Los buitres están hambrientos
05/06/2010
- Opinión
Muy pronto se cumplirán cuatro años de la fecha en que el Comandante Fidel Castro debió someterse a una delicada intervención quirúrgica. En Miami, los buitres se agitaron bulliciosamente y hasta se dispusieron a viajar pensando en festinar los restos de un muerto. No hubo muerto y la siguiente demostración de los zopilotes fue un furibundo zapateo sobre los discos de un cantante que armó un festival gigantesco en La Habana.
Pero los gallinazos no descansan. Ya se convencieron de que Cuba sigue siendo Cuba, con nuevo gobierno; que los cubanos no cambiarán el sistema que han defendido por medio siglo. Con rabia, los buitres están juntando todas sus fuerzas y se dan cuenta que no pueden saltar sobre la perla antillana, porque saldrían malparados. Entonces han comenzado, otra vez, una campaña de calumnias y desinformación. Es la guerra mediática.
Quienes salieron jóvenes de Cuba allá por 1960, hijos de ricos hacendados, de corruptos gobernantes y de negociantes vinculados a la mafia norteamericana, se consideraban entonces dueños de la isla. Salieron de allí llevándose millones y millones de pesos con los que iban a celebrar muy pronto su retorno; todavía los guardan, aunque ya no tienen ningún valor. Ellos mismos han perdido toda su vida en esa inútil espera; inútil, porque quieren el imposible retorno a los tiempos de sus padres. No les basta haber copiado ese mundo corrompido en un barrio de Miami.
Pero esos son los buitres. Tras ellos está la gran águila cuya voracidad no tiene límites. Es el gobierno con la sonrisa de Obama y la acidez de Hillary Clinton. Son los respetables senadores que no dudan en validar el asalto a uno y otro país, pero se proclaman jueces de la democracia y fiscales de la libertad. Todos ellos afirman seriamente que no hay democracia ni libertad en Cuba. Como ya no pueden poner el ejemplo de los mafiosos de Miami, inventaron unas cuatro docenas de mujeres que reciben algunos dólares para salir a la calle con pañuelos blancos, protestando contra el gobierno. Los medios comandados por las cadenas televisivas difunden a todo el mundo imágenes de esas escuálidas marchas con insistencia. Es la forma histórica de estas campañas: miente, miente y miente que algo quedará.
¿Por qué, un grupo tan reducido de personas, puede convertir su triste espectáculo en campaña internacional? En realidad, es al revés. La campaña de calumnias financia a ese pequeño grupo para utilizarlo. En el gobierno de George W. Bush se creó abiertamente una oficina con un fondo destinado a derrocar al gobierno de Cuba. Los once gobiernos de EE.UU. que se han sucedido desde Eisenhower hasta Obama han dispuesto grandes sumas de dinero para este propósito y lo hicieron sin formalidad alguna. Ahora hay una oficina y los fondos están incluidos en el presupuesto de gobierno. Seguramente, muchos buitres y águilas se enriquecieron a costa de esos fondos, cuando eran reservados.
La campaña mediática quiere justificar el bloqueo que no ha sido capaz, en cincuenta años, de doblegar la voluntad cubana. Al mismo tiempo, busca lograr otra vez el aislamiento a que sometieron a Cuba durante los años ’60 y ’70. Por último, intenta revertir la imagen de desarrollo que tiene la perla antillana, en educación, salud y participación ciudadana.
Es cierto que, esta campaña, ha tenido eco en la Unión Europea, pero en ese conglomerado de países, son muchos los que deben sentirse avergonzados. Son cajas de resonancia, porque les alcanzó la crisis que se inició en lo que, tan alegremente, los yanquis bautizaron como la burbuja inmobiliaria. Fue una burbuja inmensa que obligó a imprimir miles de millones de dólares y euros, que sólo han logrado hacer más aguda la crisis. En esas circunstancias, buscan retomar el dominio de lo que ellos llaman países en vías de desarrollo. Pero nosotros hemos decidido un rumbo diferente. Ya no seremos las víctimas que paguen los destrozos del festín.
En realidad, la campaña contra Cuba es un ataque a todos nosotros. Hemos recuperado nuestros recursos y seguiremos recuperando los que aún están en manos de las transnacionales. Esta es una nueva situación que Washington quiere enfrentar con una estrategia múltiple que incluye la instalación de bases militares en Sudamérica, un golpe cruento en Centroamérica, la campaña mediática contra Cuba, la ofensiva abierta contra Venezuela, el manejo del comercio internacional a través de los TLC y muchas otras cosas más.
Cuba está en el centro de esta tormenta pero, como se ha demostrado hasta la saciedad, los cubanos saben defenderse de los huracanes y lo harán una vez más.
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