No son emigrados ni exiliados
18/04/2012
- Opinión
En la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, hay que hacer de vez en vez un alto en el camino de los múltiples deberes que tenemos quienes escribimos, para señalar asuntos delicados que parecen inofensivos.
No solamente debemos hacerlo para hablar del presente, sino para recalcar cosas del pasado, de manera que entendamos mejor las cosas que hoy nos disgustan o agradan.
En vísperas de la batalla de Yorktown, el General George Washington y sus tropas estaban en condiciones deplorables por falta de fondos. Fue entonces que el Almirante de Grasse, perteneciente al ejército francés que ayudaba a las Trece Colonias en la Guerra de Independencia, fue a Cuba a buscar donaciones. Las damas ricas de la ciudad y millonarios de La Habana donaron el equivalente actual de 300 millones representados entonces por 1.200.000 libras tornesas.
En 1902 Estados Unidos decide retirar las tropas de ocupación que mantenía en Cuba, luego de declararle una Guerra injusta a España, que más que dirigida a la Península, fue el pretexto para demostrarle a Europa que el Norte se había convertido en un factor internacional decisivo.
No resistiéndose al hecho de que estratégicamente era más conveniente retirarse que mantenerse en el territorio, idearon una Enmienda que debía ser parte de la Primera Constitución elaborada por los cubanos luego que Cuba se desprendiera de España. Por medio de esta Enmienda recibían autorización permanente para desembarcar tropas y ocupar la Isla, algo que volvieron a hacer antes de que finalizara la primera década del Siglo XX. De no haber sido aprobado dicho Apéndice, las tropas de ocupación habrían permanecido y el desarrollo del pensamiento nacional, posiblemente habría sido truncado.
Estos hechos, acompañados de múltiples más, donde se incluyen estadounidenses peleando en la Guerra de Independencia Cubana para expulsar a los españoles, marcan un punto de referencia que explican las relaciones históricas entre ambos pueblos.
Estas relaciones fueron distorsionándose en la medida que avanzó la globalización de las relaciones entre las naciones especialmente cuando aparece Estados Unidos en ese juego de poderes.
Una veces más y otra menos, Estados Unidos no cedió un ápice en su deseo de controlar la Isla.
Llegado el proceso revolucionario, desencadenado por una insurrección que nunca hubiese sucedido de no haber sido violado el orden Institucional con el Golpe de Estado perpetrado por un General llamado Fulgencio Batista y un grupo de militares y civiles corruptos, se hicieron más palpables las distorsiones de las relaciones con el Norte, quien mostró, casi de inmediato sus garras, una vez que el proceso indicó una marcada tendencia nacional.
Entonces como ahora, Estados Unidos planteaba un orden político específico que, más que una cuestión de principios, intenta imponer determinados requisitos que le permitan a Washington acceso libre a los recursos, ubicación estratégica y fuerza laboral del país.
Las relaciones dependencia – independencia entre ambos países son tales, que, por un lado el Estado cubano elabora políticas difíciles y complejas, para impedir que Estados Unidos se apropie de los destinos del país y por el otro personas aisladas dentro de Cuba, le hacen coro a las pretensiones del Norte, mientras Washington insiste en imponer condiciones, que ya ni siquiera se advienen a los nuevos tiempos ni a sus posibilidades reales.
Entre las personas aisladas que le hacen coro a Estados Unidos debemos mencionar el comportamiento absurdo y bochornoso de un grupo de presos cubanos que escogieron viajar a España hace unos meses, luego de gestiones realizadas por la Iglesia Católica para que los pusieran en libertad.
Es bochornoso que existan supuestos militantes políticos, insurrectos, combatientes, pidiendo que los mantengan económicamente y los atiendan como si se tratase de los únicos emigrantes que se van de su país por razones políticas o disgustos de otro tipo.
En la historia de los exiliados cubanos, desde la época de España, hasta la lucha en contra de la dictadura de Batista, nadie había recurrido al método de exigir de otro país beneficios personales, como es el caso de estas personas.
Estos personajes han aparecido reiteradamente en la prensa exigiendo ayuda del gobierno español, como si este gobierno tuviera la obligación de darles lo que ni siquiera les pueden conceder a sus propios ciudadanos.
Es bueno destacar que se trata de marginales cubanos. Los ciudadanos de Cuba, los emigrados en buena lid, quienes no recurren a subterfugios oportunistas para mejorar sus condiciones de vida, no apelan a semejantes recursos.
Bochorno ajeno produce que una prensa se preste a hacerle el juego a gente poco escrupulosa que han asumido una supuesta actitud política, cuando en realidad no es más que una jugarreta para salir de su país con condiciones especiales y a expensas del erario público de otro Estado.
Es importante que la gente no se confunda con esta propaganda barata de una prensa que responde a obscuros intereses.
En Cuba han existido personas que han combatido al gobierno cubano, con dignidad y afrontando las consecuencias de quienes toman el camino de las armas o el de agentes extranjeros, en contra de un gobierno.
Estas personas que andan por España y salen en la prensa a instancias de un periodismo comprometido con la infamia, no reflejan al cubano real, trabajador, emigrado o verdadero opositor del gobierno.
No es bueno decir de otros, sobre todo cuando lloran desgracia o como en este caso, tratándose de unos marginales claramente demostrado por sus actitudes, entre las que se incluyen morder la mano que les ha dado de comer y ofendiendo al país que se ha gastado los recursos que no tiene, ofreciéndoles la oportunidad de buscar otras vidas que, obviamente, no saben buscársela por sí solos.
Es una pena, pero por favor, que las personas no confundan a estos cubanos como exiliados o emigrados reales.
Algunos son unos pobres infelices y otros no son otra cosa que seres mal intencionados. También los hay que son simples servidores de terceros intereses, contrarios a una Cuba independiente.
Pero que quede claro: no son emigrados, ni políticos y muchos menos exiliados, son simplemente marginales sociales o en el mejor de los casos, unos buenos oportunistas.
Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., subdirector de Radio Miami
Fuente original: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad
https://www.alainet.org/es/active/54183
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