M-15: Salta la liebre en España
21/05/2011
- Opinión
Ahora saltó el tsunami de la rebelión a España. El mundo había asimilado las réplicas del terremoto socio-político de Túnez y Egipto que continuaron sacudiendo a Yemen, Bahréin, Marruecos, Siria, Jordania y demás países del Norte de África y el Medio Oriente.
Sus ondas telúricas fueron distorsionadas por la “intervención humanitaria” de la OTAN en Libia. El mundo imperial capitalista respiraba tranquilo. Parecía que la ola revolucionaria había detenido su marcha. Creían que los inconformes de la tierra se habían vuelto inmunes a su influencia y empuje. Pero no fue así. Saltó la liebre en Iberia.
La insurgencia social vuelve a aparecer en la superficie. Y es notable. Lo que se había manifestado con cierta timidez en las revoluciones árabes o había quedado oculto por la lucha eminentemente democrática contra las autocracias y regímenes dictatoriales, ha mostrado ahora su rostro con ímpetu y claridad.
Ya no hay duda. Es un proletariado joven el que se manifiesta. Son los híper-modernos trabajadores del siglo XXI. Son altamente capacitados o estudian para serlo. La mayoría es profesional o técnico/a. Su espíritu es cosmopolita y globalizado. No son todavía internacionalistas porque no hay quien les ayude a serlo. Pero ya lo serán.
Son el prototipo de la informalización que ha creado el decadente capitalismo que degrada y condena a la sociedad a vivir de sus miserias. Sus condiciones laborales son precarias. Su garrote es el desempleo y el paro forzoso. Su vida es impersonal porque hasta la posibilidad de agruparse – al estilo del viejo proletariado –, le es negada. Por ello clama inicialmente por trabajo. No obstante, el capitalismo “senil” no puede ni podrá satisfacer sus demandas.
Por ello en medio de las masivas concentraciones aparecen nuevas y creativas consignas que anuncian su carácter anti-sistémico y anti-capitalista. Por ahora tienen en la mira a políticos y burócratas de todos los partidos políticos. Exigen “democracia real” y ¡YA! Son procesos incipientes de una población que despierta a la lucha política y que lo hace con las herramientas que tiene a mano: el ejemplo de las revoluciones árabes.
Pero hay algo nuevo en estos estallidos del M-15. Es la primera revuelta contra un régimen “democrático” occidental. Y todavía más importante, enfrenta a un gobierno “socialista” aliado y entregado al imperio estadounidense. Eso es trascendental. Es un salto cualitativo. Desbarata el mito del “complot imperial” que se montó alrededor de las revoluciones árabes.
La falsa democracia parlamentarista de los burócratas profesionales mandaderos de las plutocracias capitalistas está siendo enfrentada en su terreno. Son marchas civilistas y pacíficas, multitudinarias, convocadas por Internet, desafiantes pero calmadas, rebeldes pero tranquilas, beligerantes, sostenidas y tercas, con altos principios ético-morales pero sin fanatismos fundamentalistas. Retan el statu quo donde más le duele: la falta de legitimidad democrática.
La fase pre-revolucionaria de las grandes transformaciones estructurales ha iniciado una nueva etapa. Los teóricos de la conspiración ya no pueden sostener que es una versión de las “revoluciones de colores” o “de terciopelo” impulsadas por los estrategas imperiales. Es – sólo – la revolución planetaria que capta y asimila las vibraciones sociales y culturales que produce la profunda crisis del capitalismo globalizado.
El joven proletariado “informalizado” de España ha tocado el cuerno. Los trabajadores europeos responderán a ese llamado. Ya observamos a los jubilados felices y radiantes al lado de sus hijos o nietos, reviviendo sus sueños de revolución social y la utopía de un mundo mejor y posible.
El proletariado industrial centralizado va a moverse. Lenta y pesadamente se liberará de sus temores y de los burócratas sindicales ligados a los partidos de la tradición. Se sumará a la lucha que le proponen los jóvenes como lo hicieron los trabajadores tunecinos y egipcios. Es inevitable.
Las banderas de la democracia participativa, de la economía de equivalencias basada en el valor/trabajo y de la solidaridad humana para evitar la catástrofe ambiental, van a estar al frente de las nuevas rebeliones que transmutarán en revoluciones sociales de gran impacto histórico.
Un espíritu revolucionario va recorriendo el mundo. Los jóvenes – como siempre –, son los más sensibles. Hay que acompañarlos, sin esquemas, sin temores. ¡Vamos pues!
Nota: Las procesos de cambio en Sudamérica deben nutrirse de ese espíritu revolucionario. Hay que zarandear a la dirigencia que tiende a conservatizarse en el rol de gobierno o en el de “oposición domesticada”.
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