La unidad del FNRP para derrotar a la oligarquía golpista
25/02/2011
- Opinión
La publicación de muchos textos teóricos más el montaje de debates airados y conversaciones, recordaron las viejas polémicas que consumieron el tiempo de la izquierda en la década de los setenta y ochenta del siglo pasado.
En esas décadas, la izquierda desvió sus objetivos de toma del poder por una lucha ideológica entre sus militantes que terminó desgastándola y atomizándola, al extremo que casi desapareció del espectro político.
Y cuando la revolución tocó las puertas de Centroamérica, fue precisamente la izquierda hondureña la que no estuvo a la altura de las exigencias revolucionarias de aquel momento. La lucha ideológica había diezmado sus estructuras, más el trabajo de zapa realizado por la policía.
La lucha ideológica se centró contra el Partido Comunista de Honduras el que fue atomizado por continuas divisiones internas; de su seno aparecieron el resto de organizaciones políticas conocidas (PCML, Movimiento Cinchonero-URP, FPM, PASO, entre otros).
La izquierda hondureña se vio imposibilitada de organizar un proceso de unificación que culminara con una Comandancia General que orientara el trabajo de masas y la acción político-militar en contra de la oligarquía, y ponerse a tono con los movimientos revolucionarios en Centroamérica, encabezados por el URG, FSLN, FMLN.
Fue la época en la que en Honduras abundaban los comandantes y comisarios políticos, pero sin ejército revolucionario alguno y movimiento de masas que enfrentaran la guerra de baja intensidad a la que fueron sometidos los pueblos de la región por el imperio y sus aliados.
A la par de este proceso divisionistas también se abortaron la participación en procesos electorales, tal fue el caso del Frente patriótico Hondureño (FPH), consumido por el resabio vanguardista de los miembros integrantes de los distintos segmentos de la izquierda.
Más recientemente, la UD en vez de convertirse en una fuerza electoral importante en Honduras, se transformó en un escandaloso acto fallido de la izquierda como producto del fraccionamiento interno, provocado por sus militantes y la acción depredadora de sus enemigos políticos. En la actualidad, una parte de su membresía, hace causa común con el golpismo hondureño.
El FNRP otra historia otra coyuntura
Ahora que la historia ha colocado al pueblo hondureño en una perspectiva real de toma del poder, el flagelo de la división aparece nuevamente para detener el ímpetu del Frente Nacional de Resistencia Popular.
Por primera vez, y único caso en la historia política del planeta, en Honduras convergen, en un solo torrente, el movimiento social y el político con una fuerza tal que, bajo una conducción acertada, podría derribar cualquier obstáculo que se le presente por delante.
Frente a este hecho contundente, las fuerzas retardatarias, representadas en el bloque de poder dominante, conspiran contra el FNRP para minar su fuerza, atomizándolo, y lograr destruirlo por dentro, ante la imposibilidad de liquidarlo mediante la represión abierta y deshumanizada.
El primer intento de división se evidencia cuando miembros destacados de la Resistencia Liberal se fraccionan y forman el Foro Liberal para distanciarse de Manuel Zelaya Rosales, en virtud de que éste, en un evidente afán de modernización ideológica, plantea que el liberalismo debe enrumbar sus pasos hacia un liberalismo socialista.
El foro liberal se afilió a las ideas de la embajada americana y del sector oligárquico, en el sentido de salvar el Partido Liberal de la debacle y oxigenar el bipartidismo moribundo.
Los líderes de este movimiento han planteado rescatar el partido liberal de manos del sector más recalcitrante del poder dominante y remozarlo con miras a participar en las elecciones del 2013, pues para ellos el partido Liberal es permanente y la resistencia, efímera. Fueron los primeros en manejar la idea “somos de la resistencia pero no del frente”, en un franco desconocimiento al FNRP como fuerza conductora de este proceso.
Una característica del FNRP es, sin duda, su diversidad en materia de organización y orientación ideológica, lo que dificulta al máximo la conducción en virtud de que nadie quiere abandonar sus nichos organizativos y enfoques tradicionales, situación que se convierte en un vector para la proliferación de las tendencias anti unitarias, independientemente de que se declare la unidad acción con base a objetivos comunes.
En ese marco de franca diversidad, una treintena de organizaciones entre sociales y políticas, reunidas en las instalaciones de CARITAS de Honduras, en la ciudad de Siguatepeque, organizaron en el interior del FNRP, un movimiento que denominaron Frente Amplio Político Electoral en Resistencia FAPER, donde se destaca un sector de Liberales en resistencia y la facción de la UD que hizo causa común con el golpismo.
Según declaraciones de sus líderes, el movimiento surge en oposición a la dirección vertical y no consensuada de la actual Coordinación del FNRP, a la cooptación de dirigentes, y una supuesta desmovilización del frente con respecto a sus luchas contra la oligarquía. Este movimiento pretende aglutinar en su seno a remanentes de los partidos Liberal, UD, PINU, socialista, entre otras, que tras el golpe se cobijaron en la resistencia.
Aunque públicamente el FAPER declara que es una expresión interna del FNRP, no deja de ser una fractura importante en el interior de la resistencia y que contribuye a acelerar precisamente el proceso de desmovilización por la que abogan los estrategas del golpismo y del imperio.
Otro sector importante en el seno del FNRP es el Bloque Popular, una estructura que aglutinaba un fuerte movimiento social (sindicatos, patronatos, organizaciones campesinas, organizaciones de mujeres, entre otras) y que, tras el golpe de Estado, se fortaleció mediante el ingreso a su seno de una gran cantidad de organizaciones de carácter barrial, surgidas espontáneamente en el fragor de la lucha anti oligárquica.
Existe una tendencia creciente contra el bloque popular, tanto interna como externamente, basada en la vieja creencia de que este sector es fuertemente influido por las organizaciones de izquierda del país, manifestándose a ultranza un fuerte anticomunismo promovidos por las viejos paradigmas ideológicos enraizados en el bipartidismo tradicional.
“Son unos dogmáticos”, “Congelados”, “stalinistas”, “antidemocráticos”, “excluyentes”, son uno de las tantas acusaciones que a diario se escuchan contra los militantes del Bloque popular de parte de diversas organizaciones cuya base social es la pequeña burguesía urbana y rural y que no comulgan con los postulados ideológicos del socialismo ni con el estilo de “centralismo democrático” que caracteriza a gran parte de los gremios afiliados al bloque.
Por otra parte, en ciertos sectores del bloque de poder oligárquico, han entrevisto la posibilidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente sin la participación del FNRP al que identifican con el Bloque Popular, pero si estarían de acuerdo en hacerlo con aquella resistencia que no constituya ningún peligro para los intereses económicos de la oligarquía y del imperio. Es la resistencia que algunos militantes calificaron de “blanda y blanca” frente a esos intereses.
Otros de las acusaciones que se esgrimen contra el bloque popular es su afán desmedido de vanguardizar el movimiento de resistencia, resabio que según sus detractores se acentuó en la última asamblea del departamento de Francisco Morazán para elegir delegados a la asamblea nacional del 26 de febrero, donde más de 100 organizaciones populares y sindicales y políticas, impusieron su dominio frente a otras organizaciones que aspiraban a mayores cuotas de poder en la conducción colegiada del FNRP.
Mel y la resistencia Liberal
Tras el golpe de Estado, la organización política que recibió el mayor impacto fue el Partido liberal, organización que de inmediato conformó junto con otras estructuras de carácter gremial y barrial, el gran movimiento de resistencia hondureña.
Tras muchos meses de diarios enfrentamientos los liberales, bajo la conducción de Mel Zelaya, abandonaron los viejos moldes del tradicionalismo político y fundaron la Resistencia liberal, cuya base la constituye el Movimiento 28 de Julio.
Tras el enconado enfrentamiento en el bloque de poder dominante, y ante las prácticas dictatoriales del sector más recalcitrante de la oligarquía, los sectores más progresistas de este bloque se agruparon en la expresión Resistencia Liberal y proclamaron su decisión de enrumbar sus paso a lo que denominaron “liberalismo socialista”.
Es a partir de este hecho que algunos líderes del liberalismo, educados en las escuelas del conservadurismo y en las viejas prácticas anticomunistas y antipopulares, comenzaron a distanciarse de Resistencia Liberal y volvieron al cause oligárquico, con la venia de la embajada americana.
Pese a los ataques contra la Resistencia liberal, este movimiento creció y se fortaleció en la lucha y se ha mantenido en el FNRP, bajo la conducción de Manuel Zelaya Rosales, quien sin lugar a dudas se convirtió en el líder indiscutible no solo del liberalismo resistente sino de todo el pueblo hondureño que busca sacudirse las coyundas de la dictadura golpista.
Este proceso no ha sido fácil para los liberales, acostumbrados a los viejos resabios del bipartidismo tradicional y han tenido que conciliar con actores del movimiento popular y barrial, afiliados a otras formas de pensamiento y organización.
Al parecer, pese a las dificultades, existe una creciente tendencia de los liberales en resistencia a buscar la unidad con el resto de la diversidad organizativa que caracteriza al frente de resistencia popular.
La creciente diversidad del FNRP
Por otro parte, nadie desconoce la inmensa diversidad que caracteriza al FNRP, estructura que aglutina organizaciones de mujeres, iglesias de distintas denominaciones, colegios magisteriales, patronatos, campesinos, artistas, escritores, organizaciones LGTB, ONGS, etnias, Nueva Democracia (expresión política de la izquierda hondureña) entre otros, lo que dificulta el mantenimiento de la unidad de acción.
Ante esta diversidad, la oligarquía ha venido conspirando para que la unidad del FNRP se quiebre, utilizando sus aparatos de dominación ideológica para convencer a esta diversidad de que abandone el barco de la resistencia. Sin embargo, ha fracasado en este propósito, puesto que hoy en día, la resistencia no solo se ha fortalecido, sino que nuevas organizaciones e identidades se suman a la lucha patriótica por refundar Honduras.
La diversidad organizativa, municipal y barrial, es uno de los componentes de extraordinario poder en el seno del FNRP, razón por la cual reciben los embates de la represión estatal e ideológica de la dictadura golpista.
La unidad del FNRP contra la represión oligárquica
Ahora que se celebra la gran Asamblea Nacional del Frente de Resistencia Popular, según los analistas, toca a los delegados reflexionar sobre la unidad de acción de todas las entidades que componen la resistencia, de tal forma que se inaugure uno de los movimiento políticos y sociales mas contundentes de la historia política del país.
En tal sentido la carta de Manuel Zelaya enviada a la militancia del FNRP es aleccionadora, en ella llama a que se consolide graníticamente el frente para enfrentar tareas como la conformación del Frente Amplio que lidere la lucha política contra la oligarquía; la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente originaria; la redacción de una nueva constitución para refundar Honduras, entre otros objetivos fundamentales.
De lo anterior se colige, según se desprende de la carta, que los delegados de las distintas identidades y organizaciones deberán abandonar sus nichos ideológicos y organizativos, sus ansias de vanguardismo, los intereses particulares y de grupo, para asegurar la victoria final contra la oligarquía, rescatar el país y transformarlo en otro más excluyente y participativo.
La gran responsabilidad que tienen los delegados a la asamblea nacional, es derrotar las tendencias divisionistas que promueve la oligarquía en el interior del FNRP; salirle al paso a los liquidacionistas de derecha e izquierda, a los vanguardistas y voluntaristas, a los anarquistas y todas aquellas manifestaciones oportunistas que buscan hacer de la resistencia otro acto fallido más.
En realidad, para muchos, el fortalecimiento del FNRP pasa necesariamente por la consolidación de la unidad de acción sobre la base de los tres ejes que le dieron vida: la organización, la educación y la movilización permanente contra la oligarquía golpista, de lo contrario el pueblo hondureño perdería la oportunidad de deshacerse de un sistema oprobioso y excluyente que la oligarquía y el imperio montaron contra el pueblo hondureño
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