Bin Laden, el mito como justificación

02/05/2011
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El gobierno de los Estados Unidos define como “misión quirúrgica” la operación de eliminación de Osama Bin Laden, suponiendo que no le hayan matado ya varias veces a lo largo de estos diez años que han tardado en llevar a cabo esa “misión quirúrgica”, como cabría suponer a juzgar por las palabras de Benazir Bhutto en 2.007[1].
 
En un primer momento, los medios trataron la noticia de forma muy similar, y la mayoría de ellos han utilizado la fórmula “Bin Laden ha muerto” o "Bin Laden muere", y casi ninguno la fórmula “soldados de Estados Unidos han entrado en un país soberano como Pakistán, para asesinar a un supuesto líder terrorista”, que hubiera ampliado y enriquecido considerablemente la información. Ciertamente, con otros protagonistas, la noticia hubiera provocado un formidable revuelo jurídico y mediático a nivel mundial.
 
Además, si alguien analiza, aunque sea superficialmente, la fotografía del supuesto cadáver[2], enseguida se dará cuenta de que no se parece a casi ninguno de los que antes dijeron que eran Bin Laden.
 
También llama la atención el hecho de que el ataque se haya producido en una mansión, cuando los medios se han pasado una década situándole en una cueva perdida en montañas lejanas.
 
En las calles de Nueva York y Washington la gente celebra el asesinato de un terrorista [3], cuando lo digno de celebración sería su apresamiento y su posterior juicio.
 
Las autoridades estadounidenses se han apresurado a elevar el nivel de alerta por ataques terroristas “indiscriminados y en cualquier parte del mundo contra intereses estadounidenses”, comienza así una segunda fase del mercadeo del terror, una segunda fase del control que se impone sobre la población. El gobierno estadounidense ha recomendado a su población “no salir de sus casas ni asistir a reuniones públicas”[4]. ¿Es el principio del fin del derecho de reunión?
 
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que, al margen de lo que sea cierto, Bin Laden pasará a la historia como un mito. Durante años, siglos, o tal vez milenios, la gente no solo creerá en su existencia sino también creerá que era un terrorista, y no un producto defectuoso de la CIA. Cuando la inteligencia alcance de nuevo al género humano, éste se dará cuenta de que Bin Laden, nunca pasó de ser como Lucifer, es decir, el "malo" que necesitan los "buenos" para hacer el mal con disculpa y perdón previo.
 
A nadie escapan los incontables crímenes cometidos por las distintas religiones en nombre de la lucha contra el maligno, pues el mismo método sigue la nueva religión liderada por el terrorismo estadounidense: interminables crímenes contra la Humanidad en nombre de la lucha contra un “líder maligno”, independientemente de su existencia, de su maldad, e incluso de los distintos nombres e identidades que ha ido asumiendo a lo largo de los años. Dentro de un par de siglos ya será posible hablar del “terrorista” ( como concepto de “demonio”) como una entidad personal única pero con distintos nombres y apariencias, como por ejemplo Sadam Hussein, Bin Laden, Gadafi, Ahmadineyad o Hugo Chávez…, en fin, todo aquel que sea marcado por los Estados Unidos como enemigo.
Notas
 
https://www.alainet.org/es/articulo/149441
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