La repartición individualista, origen de nuestros males de sociedad

04/09/2011
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Si queremos eliminar de nuestra presencia a un árbol, jamás lo lograremos si procedemos a cortar hoja por hoja. Para eliminarlo, debemos ser conscientes primeramente de que es un todo, y que es a partir de la raíz que se reproduce. De igual modo, si queremos liberarnos del analfabetismo, del calentamiento planetario, de la invisibilidad de pueblos, culturas y lenguas, de la pobreza y del desempleo..., debemos comenzar por comprender que estos problemas son un conjunto cuya raíz se encuentra en la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad económica. ¿Qué es esto?

Vivimos tiempos de grandes convulsiones sociales, económicas, políticas y ecológicas. A ellos se agregan movimientos culturales, étnicos, y religiosos. Sin olvidar que, una urgencia de ética en el comportamiento de nuestros líderes se reclama de más en más. Los combates por una igualdad de género, por un reconocimiento de las naciones olvidadas o marginalizadas, por un reconocimiento del territorio de pueblos milenarios, se hacen sentir cada vez con mayor fuerza. En los países del Tercer Mundo se ha levantado una ola de rechazo a las actividades extractivas, lesivas al interés nacional y a las comunidades circundantes de los yacimientos mineros. Es un planeta en plena efervescencia, el que nos ha tocado vivir. ¿Tendremos el tiempo suficiente para ir resolviendo uno a uno estas limitantes al desarrollo del ser humano? Y lo curioso es que, cuando creemos haber resuelto uno de ellos, aparecen decenas de nuevas reivindicaciones. ¿No será que nuestro entusiasmo se agota en extirpar las hojas de un árbol cuya raíz, de donde nacen la mayoría de esos males, ni la tocamos, menos aún la percibimos?

Es importante, entonces, realizar un correcto planteamiento de nuestro combate diario. Por ello, es importante reconocer que la pobreza se encuentra en la raíz del sinnúmero de problemas que nos aquejan.

¿De qué sirve contar con un buen programa educativo si no contamos con los recursos suficientes para pagar correctamente a los profesores, adquirir el material y la infraestructura educativa acorde con el nuevo programa? ¿De qué sirve, incluso, contar con todo ello si los alumnos no disponen de los recursos suficientes para alimentarse adecuadamente, menos aún para realizar actividades extracurriculares muy necesarias a una buena formación? Lo mismo diríamos, ¿de qué sirve haber inscrito en nuestra Constitución el reconocimiento de los pueblos y naciones olvidados, si ellos no cuentan ni siquiera con los medios para alimentarse, vestirse y alojarse como seres humanos; menos aún será para hacer valer sus derechos reconocido por la Constitución? ¿Cómo podemos enfrentar a todos los males que nos ocasionan las transnacionales extractoras de materias primas, si el país vive con una alta tasa de desempleo y de pobreza?

Pero reconocer que la pobreza antecede a todos estos males no es suficiente. Es necesario ubicar cuál es el origen de la pobreza. Y mis investigaciones me conducen a afirmar que su origen se encuentra en la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad económica. ¿En qué consiste?

Desde hace diez mil años aproximadamente, la totalidad del esfuerzo de un pueblo es apropiado por un número reducido de personas de una sociedad. En la sociedad esclavista o feudalista, el amo, señor feudal o gamonal se apropia no solamente de la totalidad del resultado de la actividad económica, sino también de todos los recursos naturales.

Desde hace unos seis siglos esto ha cambiado en dos aspectos. Y es la forma de trabajo industrial que lo ha condicionado. Primero, es el empresario quien se apropia la totalidad del Resultado Neto (las utilidades) de la actividad económica. Segundo, se ha creado un mecanismo, llamado Configuración Mundial, que facilita el drenaje del valor agregado por los pueblos del planeta Tierra hacia el centro del poder económico mundial manejado por las empresas multinacionales.

Es importante comprender este fenómeno. En la raíz del problema se encuentra la Repartición Individualista y su mecanismo de extorsión, la Configuración Mundial. Esto conlleva a precisar que nuestro gran reto es substituir la Repartición Individualista por otro que proporcione un bienestar general en igualdad de oportunidades. Un tipo de repartición que reconozca a todos los habitantes de un país, como lo fue en los primeros estadios de desarrollo del ser humano.

Es sobre la base de este nuevo modelo económico que podremos construir una nueva sociedad acorde con los Tiempos Modernos, con una Democracia de Participación Directa, con un Estado Plurinacional y un Gobierno de Proximidad. Y esto exige, indudablemente, separar la economía de la política. Hacer política sin haber comprendido esto, es como preparar un buen caldo de gallina sin conocer la receta.

Lima, 31 de agosto del 2011

https://www.alainet.org/es/articulo/152316
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