Los “inocentes” defensores de la revista Vanguardia
21/12/2010
- Opinión
En estos días, cuando la impunidad de los deudores de la banca cerrada por el atraco del feriado bancario está llegando a su fin, a pesar de las múltiples complicidades que pasan desde las solícitas prescripciones de acreencias por parte de quienes las debían cobrar, hasta por no elaboración de informes legalmente necesarios para el cobro, lo que supuestamente obedecía a una falta de información de sustento, como lo sostienen los irresponsables funcionarios que estaban obligados a ello.
En estos días, en que el fin de la impunidad exige ejecutar acciones para el cobro de las deudas que mantienen una serie de personas naturales y jurídicas, que permitiría por lo menos reducir la brecha patrimonial que se crearon, en muchos casos, a través de créditos vinculados o de créditos concedidos a empresas de papel, así como otras deudas íntimamente ligadas al atraco bancario, múltiples voces se elevan en protesta por una de esas acciones de cobro, la ejercida en contra de la revista Vanguardia, voces que responden a la inocencia política de algunos o a aparentes inocencias de otros, como lo demostraremos inmediatamente.
Los inocentes políticos, seguramente imbuidos, plenos de libertad de expresión, califican de “torpe disposición judicial que atropella a la revista Vanguardia”, sin reparar en la realidad concreta de ese medio de comunicación social, y peor en los objetivos políticos derivados de los intereses económicos que representan. Su posición posiblemente también responde a esas concepciones que no entienden que la lucha mediática es parte de la lucha política, situación que es cada vez más evidente e irrefutable, por lo que, y en consecuencia, no existen medios de comunicación neutros, no existe una libertad de expresión en abstracto. Por lo que la revista Vanguardia debe ser juzgada en ese contexto concreto y no en otro metafísico, propio de la palabrería, alejado del conocimiento cierto. No descartamos que estemos en un error, y que los defensores que califico como inocentes políticos, si la conozcan. En ese caso sólo cabría trasladarlos al grupo de los “inocentes”.
Los “inocentes” y más acérrimos defensores de la revista Vanguardia, son de distinto tipo: unos defienden intereses económicos y políticos específicos, otros su fuente de empleo. Estudiemos la realidad concreta que explique el entrecomillado en relación a los primeros. Los segundos no ameritan atención, dado que su libertad ha sido enajenada por los propietarios de los medios en los que laboran.
La revista Vanguardia, es producto de la alianza entre los siguientes grupos familiares del Ecuador:
a. El Grupo Vivanco, cuyo mayor representante es el señor Francisco Vivanco Riofrío y conformado por las familias nucleares Vivanco Neira, Vivanco Riofrío, Vivanco Arroyo, Vivanco Salvador y Vivanco Celi;
b. El Grupo Pérez, cuyo núcleo central fue la familia Pérez Perasso y hoy se agregan las familias Pérez Barriga y Pérez Lapenti. Emparentados políticamente con los Crespo Reinberg: y,
c. El Grupo Martínez, compuesto por las familias Martínez Merchán y Martínez Leisker.
Grupos que controlan un importante número de los más grandes medios de comunicación impresos. Entre otros los diarios nacionales La Hora, El Universo y Expreso. Amén de participaciones en radiodifusión sonora y televisiva, como lo denotan, por ejemplo, las dos concesiones que para estaciones de radio FM mantenía Galo Eduardo Martínez Leisker, o las dos concesiones que detentaba Francisco Vivanco Riofrio, igualmente para estaciones de radio FM.
Esta alianza, a la que se suman relaciones familiares o políticas, explican los amplios pronunciamientos que se registran en esos y otros medios de comunicación social, en aparente neutralidad si se olvida, por ejemplo, que el principal editorialista del diario Expreso el señor Jorge Vivanco es tío del señor Francisco Vivanco Riofrio, o que el señor Andrés Crespo Rainberg, Presidente y Representante Legal de la Revista Vanguardia, es pariente político de la familia que controla el diario El Universo, como quedó ya mencionado.
La cerrada defensa de la revista Vanguardia antes referida, no responde entonces, como muchos consideran e incluso creen, producto desinteresado, posición de principios, defensa de la libertad de expresión. Se trata simple y llanamente de una defensa de bastardos intereses económicos, entre estos el no pago de acreencias que van más allá del arriendo del bien inmueble que paso a manos de la AGD, si recordamos que la Editorial Minotauro S.A. que editaba en un principio la revista Vanguardia también fue intervenida por la AGD y hoy es parte del patrimonio del Estado. Lo que, por cierto, explica el cambio del control de la revista Vanguardia de la Editorial Minotauro S.A. a la Editorial Gran Tauro Cía. Ltda., en la cual, como no podía ser de otra manera, igualmente participan miembros de esos grupos familiares, como el señor Rómulo Andrés Crespo Reinberg o empresas nacionales o extranjeras que son controladas por esos mismos grupos como Gráficos Nacionales S.A. GRANASA, controlada por la familia Martínez, o FVR INVESTMENT INC.
No seamos ilusos, esta es una lucha del Estado ecuatoriano, y en consecuencia de la sociedad toda, por recuperar la pérdida patrimonial que nos infringieron banqueros y beneficiarios de créditos impagos, por obra y gracia de cómplices que actuaron a su favor desde la institucionalidad del Estado y por leguleyadas, como los pretendidos pagos que dice haber efectuado la revista Vanguardia. No se trata de una afectación a la libertad de expresión o cosa parecida. Simplemente se trata de cobrar una deuda que pretenden convertirla en incobrable especimenes como los que hoy protestan.
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