Una mirada al mundo

21/11/2011
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Al analizar el contexto internacional observamos un reacomodamiento del sistema en varios frentes.

Por un lado tenemos el declive como potencia hegemónica de Estados Unidos, si bien esto ya venía sucediendo desde el 2006, su crisis financiera reflejada en 46 millones de pobres, la cifra más alta desde que empezaron las mediciones en los años cincuenta, 14 millones de desempleados, la mitad de los cuales no trabaja desde hace por lo menos seis meses, y una deuda externa que asciende a 14,46 billones de dólares, cerca del 98 por ciento del PIB, ha cambiado drásticamente su imagen de supremacía unilateral en el mundo. A esto le sumamos las promesas fallidas de Obama: la retirada de tropas de Afganistán e Irak (que hasta ahora están en proceso) el cierre de Guantánamo, las presiones para no aceptar como Estado a Palestina, el despliegue de fuerzas especiales en Uganda, el cese de donaciones a UNICEF y la intervención tripartita en Libia han desencantado al mundo entero del American Dream.

La política bélica que ha venido aplicando este país en los últimos años, justificada por su política antiterrorista y por la capacidad del Ejecutivo de adoptar posiciones de intervención sin pasar por el Congreso, ha desencadenado un nuevo posicionamiento geopolítico basado en la fuerza.

Pensar que el despliegue militar ubicado en Irak y Afganistán regrese al país es un disparate; la crisis de desempleo en que se encuentran y los recortes que está implementando el gobierno harían insostenible repatriar a estos cientos de jóvenes que, además, vienen con todos los daños psicológicos que acarrean estas guerras. Por lo tanto, la pregunta ahora es ¿dónde van a ubicar a estos militares? Ya existen varias hipótesis: Irán, Siria, África.

Por otro lado, Estados Unidos no tiene una industria nacional fuerte, ya que todas sus empresas están en terceros países por la mano de obra barata. Si habláramos de una industria nacional en Norteamérica, tendríamos que dirigirnos directamente al armamento (hecho que se relaciona directamente con el párrafo anterior).  A estas alturas, para nadie es un secreto el gran negocio que existe en las guerras: “la destrucción para la reconstrucción” es un negocio de gigantes dimensiones.

Hacia otro costado tenemos al Viejo Continente, que parece hoy en día el reflejo de esa América Latina que se debatía en tantas crisis: elevado endeudamiento de los gobiernos, bajo crecimiento económico, altos déficits fiscales, bancos con deficiente regulación, protestas sociales por los planes de ajuste, mandatarios que caen por las tensiones que producen los recortes del gasto y gobiernos que posponen las decisiones impopulares. Estos son los mismos problemas que los países desarrollados le criticaron a América Latina en el pasado.

Todos los sucesos en Irlanda, Portugal, España, Inglaterra, Grecia y ahora Italia tienen en alerta a toda la comunidad internacional. La indignación frente a lo desconocido, a las crisis que antes asistían como espectadores, hoy les toca sus raíces, y por esto nacen nuevas formas de expresión, de inconformismo, como los Indignados en España; movimiento político y cultural que tiene dimensiones diferentes desde su base. Ya no es solo la clase vulnerable, sino una mezcla de todo: profesionales, profesionales con título de posgrado, obreros y padres que salen a la calle por no ver un futuro prometedor en la Europa que viene y en la que viven.

Pero no sólo fue en Europa, los indignados también están en  Estados Unidos. Esta expansión se hizo de acuerdo a características culturales propias de cada país, donde la insatisfacción de necesidades generó estos movimientos enfocados en un mismo plano, “la indignación contra el sistema”. Es de resaltar que, al caer la crisis sobre las clases medias, en su mayoría profesionales, se generó otra forma de movilización acrecentada por el dominio de las redes sociales y la divulgación de la información en tiempo real.

Sin embargo, existe una paradoja en la situación actual que atraviesa el Viejo Continente ya que, si bien existe un sentimiento de agotamiento del modelo económico actual entre un amplio margen de la sociedad, las decisiones políticas y económicas van enfocadas en otra dirección. Las intervenciones directas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo, por encima de las voces de los pueblos y en muchas ocasiones de los propios gobiernos están dirigidas a lo que hoy rechaza la sociedad en las calles.

Los recientes sucesos tienen un mensaje claro: “las fuerzas económicas están por encima de los interese públicos”; ni las expresiones de los ciudadanos de inconformismo en Grecia por las medidas de ajuste de la troika, ni el llamado a un referendo para que sea el pueblo griego que, como estado “soberano” pueda elegir su destino, hizo posible otra salida a esta crisis.  La dimisión de Papandréu, como primer ministro de Grecia después de anunciar el referendo es una muestra clara y específica de las fuerzas del mercado. ¿Quién lo sucede? Un técnico de los grandes, LukasPapademos, uno de los más destacados economistas griegos, quien fue vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) entre 2002 y 2010. Papademos, no tiene afiliación política, es conocido por su capacidad de alcanzar consensos y por su gran disciplina fiscal, y ha sido desde su salida del BCE asesor del socialista YorgosPapandréu, a quien sustituye ahora según todos “por alcanzar un consenso entre todas las fuerzas políticas para lograr la mejor solución para el pueblo heleno”.

Caso similar, pero diferente en su dimensión, fue lo que vimos  esta semana en la Italia de Berlusconi, que a pesar de sus enormes influencias empresariales no pudo escapar  a la arremetida del endeudamiento. Italia es la octava economía del planeta, la tercera de la eurozona, miembro del G-8 y, además, el tercer mercado de bonos más grande del mundo, por esto apenas si se puede comparar con la situación de Grecia.

La gran incógnita y preocupación es ¿cómo hacer para que la Unión Europea pueda ayudar a Italia través del fondo de rescate actual o a través del Banco Central Europeo? Italia es demasiado grande. Y, además, tiene consigo una deuda de grandes magnitudes: unos 1,9 billones de euros (US$2,7 billones). En Grecia, en comparación, la deuda es de 340.000 millones de euros o unos US$459.000 millones.

La renuncia de Berlusconi se debe al revés “sorpresivo” que recibió en el Parlamento, en una votación crucial en la que consiguió de igual manera aprobar medidas presupuestarias con 308 votos a su favor. El ex mandatario necesitaba 316 votos para obtener la mayoría, pero no lo consiguió, y como paso siguiente tomo la decisión de dimitir de su cargo, después de aprobar la Ley de Estabilidad (ley de presupuestos). Su sucesor es Mario Monti, economista y ex  Comisario de Competencia de la Unión Europea, entre 1999 y 2004. Ideólogo neoliberal, impulsor del "think-tank" proeuropeoBruegel, consejero de Goldman Sachs, uno de los grupos de inversión más potentes del mundo. Catalogado como un tecnócrata por esencia, y ajeno a toda composición política partidaria,  llega  aplicar todas las medidas económicas contra la crisis.

Si bien desde hace algún tiempo en Europa la centro-izquierda europea demostró estar más al lado de la centro derecha, hoy es una realidad congruente y de peso. La designación de Papademos y Mario Monti en Italia, economistas puros que vienen a aplicar de manera inmediata las medidas de ajuste, y el inconformismo y la desilusión de los ciudadanos presenta hoy una nueva realidad Europea. El romanticismo por las instituciones, la representación de la sociedad en el poder y el multilateralismo como cooperación, parecieran concluir una etapa.

Toda estas crisis han generado que los mandatarios y ciudadanos europeos observen y traten de comprender las lecciones que América Latina tiene bien sabidas, y en efecto lo están haciendo; hace unas semanas, el Banco de España, el BID y la Secretaría General de Iberoamérica se reunieron en España a un grupo de exministros de Hacienda de América Latina, a exdirectores del FMI y a académicos con funcionarios europeos, para mirar las experiencias que vivió la región latinoamericana en sus diferentes momentos: la deuda a comienzos de los ochenta, la mexicana de 1994, el contagio de Asia a finales de los noventa y la crisis financiera internacional de 2008-2009.

Es preciso remarcar que,  tanto en Grecia como en Italia, los mandatarios fueron elegidos democráticamente en las urnas, y que esos mismo mandatarios hoy tuvieron que renunciar no por presiones de sus ciudadanos, ni por algún referendo, sino que los sacó de escena el propio mercado que viene demostrando de una manera directa su fuerza en las instituciones.

https://www.alainet.org/es/articulo/154138?language=en
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