La militarización permanente del Imperio y su agresión contra América Latina
18/01/2010
- Opinión
El imperio sigue ciclos en sus políticas; estos están determinados por los intereses que la clase dominante de ese país tenga en un momento determinado. Desde su nacimiento, este país no ha vivido ningún periodo de paz. Por eso tiene veteranos de todas las guerras en que se ha visto involucrada la humanidad en los últimos doscientos años.
Durante el siglo XX hizo diversos ensayos en su política hacia América Latina, pues, a pesar de su poderío, le resulta complejo pelear en varios frentes a la vez. Muchas veces emplearon el dinero para influenciar gobiernos en nuestro continente para seguir sus designios mientras ellos abordaban otros eventos bélicos. En la década de los treinta y cuarenta, cuando los grandes intereses económicos del mundo no pudieron resolverse por ninguna otra vía mas que la guerra, los gringos apostaron por dictaduras sangrientas en esta parte del mundo, aunque algunos países vivían momentos importantes, como el México de Lázaro Cárdenas.
En los años 50 los encontramos ocupados en la guerra de Corea, pero mantenían un férreo control sobre los procesos dizque democráticos en nuestra América. Aquí se dan dos procesos de cambio que marcarían historia; el derrocamiento del gobierno nacionalista de Jacobo Arbenz en Guatemala y la revolución cubana.
Después, en nombre de esa extraña democracia que representan, patrocinaron dictaduras en todos los países americanos. La excepción se dio en el Chile de la Unidad Popular, democracia auténtica que fue saboteada desde el primer día de su gestión, por la misma gente que hoy acosa sin descanso la posibilidad de cambios en cada país.
A pesar de esos ataques, la unidad popular chilena gana las elecciones legislativas de Marzo del 73 por lo que los amos de la guerra condenaron a ese país hermano a un largo periodo de sangre y oscuridad. La época del oscurantismo pinochetista que todavía hoy se atreven a llamar “el milagro chileno”. Mientras tanto los yankees seguían con sus agresiones en Vietnam, Laos, Camboya, y el Oriente Medio. Nunca la humanidad había visto un poder tan grande y con tal capacidad de extender sus frentes bélicos.
Allí donde no podían participar directamente encomendaban la misión sagrada a alguno de sus países esbirros, ya fuera el sionista Israel o la racista Sudáfrica. Sus años ochenta los inauguraron con una renovada filosofía y pragmatismo; debían imponer su dominio sobre los patrimonios de los demás. La justificación seria la defensa de la democracia; se comenzó con las guerras preventivas de baja intensidad.
A Nicaragua la sometieron a una brutal agresión que duró diez años; miles de hijos de Sandino pagaron el precio de la ambición troglodita del imperio. Pero la sangre no solo se derramó en suelo nicaragüense; también en El Salvador, Guatemala, Colombia, Venezuela y otros países del continente. Para ese entonces, los gringos eran activos participantes de la guerra en Afganistán, país al que aun someten a fuego inclemente.
En esos tiempos, los señores de la guerra eran amigos de Saddam Hussein, y armaban Irak hasta los dientes para que destruyera la joven revolución islámica de Irán. Pero como ellos mismos han afirmado muchas veces “... Estados Unidos no tiene amigos o enemigos, solo intereses...”, por lo que en su afán de destruir al pueblo nicaragüense, entraron al negocio del narcotráfico y a la venta de armas a Irán, cuando este país ya había derrotado la invasión imperialista de Irak.
De forma simultánea disfrazaba de democráticos a muchos países del área, e inyectaba millones de dólares a iglesias que venían a conquistar ideológicamente nuestros países. Ya no bastaba con la iglesia católica, pues esta tenía una facción que cumplía con “la opción preferencial por los pobres”, pecado este que la política gringa no podía permitir.
Grenada y Panamá fueron otras de las aventuras que emprendieron los invasores para mantener su voluntad; en el primer caso atacaron una isla caribeña solo porque construía un aeropuerto (bueno esa fue la excusa publicitada); en Panamá debían ajustar cuentas con su viejo amigo Manuel Noriega. Es importante fijarse que en todo este siglo no hubo un minuto de paz para ningún país de este continente; por esta razón no floreció nada, excepto la codicia y la sed de dinero; donde la obsoleta y rancia burguesía local era reemplazada por nuevos capitales e individuos listos para venderle el alma al diablo norteño.
En los noventa, Fukuyama declaró el fin de la historia. Pero se olvido que el neoliberalismo vive exclusivamente de negocios y el mejor negocio de todos es la venta de armas así que ni la guerra ni la historia habían terminado. En un escenario confuso, y quien sabe aconsejado por quien, Saddam Hussein invade Kuwait, sabiendo que era un suicidio. Se produjo entonces la “Tormenta del Desierto”, primera guerra televisada y llena de estadísticas de la historia. En ella, con cierta facilidad, los gringos vencieron al ”cuarto ejercito mas poderoso de la tierra” y siguieron sumando veteranos.
No deja de llamar la atención que en aquel entonces no acabaran de una vez con Hussein y su régimen. ¿Será que querían dejar la puerta abierta para una nueva invasión? El hecho es que el pueblo iraquí ha estado sometido a más humillante ocupación por casi veinte años, con la complicidad de casi todas las naciones “civilizadas” del planeta.
Uno de los hallazgos mas”brillantes” de los últimos años, realizado por los estrategas de Washington, es un enemigo permanente y omnipresente: el terrorismo. Se acabo el problema de tener que buscar excusas coyunturales, de ahora en adelante todo el sistema está preparado para combatir terroristas. Incluso se han auto asignado el papel de contralores, ellos deciden quien es terrorista. Tienen una lista del ”mal”, en la que incluyen a Cuba; que civilizado es este planeta donde el victimario acusa a la victima de perpetrar los crímenes que ellos practican.
El siglo XXI no ha variado mucho. El imperio ha ratificado su condición de enemigo de la humanidad y hoy tiene en marcha un plan para llenar de sangre nuestra América, como lo hicieron en décadas pasadas. El sueño de Martin Luther King lo ha convertido en pesadilla el primer presidente negro de Estado Unidos, con lo que queda demostrado que lo que determina las relaciones de poder en el mundo son los intereses económicos. Ellos le llaman estratégica a su actitud arrogante y brutal contra nuestros pueblos.
Después de casi 30 años de juegos electorales, la región emprendió un camino de recomposición en la última década gracias a su divorcio de la doctrina de la globalización. Se incorporaron muchos elementos nacionalistas en las políticas domesticas, e incluso, llegaron a convertirse en verdaderas revoluciones, como en Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Nótese que en esta década, los Estados Unidos no han cesado sus guerras de dominación en todas partes; ocupan Irak, bombardean Pakistán y Yemen, e intensifican su actividad en Afganistán. Aun con toda esta actividad, incrementan su actividad desestabilizadora en América Latina, para lo que se valen hasta de las desgracias de pueblos como el haitiano.
Su agresividad no tiene límites y han puesto al borde del desastre a toda nuestra región, con la complicidad de “héroes” fabricados por las oligarquías locales. Las bases en Colombia han traído un nivel de inestabilidad enorme, y los mismos gringos anuncian con cinismo la posibilidad de enfrentamientos entre Colombia y Venezuela. Poco le importa a Uribe y sus secuaces el impacto negativo que esto traería a estos pueblos hermanos.
El golpe de estado en Honduras cobra ya muchas vidas; la brutal represión ha sido sistematizada y operada con apoyo gringo, colombiano y sionista. Además la inestabilidad creada en este pobre país amenaza la seguridad y economías de sus vecinos. Aquí ungen a Micheletti como santo barón, defensor de la democracia, mientras este ordena asesinar a los campesinos en el bajo aguan.
La agresión a Nicaragua es creciente; la pretensión de un golpe estilo Honduras es acariciada por los halcones. Si no logran atraer al ejército nica, entonces, buscaran la escalada militar hasta el punto de invasión. Aquí jugará un excepcional papel el gobierno espurio de Porfirio Lobo Sosa.
En Ecuador y Paraguay el imperio financia proyectos de agresión contra las democracias populares, y echa todo lo que tiene en elecciones como la chilena y brasileña. Al mismo tiempo apadrinan el sabotaje constante del que es victima el estado argentino.
Por si esto fuera poco, hoy aprovechan la desgracia producida por el terremoto en Haití, y envían diez mil soldados para “...ayudar en tareas de rescate y controlar cualquier crisis social...”. Esos soldaditos no van a salir de Haití por su cuenta; se van a quedar años en ese país, donde el imperio y sus medios proclaman que el gobierno de René Preval ya no existe. Todo hace prever que este pobre país pasará a servir de base de agresión contra Cuba y punto de desestabilización contra la Republica Dominicana.
Con esta contingencia y las bases acordadas para Panamá y Perú se arma una gigantesca estructura de agresión, conquista y dominación del imperio. Solo lo cuestionan aquellos que saben con certeza que esto es verdad. Este esquema es conocido por todos los lacayos gringos en todas partes del continente; ninguno lo ignora; y están dispuestos a masacrar a sus compatriotas con tal de reconquistar lo que “papi” imperio les ha dado como su patrimonio perenne o evitar que se los quiten.
A lo largo de la historia los imperios que ocupaban naciones independientes trataban de asimilar su cultura, lo que permitió a la humanidad crecer en el área del conocimiento. Este imperio, por el contrario, busca destruir todo vestigio cultural, existente pues piensa que es su modo de vida el que le permitirá perpetuar su modelo. Nos prefieren estúpidos comiendo su chatarra, viendo su estúpida televisión.
Frente al escenario tenebroso que nos tiene preparado el imperio mas destructivo de la historia, los pueblos debemos entender que no podemos darnos el lujo de seguir gobiernos lacayos; no debemos obediencia a aquellas políticas que vayan en contra de nuestra propio interés. Ha llegado el momento para todos de incorporarnos a la lucha para preservar la paz y buscar mejores estadios de bienestar colectivo, incluyendo el florecimiento de las ciencias, las artes, los deportes, a favor de todos.
Este imperio es la mayor amenaza que la especie humana ha tenido que enfrentar; en el frenesí de su locura mercantil se olvidan de la armonía, del equilibrio, de la sustancia, de la sostenibilidad. Se olvidan o ignoran que una vez que hayan arrasado todo no valdrá de mucho su dinero.
De ninguna manera trato de radiografiar este imperio que nos agobia y amenaza con asfixiarnos; pero vale la pena que mantengamos una buena concatenación de los hechos. Nada es aislado, todo se puede explicar, y sobre todo, para entender la naturaleza de la lucha debemos entender contra que luchamos.
- Ricardo Arturo Salgado es investigador social.
https://www.alainet.org/es/articulo/138853
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