectores bien pensantes del PSOE -los Ibarra, Bono, Peces,Guerra- y de su cohorte de intelectuales mediáticos, ha supuesto un humillación inaudita para el pueblo catalán y sus instituciones.La caverna facha- incluyendo la caterva de comentaristas futbolísticos graciosillos- ha convertido la mofa y el escarnio a todo lo catalán en un signo de patrioterismos casposo de carácter neofranquista, con sus boicots al cava y la butifarra y sus siniestras mesas petitorias contra Catalunya bajo la presidencia de honor de la chulapa Aguirre. ¡Es como para estar hasta el copete, por no decir una grosería¡
 
Pero por más greuges que se acumulen, no puede haber una salida democrática para Catalunya que esté basada en otra barbarie de manipulación y engaño, equivalente a la de los fachas de pelo en el pecho, como la que pretende CiU y el Tea Party independentista. La destrucción de la sanidad pública catalana, el uso masivo de recursos públicos para financiar la enseñanza privada,los ochocientos mil desempleados, el cierre de servicios y programas sociales, la depauperización de grandes sectores populares, la acumulación de riqueza en pocas manos, el crecimiento de la xenofobia, la corrupción de la casta política con sus Palaus y sus “3%”, y tantos y tantos problemas que estremecen a la sociedad catalana son los mismos y tienen el mismo origen que el resto de España: las políticas ultraliberales y el secuestro de la democracia.
 
La falsa salida de Mas&Durán representa el pan de hoy de los votos para preservar el poder, a cambio del hambre de mañana que pagarán con la división y el deterioro -quizás durante largo tiempo- de la cohesión social de Catalunya lograda tras el franquismo. Al polarizar a la sociedad catalana entre la independencia (velados con palabrerías ambiguas y sonoros silencios) y el unionismo españolista (los botiflers y otros malos catalanes), el nacionalismo consigue asestar un golpe- puede que definitivo- al consenso social que permitió la restauración de la Generalitat y la aceptación de la cultura y lengua catalana por parte de la comunidad de catalanes castellano parlantes.
 
Atrás queda la obra del PSUC del Guti y Gregorio López Raimundo, del PSC de Joan Reventós, Ernest Lluch y Pascual Maragall, de intelectuales y artistas como Josep Benet, Raimon, Serrat, Vázquez Montalbán, Josep María Castellet, Martí i Pol, Montserrat Roig, Pere Quart, Antoni Tapies y de Tarradellas, de Roca Junyent, de Jordi Pujol (sí, del Molt Honorable Pujol)...de la consigna unitaria por excelencia “Llibertat, amnistía , estatut d'autonomía” Un Adeu,en síntesis, a esa Catalunya integradora por aquella feliz frase de que “es catalán todo aquel que vive y trabaja en Catalunya”, tan alejada de una identidad excluyente como la que subyace tras el independentismo y la construcción del enemigo exterior (y su quinta columna).
 
El supremo argumento del expolio fiscal como justificación definitiva del independentismo se acerca peligrosamente a los argumentos de Alemania sobre el supuesto despilfarro de los indolentes sureños europeos. O, lo que es aún peor,se mete en los mismos piélagos argumentales que los opulentos secesionistas padanos de Bosi. Otra cosa es que sea necesario un nuevo pacto fiscal que garantice los derechos y el equilibrio de los justos intereses de los ciudadanos catalanes. Sería muy recomendable que que los sectores de la izquierda catalana que aún no se encuentran engullidos por el abismo independentista, supieran distanciarse de la petición de un pacto fiscal que rompiese con el principio de solidaridad y huyesen como alma que lleva el diablo de cualquier iniciativa de revuelta fiscal de los ricos contra los pobres. Con los pobres propios, claro está, reducidos a figurantes con derecho a entrepá defuet, espardenyes y porró,en la moderna versión del L'Auca del senyor Esteve, adaptada por Mas.
 
Resulta llamativo como el debate de la vida política española se centra cada vez más en la pura y dura manipulación pertinaz del lenguaje y del significado de las palabras. No es que se trate de una novedad-ni mucho menos una aportación original de la politología española al mundo global-ya que es uno de los atributos del poder en todos los tiempos: el que tiene el poder reescribe la historia a su conveniencia y dicta lo que significa cada palabra para enmascarar la naturaleza real de sus actos e intenciones. En su obra- escrita clandestinamente en pleno nazismo- “La Lengua de Tercer Reich”- el filólogo Victor Kemplerer escribía: “el lenguaje saca a la luz aquello que una persona quiere ocultar de forma deliberada, ante otros o ante si mismo, y aquello que lleva dentro inconscientemente.”
 
Así, por ejemplo, se puede llamar democracia a algo que no lo es; denominar gobiernos soberanos a lo que son meras marionetas del poder de los mercados; calificar como desarrollo económico a lo que sólo es acumulación de riqueza para los ricos; denominar como marca España a un estado; apelar a los derechos del “engendrado no nacido” para sustraer el derecho a las ya sobradamente nacidas, apodar orden público a la represión de la protesta popular a base de violencia brutal; beatificar la constitución como santo súbito mientras la se la pasan por dónde ya se sabe...
 
La formulación como algarabía, de la masiva manifestación popular de la Diada o como quimera a la exigencia de cambio de coreado por centenares de miles de ciudadanos, permiten desentrañar los intríngulis con los que la cúpula del poder del estado enfoca uno de los problemas históricos más profundos que tiene ante sí la sociedad española-sí, española, no sólo catalana-.
 
Al elegir el término “algarabía” los creativos de Moncloa- además de denotar una necedad increíble- quizás no tuvieron en cuenta alguna de las acepciones del vocablo por el DRAE (Del ár. hisp. al‘arabíyya, y este del á.r. clás. ‘arabiyyah.1. f. Lengua árabe.2. f. coloq. Lengua o escritura ininteligible)pudiesen indicar que los manifestantes son gentes de etnias exóticas y ajenas al auténtico ser español, así como que la lengua de esas extrañas gentes es un galimatías propio de moros o polacos, lo cual representa una estulticia y un desprecio impropio de un presidente(o mejor dicho: muy propio de este presidente). Por si no se sabe, los manifestantes eran a todas luces ciudadanos españoles y se expresaban en idiomas tan españolísimos como son el castellano y el catalán, así que, si lo confunden con la al'arabiyya, será porque son sordos o tienen mala baba.
 
En cambio, la corona-tras tanta cacería y disgustos por la conducta impropia de familiares y amigos- se ha inclinado por aplicar las enseñanzas de Marshal McLuhan(“el medio es el mensaje”) y ha preferido usar la tecnología de las modernas redes sociales para endilgarnos la mitológica “quimera”(Del lat. chimaera, y este del gr. χίμαιρα, animal fabuloso).1. f. Monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón). En este caso se puede considerar que también los modernos asesores de lacasareal.com ha incurrido en un desdichado desliz dado que el patrón de Catalunya resulta que es Sant Jordi, que ha pasado a la leyenda precisamente porque mató al malvado dragón-de la misma estirpe de la quimera- para salvar a su pueblo del hambre.¡ Así que cuidado con las palabras, que las carga el diablo¡
 
Para el resto de España, sin Catalunya (y/o sin el País Vasco) el panorama sería un retorno a las pesadillas del nacional catolicismo castizo y centralista, que durante tanto tiempo aplastó todo atisbo de democracia y progreso. Sólo la alianza de la izquierda progresista española y de aquellos que aspiraban al reconocimiento de instituciones y cultura propias en las nacionalidades históricas ha permitido la existencia algunas fases de nuestra historia de democracia y libertad (la II República y la monarquía parlamentaria actual). Pero no se debe negar la realidad: hoy la mayoría de los ciudadanos catalanes están hartos y desean un cambio. Un cambio que deberán decidir libremente los ciudadanos catalanes mediante procedimientos democráticos y pacíficos, un cambio que les obligará a optar, penosamente, por el federalismo o el separatismo. Un cambio que , no se olvide, implica también al resto de los españoles.
 
Una consulta popular es algo irreprochablemente democrático a condición de se pregunten cosas claras, que se puedan debatir libremente, sin medios de comunicación manipulados, sin financiaciones ilegales bajo mano. Otra cosa son las consecuencias de las decisiones, que deberían ser bien sopesadas, informadas y racionalidas. Porque en estos tiempos en que las soberanías de los estados/nación han sido borradas del mapa, cuando los mercados gobiernan mediante decretos ley y los gobiernos son sus empleados de lujo, las estrategias de integración y cooperación son aparecen como la única alternativa a la barbarie ultracapitalista.
 
El federalismo es posible y abre nuevas posibilidades de convivencia y democracia para el resto España y Catalunya (una nación de naciones, un estado federal, pero con iguales derechos para todos los ciudadanos del estado). En cambio, la independencia puede ocasionar una fractura grave en la cohesión social catalana y un choque tremendo con el nacionalismo ultra español que puede arrasar con toda la democracia en España, aunque pueda parecer apocalíptico decirlo. Los problemas de Catalunya ya son un problema hoy de supervivencia de la propia democracia en España. Porque la democracia sí que es indivisible.
 
nuevatribuna.es
 
https://www.alainet.org/es/articulo/161239
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