El Yo universal de los indignados
30/10/2011
- Opinión
A los indignados, un movimiento de opinión los juzga críticamente por ser muchas cosas al mismo tiempo. Por ejemplo, el de ser algo muy emocional; el de tener una agenda de protesta demasiada amplia, demasiado libre. En fin, nos parece que se les ve, como un movimiento que lo único que podría, probablemente concretizar, sería una especie de nueva Torre de Babel. En donde, todo el mundo, con la más amplia libertad, hablaría y se quejaría, pero que, cuando llega el momento crucial de tomar decisiones se mostrarían sin rumbo; incapaces de acordar una agenda estratégica, que les permita dar continuidad a su movimiento en el largo plazo.
Mientras tanto, desde la altura de su poder, los políticos institucionales -en las sociedades occidentales, como ayer fue el caso en América Latina- continúan aplicando, sin miramientos, su propia agenda. Aquella que tiene como pivote central, la directiva siguiente: recortes, recortes y más recortes sociales. Directiva que aplican con regularidad casi prefecta, a la imagen de una ley natural.
Y con esto, dicen los críticos, estaríamos frente al bloqueo mas grande de los indignados: el de no privilegiar la construcción de una voluntad y un objetivo político concreto, capaz de disipar o parar, el alcance de disolvente social de la agenda política dominante. Y a causa de esto, se plantea, que los indignados - sobre dimensionados en estados emocionales y la palabrería- estarían condenados, como tantas veces ha sido el caso, a no ser otra cosa, que un nuevo esfuerzo sin futuro.
Es muy probable que lo antes señalado, dada la dimensión planetaria de la misión perseguida, sea el destino de los indignados. Pero eso, no nos impide apreciar, en su embrionaria teoría y práctica, la búsqueda –tenaz- de algo nuevo. Lo cual explicaría, esa actitud de rechazo –de cansancio, de hartazgo- de todo lo que representa la política y los políticos tradicionales, sean estos de derecha o de izquierda. Vistos mas bien, dada la identidad de sus intereses con el sistema financiero mundial, como siendo parte del problema que de su solución.
En función de esto, con los indignados estaríamos probablemente asistiendo a algo naciente que busca su propio cause. A una especie de ruptura que, frente al caos mundial, busca situarse en una nueva perspectiva, desde la cual visualizar y sentir el pulso de los nuevos tiempos. De ahí esas consignas emblemáticas –entre otras- de “No nos representan”, de “Democracia real ya” y de “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”.
Estaríamos asistiendo entonces a otra manera de concebir y querer concretizar la política. La que se ve, se siente, se intuye como proceso o procesos que deben constituirse desde abajo como momento de negación de lo existente. Momento de negación que explicaría, el porque, los indignados, no están interesados en figurar políticamente; que explicaría, el porque, ellos y ellas, quieren evitar, sobre todo, que el movimiento sea recuperado por hábiles líderes que, luego en el mercado político, negocien sus nuevas cuotas de poder, etc. Y se reproduzca de esta forma, la de hacer que los cambios no vayan más haya de ser: un cambio en la continuidad.
De ahí, según nuestra percepción de las cosas, esa persistencia de querer guardar su anonimato, en mascaras simbólicas o en el abrigo de las multitudes. Y que a la pregunta ¿Quien esta detrás de todo esto? Los indignados, según la consigna consensuada, deben responder: Yo.
Pero entendemos que se trata aquí de un Yo lleno de vida, de posibilidades que se realiza y dinamiza en las asambleas y movilizaciones. Ahí donde se fabrican, por el momento artesanalmente, las palabras llenas de nuevos sentidos, que iluminan, explican y animan y dan, sobre todo, calor humano. Yo de todos los Yo fundidos en un solo movimiento creador. Es decir, trascendencia del Yo individual en un Nosotros, no como suma de individuos diversos sino como inteligencia colectiva universal comprometida únicamente con la dignificación de la vida en todas sus manifestaciones. Vida completa que integra al ser humano en la naturaleza, y que a las palabras guerra, destrucción, explotación, ganancia, mercado ella opone, como una gran muralla, la palabra Solidaridad.
Dos hechos alimentan nuestro optimismo. El día 15-0 yo estaba viendo, en algún lugar del mundo, la movilización de los indignados cuando alguien muy presuroso, al subir unas gradas, para tomar desde la altura unas fotos de la manifestación, casi cae. Y yo en broma le dije, “Oye parece que estas muy emocionado!”. Él me vio y se puso a reír. Y luego me pregunta: “Cuantos crees que somos, 600, tal vez 700 o quizás mil”, y al mismo tiempo él se respondió: “No importa cuantos seamos, lo que importa es que este movimiento es mundial”. Y luego lo vi alejarse, con su tienda de campaña al hombro, en una tarde lluviosa, húmeda y fría.
El caso es que el indignado, en un momento sin darse cuenta, hizo pasar ante mi la otra Historia en movimiento: el partió de su yo (el que hablaba conmigo), luego se fundió en el nosotros (cuantos crees que somos), para luego fundir el yo y el nosotros en algo universal (en el, somos un movimiento mundial). Un movimiento que a distintos ritmos, con distintas demandas había logrado moverse al unisonó en un solo grito universal que parecía decir: ¡Basta ya!
Y ese Basta ya, con su tono de rebeldía y de decisión, yo lo capte en una escena que vi en YouTube. Y esta era una muchacha muy joven con una cámara en la mano que filmaba la brutalidad policiaca. En un momento dado, un policía con su mazmorra en la mano comienza a golpearla en las rodillas, ella se dobla pero sigue filmando. El policía la ve y la golpea de nuevo, pero ella lo desafía y sigue filmando. Y así fueron cientos de cientos que sangraban de la cabeza, que eran golpeados por turnos en el suelo, que eran agarrados y conducidos violentamente a las ambulancias de los policías.
Pero ellos seguían allí, desafiándolos únicamente con la mirada de futuro y sus cuerpos, con la convicción de los Yo fundidos harmónicamente en el Nosotros Universal de los Indignados que ese día 15-0, hacían historia, su Historia. Y que con sus resistencias pacíficas parecían decir al poder mundial dominante: me puedes golpear, apresar, perseguir, pero te diré una cosa: las ideas que sueñan, que vuelan son inatacables. Volveremos.
https://www.alainet.org/es/articulo/153646?language=en
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