Adiós a Kioto, ¿una propina para el sur y todos contentos?
09/12/2009
- Opinión
Ayer se dispararon todas las alarmas sobre por dónde van las negociaciones al difundirse un borrador supuestamente impulsado por Dinamarca y con la aquiescencia de los EE.UU y el Reino Unido que no cumple en absoluto con la mayoría de expectativas. Antes de que sea tarde, está llegando la hora de unir esfuerzos entre las regiones más amenazas y exigir un tratado vinculante, con reducción relevante de las emisiones y que salde con dignidad, repartiendo dinero y tecnologías limpias ya, la “deuda climática” generada históricamente por el Norte.
Ayer se dispararon todas las alarmas sobre por dónde van las negociaciones. El prestigioso The Guardian publicó un borrador supuestamente impulsado por Dinamarca y con la aquiescencia de los EE.UU y el Reino Unido. En él, no se menciona para nada el Protocolo de Kioto aunque es el único tratado existente sobre el clima. En su lugar, se dan largas al cumplimiento de objetivos reales de reducción. Para 2050 esta sería del 80% de las emisiones contempladas hasta hoy (sin incluir las grandes olvidadas, las del transporte y el turismo internacionales). Pensando contentar a los países del Sur, se pondría sobre la mesa la extraordinaria suma de 10 millardos anuales entre 2012 y 2015 para ayudarles a hacer frente al cambio climático en marcha. Como en toda gran feria, se trata de una jugada señuelo para empezar a ver cómo reaccionan el resto de “compradores” y mirar de ajustar el “precio” del acuerdo. De la foto final llena de sonrisas del 18 de diciembre, por hablar claro.
Mientras la filtración hacía su camino, el Banco Mundial se ofrecía en una concurrida rueda de prensa para gestionar los nuevos “fondos del clima”. Presumiendo de “10 años de experiencia financiando la gestión del clima”, peroraban sobre las “excitantes expectativas” de negocio para nuevas “alianzas empresariales”, “inversores” y “mercados”. Hablaban como si el crash financiero global nunca hubiera ocurrido y como si pudiera existir una solución tradicional capitalista donde todos pueden sacar algo de dinero, siempre que se respete la cadena de mando global.
En estas horas de euforia neoliberal, apareció el sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping, portavoz del llamado Grupo de los 77, que agrupa a buena parte de los estados más empobrecidos del mundo, y aguó la fiesta. Básicamente, recordó a los grandes que hay que escuchar a todo el mundo y que ni hablar de la irrisoria cifra de ayuda al Sur. De hecho, dejó caer que no excluían la posibilidad de abandonar Copenhague si las cosas no cambiaban de verdad. Kevin Conrad, representante de Papúa-Nueva Guinea, reflexionaba sobre si las opciones para el Sur se reducían a elegir entre la falta de acuerdo y un mal acuerdo.
Muchos países e incluso ONGs del Sur han venido a Copenhague esperando que les toque algo en la subasta climática, pero, al día de hoy, la decepción crece ante la “propina” que el Norte les empieza a enseñar. Sólo lo que exige la región centroamericana, 105 millardos de dólares como fondo de rescate climático, multiplica por 10 la posición inicial del “borrador danés”. Todo esto, el mismo día que el volumen de dinero especulativo vía Hedge Fund rebasaba la cota de los 2.000 millardos de dólares. Antes de que sea tarde, está llegando la hora de unir esfuerzos entre las regiones más amenazas y exigir un tratado vinculante, con reducción relevante de las emisiones y que salde con dignidad, repartiendo dinero y tecnologías limpias ya, la “deuda climática” generada históricamente por el Norte.
Copenhague, 9 de diciembre del 2009
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