El discurso parásito
10/04/2011
- Opinión
El título está inspirado en Foucault, cuando él analiza los mitos del capitalismo habla del discurso ‘sucio’. Plantea entre muchos otros aspectos que el capitalismo tiene la ‘virtud’ de no invisibilizarse en sus expresiones artísticas. Esto en la literatura es evidente, la narrativa policíaca que surge con la Revolución Industrial, tiene entre sus principales personajes, a los derrotados por la acumulación del capital.
Obras maestras de la cinematografía como ‘El padrino’ o ´Apocalipsis ahora´ son apenas una ínfima muestra de lo aseverado, aquí el capitalismo no se miente.
A decir de Hernán Fair, en la actual lucha de clases, la lucha de las palabras se ha convertido en el lugar principal donde se realiza la lucha política, la lucha por la hegemonía en el sentido gramsciano.
Es por ello que el escenario mediático se ha convertido en uno de los ‘campos de batalla’ privilegiados de la lucha política. De ahí que, en coyunturas claves como la que atravesamos en estos momentos: Referéndum y Consulta Popular, los desafectos del proceso de la Revolución Ciudadana, que gracias a los “medios independientes” se hacen “famosos” por quince minutos, merecen el calificativo obvio.
Mucho más si se considera que su discurso se vuelve el ideal para los servicios de inteligencia extranjeros y sus instrumentos de ejecución internos, que utilizan ese ‘discurso parasito’ para sus propósitos. Pero la ingenuidad de esos personajes llega al punto de pensar que las conspiraciones solo existen en las películas de James Bond.
Demoler una superestructura caduca, entre estas, nuestro corrompido sistema de justicia, que está completamente disociado de la población, solo haciendo uso de la ‘etiqueta democrática’, del legalismo de los renegados que siempre han existido en todos los procesos revolucionarios, es como persuadirle a Drácula que cambie su costumbre culinaria de sangre a vegetales.
Esos vergonzosos adeptos a una legalidad a cualquier precio, me recuerdan la pregunta que Robespierre hacía en el año 1792 a sus respectivos leguleyos: “Ciudadanos ¿queréis una revolución sin revolución?”
La pureza es dominio de nazis, fascistas y fundamentalistas; la vida, la impura vida contradice a esos ‘izquierdistas’ que desconocen la realidad social. Hoy confunden, con falso lenguaje revolucionario, con legalismo democratero, como señalaba, acertadamente H. Marcuse, al enemigo. Resulta que ahora el enemigo es el proceso de la ‘Revolución Ciudadana’ y su líder, el presidente Rafael Correa; ya no es el imperialismo, ya no es la derecha anti nacional. Estamos por el NO, esta vez le decimos NO presidente, queremos que la virgen pura aparecida en Montecristi se mantenga pura, coincidimos con los purísimos de la conferencia episcopal ecuatoriana. Amén.
- Mario Ramos es Director del Centro Andino de Estudios Estratégicos
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