Revolución libia se complica
31/03/2011
- Opinión
Por lo visto, y dados los acontecimientos en los frentes de guerra en Libia entre los jóvenes revolucionarios y las fuerzas leales a Kadafi, los ataques perpetrados contra puntos estratégicos y de infraestructura operados por las fuerzas intervencionistas encabezadas por Estados Unidos —a partir de ahora bajo el mando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), avalada el pasado 22—, no han servido de mucho para detener al dictador u obligarlo a renunciar. Todo lo contrario, sus milicias están propinando serios reveses y obligando a retroceder a sus detractores, al orillarlos a viejas trincheras.
Mientras abunda el desánimo entre las fuerzas revolucionarias porque no ven claro el apoyo promovido desde el exterior por los ataques nocturnos de la OTAN contra Kadafi [que han cesado los últimos dos días], no pueden contra los estrategas del gobierno dictatorial ni poseen el armamento y la capacitación suficiente para confrontarse con el ejército del régimen, crece igualmente la polémica en el exterior entre los países que conforman la coalición —Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia— y aquellos países que se oponen a una guerra sin sentido. O, mejor dicho, con el único sentido del intervencionismo neocolonial, como se cataloga en varios países.
Así, no se ve para cuando concluya la guerra ni se obtenga la renuncia de Kadafi, lo que hace pensar que los combates seguirán cobrando vidas en el territorio en disputa. El caso es que en el curso de los últimos tres días, los rebeldes fueron desalojados desde las cercanías de Sirte [estaban a 60 kilómetros], la ciudad natal del dictador, una vez que tenían posesión de Bin Yauad, ciudad intermedia entre Bengasi —el bastión rebelde— y Trípoli, la capital; todas ciudades costeras en el Mar Mediterráneo. Y ahora, de perder Marsa el Brega el golpeteo seguirá en Ajdabiya, la puerta de entrada a Bengasi, por ser una ciudad estratégica para medir el principio del fin o la derrota de unos y otros.
Eso dependerá tanto de la resistencia rebelde, también en la ciudad de Misrata, más cercana a la capital, como del apoyo del intervencionismo neocolonialista de occidente. Ante tamaña movilidad de tropas de ambos frentes, se están provocando grandes migraciones de población civil de unas ciudades a otras que consideran más seguras; un problema adicional porque hasta en tanto la guerra no se resuelva en un sentido u otro, no habrá quien atienda sus necesidades; lo que generará una tremenda crisis social dentro de pocos días.
En parte, la ausencia de ataques por parte del operativo de la OTAN a las fuerzas de Kadafi en el operativo Odisea del Amanecer, es la espera del llamado de auxilio de los rebeldes ante la ofensiva de los leales al dictador, en parte también porque sólo una petición interna como esa brindaría un toque de legitimidad a lo que hasta la fecha resulta muy endeble, y es cuestionado por varios países a nivel internacional. Hay reclamos en varios sentidos.
Entre ellas: 1) el alcance del resolutivo 1973 de la ONU; 2) hasta dónde llegará el apoyo de los aliados a los rebeldes, porque las fuerzas de occidente no son bien vistas entre los grupos musulmanes libios en acción; 3) si se arma o no a los revolucionarios que se oponen a Kadafi; 4) si se capacita a dichas fuerzas opositoras y rebeldes, porque son todo menos un ejército capaz de afrontar a las bien organizadas tropas del dictador en cuestión.
El contraste de las fuerzas de unos y otros se mide claramente, porque tan sólo el ejército de Kadafi posee —según versiones del portavoz de los rebeldes, el coronel Ahmad Omar Beny, citado en la edición de ayer de El País—, entre 3,200 y 3,600 soldados de la Guardia Republicana chadiana, bajo el mando del vicedirector de la Seguridad Nacional de Chad, Isa Bahar, primo del presidente Idris Deby. Y agrega: “Es una fuerza muy preparada con armamento pesado y altamente mecanizado”. En tanto los milicianos rebeldes solo disponen de armas ligeras. Eso los ha obligado a una retirada táctica, hasta contar con una mejor estrategia.
Y abunda en peticiones: “Para hacer frente a esta fuerza [de Kadafi], necesitamos de armas con las que se puedan destruir tanques y artillería de 155 mm”, que es lo que están utilizando los gadafistas, concluye Ahmad. Pero eso no se ve cercano. Ni siquiera en lo tocante a la capacitación, porque no queda en claro quién o qué país de los intervencionistas podrían jugar ese papel. Por ejemplo, el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, ha dicho que deberían ser otros países, “y no Estados Unidos”, quienes deberían ofrecer ese tipo de asistencia [el asesoramiento y la ayuda en entrenamiento de tropa].
Más cuando en los propios EU, el presidente Barack Obama está recibiendo algunas críticas severas, por su proceder en Libia. Porque no faltan los cuestionamientos sobre la finalidad de dicha participación. Eso mismo lo obliga a operaciones encubiertas. Ayer el The New York Times publicó, con información de la agencia Reuters, que Obama, secretamente, está enviando misiones de agentes de la CIA a Libia. Y, dado que la autorización requiere unas dos o tres semanas, se habría autorizado al mismo tiempo que se firmó el uso formal de la fuerza para imponer una zona de exclusión aérea en Libia so pretexto de “evitar la matanza de civiles por parte de Kadafi”.
En el inter también está el cuestionamiento internacional en el sentido del envió de armas o no a los rebeldes, por parte de EU. El principal argumento es que eso no está previsto en la resolución de la ONU, del pasado 18 de marzo. Por la afirmativa están, además del presidente Obama su secretaria de Estado Clinton, en tanto por lo contrario destacan, además del ministro del exterior británico William, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen y del exterior francés, Alain Jupee, varios países entre quienes destacan Rusia, Italia, Noruega, Bélgica, Dinamarca y China. Uruguay y Venezuela también rechazan la injerencia militar del “imperio” gringo.
En tanto el principal promotor de la intervención extranjera en Libia, y de la asesoría de la OTAN, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, le teme a la reacción de los países árabes para quienes la OTAN representa “una fuerza occidental neocolonial”. En su cara se lo restregó el presidente chino Hu Jintao a Sarkozy, el miércoles en ese país de Asia: “El objetivo de la resolución es parar la violencia y proteger a los civiles, pero si las acciones militares llevan al desastre a los civiles y agravan la crisis humanitaria, entonces éstas van contra el propósito de la resolución [1973]”, remató Jintao.
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