Deshojando Flores: la campaña del miedo
27/09/2010
- Opinión
El factor miedo puede ser determinante al momento de definir una elección. El miedo hace que las personas actúen irracionalmente con cierta desesperación. En el caso de una elección, el miedo plantea usualmente el dilema del mal menor. El voto no se da entonces por un candidato que me convenza, que haya planteado mejor sus propuestas. Es un voto de oposición a un candidato en particular y al supuesto peligro que representa. El voto que deviene del factor miedo es un voto ignorante porque carece de fundamentos. Detrás de ese tipo de votos sólo hay angustia y manipulación.
Los que desatan la campaña del miedo apelan a una vieja tradición de la política peruana: la actitud confrontacional. La política queda reducida a un campo de batalla, literalmente, donde el objetivo es destruir al enemigo, erradicarlo del sistema político de ser posible. Por tanto, tiene que ser una campaña muy bien orquestada desde las sombras ya que políticamente en la actualidad no es “correcto” eliminar a tu rival político. No puede tratarse, sin lugar a dudas, de campañas organizadas por espontáneos porque implica la movilización de grandes cantidades de recursos materiales y de mano de obra, los mismos que son directamente proporcionales al proceso electoral en mención. La cantidad de recursos movilizados para un proceso electoral de una alcaldía distrital suele ser menor que la cantidad de recursos que requiere un proceso electoral presidencial por ejemplo. Evidentemente, para realizar este tipo de campañas de terror se requiere de un plan bien detallado.
La campaña sucia desatada contra la candidata de Fuerza Social, Susana Villarán, comenzó a arreciar ni bien empezó a asomar en las encuestas de manera descollante, sobre todo luego de la salida de la contienda electoral de Alex Kouri. Recién en agosto Villarán tuvo su despegue subiendo del 4% al 12% según la encuestadora de la PUCP. A partir de ese momento se desató la campaña del miedo. Aparecieron en primer lugar cadenas de correos recordando su pasado en la izquierda radical de los setentas. Luego los diarios Correo y La Razón comenzaron a propalar distintos titulares en donde prácticamente la acusaban de violentista. Nada más falso. Dentro de la misma izquierda Susana Villarán tiene la imagen de ser demasiado blanda. La política peruana aún no está acostumbrada a una de las características esenciales de la democracia: la tolerancia. Y justamente intolerancia fue lo que demostró Lourdes al hacer una caricatura de la candidatura de Susana, vinculándola al viejo discurso desfasado de la izquierda peruana con la que ella no comulga hace varios años atrás.[1]
Pero la campaña de difamación contra Susana recién comenzaba y surgen así nuevas declaraciones, acusaciones y mosquitos difamatorios. Las propuestas políticas parecen ensombrecerse frente a este maremoto de inmundicias que arroja la campaña política por la alcaldía más importante del país. Pero hay que tomar en cuenta que Susana no ha sido la única víctima de todo esto, también lo ha sido Lourdes con la publicación de varios audios de conversaciones privadas suyas. Todo esto recuerda el modo de hacer política durante el fujimorato. Para los principales operadores del gobierno de Fujimori todo resultaba válido con tal de anular cualquier tipo de oposición política. Espiar conversaciones ajenas, mancillar la honra de opositores inventando acusaciones y emprender campañas del miedo eran las piedras angulares de la dinámica política de esa época. Tal era la sensación de impunidad en esa década que este tipo de prácticas políticas se daban en todo nivel.
Recuerdo mucho algo que me sucedió por aquellos años. Era el año 2000 y cursaba los Estudios Generales Letras de la PUCP. Aún quería ser abogado como mi viejo. Con un grupo de amigos con los que salíamos a protestar contra Fujimori decidimos organizarnos y presentar una lista para las elecciones del Centro Federado de Estudiantes de esa facultad. La contienda al final se definió entre dos listas: la nuestra y una lista que era considerada oficialista porque tenía vínculos con el grupo estudiantil que en ese entonces controlaba la FEPUCP. Desde un inicio a nosotros nos estaba yendo bien en la campaña electoral por una simple argucia publicitaria, nuestro símbolo tenía mayor pegada que la del adversario. Parecía que nuestra victoria estaba cantada a pocas semanas de las elecciones. Sin embargo, empezaron a llegar correos electrónicos a todos los estudiantes de la facultad en donde se llamaba a votar por nosotros. Lo curioso de este tipo de “adhesión política” fue que los correos estaban firmados por el Presidente Gonzalo o por agrupaciones marxistas inexistentes. Se pedía el voto de los estudiantes por la lista popular y revolucionaria -que era la nuestra- y en pos de la lucha armada. Nunca tuvimos la capacidad para contrarrestar tamaña campaña difamatoria. Al final, como resultado de aquello perdimos esas elecciones junto con la idea ingenua que teníamos sobre la política en general. Quizá por eso me enerva tanto que se quiera ganar una elección usando estas campañas del miedo. Artimañas que sorprenden a los ingenuos y desinformados. Campañas que apelan a lo más irracional del ser humano. No nos dejemos impresionar por favor.
Nota
[1] Estas declaraciones las dio a RPP el jueves 2 de setiembre a eso de las 8:15 de la mañana y donde señaló que existe el temor que viejas ideas fracasadas del pasado estén buscando llegar al poder.
- Héctor Huerto Vizcarra es Historiador de la PUCP y Magíster de Ciencias Políticas de la USAL (España). Docente de la UCSS y la UCSUR. Más artículos del autor en el blog: http://marcayuq.wordpress.com
https://www.alainet.org/es/active/41220
Del mismo autor
- Este 5 de junio mi voto no será un cheque en blanco 03/06/2011
- Deshojando Flores: la campaña del miedo 27/09/2010
- El límite difuso entre la sociopatía y el pragmatismo electoral 08/04/2010
- La relación entre la ciencia y la intolerancia 18/02/2010
- El obituario del Foro Social Mundial 08/02/2010