Esclavitud y lucha por la tierra
- Opinión
Tras más de un siglo de esclavitud, el pueblo guaraní de Bolivia vive momentos históricos con el proceso de saneamiento de sus tierras, en busca del fin del sometimiento, la injusticia y la violencia.
Humberto Fuentes Arena comenzó a trabajar en la hacienda cuando tenía 8 años. “Salíamos a las 4 de la mañana –recuerda– y volvíamos ya de noche. Pero ni casa teníamos. Solamente una sombrita en donde dormir un ratito hasta volver a trabajar”, explica en un receso de la asamblea de la comunidad de El Arenal (Alto Parapetí), en la que se discuten los avances y dificultades que se dan en el proceso de saneamiento de las tierras guaraníes en la zona.
Humberto repasa un pasado que todavía es presente para muchos: “La comida que nos daban no era comida. Era agua de zapallo que no alcanzaba para los 30 ó 40 peones que éramos allí. Algunos no comían en todo el día”. Él y su familia recibían “hartísimos” castigos físicos en forma de chicotazos (latigazos), y si algún día no iban a trabajar, los tres patrones –Demócrito, Manuel y Manuelito, nombres que nunca olvidará– “venían montados a caballo haciendo tiros al aire”.
Lo que Humberto relata es algo más duro que la explotación laboral, más incluso que la violencia patronal. Se trata de esclavitud: “A mis padres, el patrón les pagaba sólo con víveres y ropa al año. Nunca conocíamos nosotros plata. Y todavía les decía que después de trabajar todo el año habían salido debiendo, por lo que había que trabajar un año más. Pero nunca se iba a poder pagar. Por eso yo tenía que escaparme. Me fui para Argentina”.
Humberto pudo dejar atrás la servidumbre y huir de la deuda, que hubiera heredado de sus padres, cuando tenía 12 años. Otros muchos no lo consiguieron. “A mi compañero (de fuga), que se llamaba Marcelino Mendoza, él patrón lo alcanzó y, enlazado, lo arrastró con el caballo. Después lo encerró toda la noche sin comer y sin beber hasta que al día siguiente lo llevó a trabajar”. Su padre, después de ser esclavizado en la hacienda hasta los 70 años, fue expulsado de ella “ya que no daba para trabajar”.
Humberto volvió a Bolivia, libre, tras pasar 12 años en el extranjero: “Luego ya nos organizamos y buscamos la manera en que hay que vivir para poder trabajar solos y no para los patrones. Ahora ya tenemos la demanda de
Una larga historia que busca su final
Cuando en 1591 el monarca español Felipe II reconoció el derecho de las comunidades indígenas a disfrutar de sus tierras, lo hizo bajo dos condicionantes: los originarios eran simples usufructuarios de una propiedad que pertenecía exclusivamente al Estado y las necesidades de los españoles tendrían prioridad sobre las de los indígenas. Paralelamente,
Con la llegada de la independencia y
A través de la exvinculación —y al estilo del PROCEDE mexicano— las tierras comunales eran parceladas individualmente para que los indígenas pudieran “venderlas o enajenarlas”, según el Decreto de Bolívar de 1826, cuando así lo dispusieran sus dueños. Algo, sin duda, beneficioso para todos ya que, como sostenía nuestro hacendado decimonónico, “continuando [el indígena] apegado a la tierra que enajenó como propietario, la cultivará como arrendero del nuevo dueño, que siempre necesitará de él…”.
La exvinculación continuó durante buena parte del siglo XIX, bien a través de políticas represivas —como con el sanguinario presidente Mariano Melgarejo— o con argucias legales —como durante el gobierno de Tomás Frías— a través de las llamadas Revistas. Estas comisiones se encargaban de verificar los casos de tenencia de tierras y, en base tanto a
Tras duplicarse en las Tierras Altas del occidente boliviano de finales del siglo XIX la superficie territorial de las haciendas, el Decreto Supremo del 8 de marzo de 1900 estableció un “Territorio Nacional de Colonias” al oriente y norte del país, ampliando la política de despojo hacia las Tierras Bajas bolivianas.
Con el estallido de
El Decreto Supremo 3464 —emitido el 2 de agosto de 1953 por la administración del presidente Víctor Paz Estensoro y convertido en
Mientras la política agraria, el incremento demográfico y el sistema de herencia de la tierra hicieron ver surgir en Tierras Altas el minifundio e incluso el “surcofundio”, en Tierras Bajas —y con el fin de no afectar el desarrollo de las empresas agropecuarias—
Tras las fuertes movilizaciones de los ‘90 en demanda del reconocimiento de los derechos territoriales de indígenas y campesinos, en 1996 se aprueba
La burocratización, la lentitud y los elevados costes del proceso, sin embargo, hicieron que en 2006 apenas se hubiera avanzado en la entrega de tierras. Una década después de aprobada
Esclavitud guaraní
El 28 de enero de
Tuvo que pasar mucho tiempo para que el pueblo guaraní se recuperara de la masacre de Kuruyuki. El 1987, los que no habían sido sometidos a la esclavitud fundaron
Pero no es hasta el 2003 cuando las denuncias comienzan a tomar cierto vigor tanto a nivel nacional como internacional. Producto de ello, diversas instituciones han recorrido la zona con la intención de verificar la existencia de esclavitud. Este es el caso, por ejemplo, de
Sin embargo, a pesar de todas las evidencias, el poder terrateniente sigue negando la existencia de servidumbre en las haciendas, arguyendo que se trata de una “excusa” política del gobierno de Evo Morales para acallar las reivindicaciones autonomistas del oriente boliviano. La jerarquía eclesiástica, a través del Cardenal Julio Terrazas –enemigo acérrimo del presidente boliviano– ha negado igualmente la existencia de esclavitud al interior de las haciendas. El hecho de que el Ato Parapetí concentre el 80% de las reservas carburíferas del país tiene, sin duda, algo que ver con tales negaciones.
Un indígena en la presidencia
Con la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia se inicia una nueva etapa en el proceso de lucha por la tierra y de liberación de los indígenas cautivos.
Si bien la falta de recursos, la coyuntura política —con una derecha ultraconservadora que desde el oriente trata de mantener sus privilegios, si es necesario a través de la violencia separatista— y el talante pactista del gobierno de Morales han impedido que el proceso se desarrolle tal y como algunos esperaban, el saneamiento de tierras a favor de las comunidades indígenas ha vivido un auge considerable en toda Bolivia.
La nueva Constitución Política del Estado —aprobada por referéndum el pasado 25 de enero— prohíbe el latifundio entendiendo éste como “la tenencia improductiva de la tierra; la tierra que no cumpla la función económica social; la explotación de la tierra que aplica un sistema de servidumbre, semiesclavitud o esclavitud en la relación laboral o la propiedad que sobrepasa la superficie máxima zonificada establecida en la ley” (Art. 398). En el mismo referéndum, el pueblo boliviano decidió, con un 80% de los sufragios, que esa extensión máxima fuera de 5.000 has. y no de 10.000. Una disposición que, sin embargo, no tiene carácter retroactivo tras las negociaciones que llevó a cabo el Gobierno con la oposición derechista y que modificaron buena parte de los artículos del texto aprobados en
En noviembre de 2006, tras la realización ese mismo año de
Para Adalid Montaño, responsable del programa “Territorio y Territorialidad” del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), —institución que está asesorando a las comunidades en el proceso de titulación de sus tierras—
Según Osvaldo Rojas, técnico jurídico de
Una Ley que se vio reforzada —en lo que se refiere a la existencia de relaciones servidumbrales en las haciendas y el cumplimiento de
Dos días después de la aprobación del Decreto, el INRA reanudaba el saneamiento de las tierras del Alto Parapetí.
La lucha por la tierra en el Alto Parapetí
La lucha legal reciente del pueblo guaraní por su territorio comenzó en 1996 cuando, a la luz de
El 28 de noviembre de 2007, con
A los llamados de “resistencia civil” por parte del prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, se le sumaron amenazas de muerte a quienes entraran en la zona de saneamiento y a los propios cautivos. Después, se pasó a la acción.
El 29 de febrero de 2008, una comisión del INRA, encabezada por el viceministro de Tierras Alejandro Almaraz y el director Nacional del INRA Juan Carlos Rojas, fue atacada por un grupo de 25 personas cuando se dirigía a la comunidad de Iviyeka para supervisar el inicio del saneamiento en Alto Parapetí. Ronald Larsen, dueño de más de
El proceso debió paralizarse pero, tras la aprobación del Decreto Supremo 29802, fue retomado.
Según José Yamangay, responsable de Tierra y Territorio de
Al comenzar el trabajo de campo en los polígonos 3 y 4 —de los cinco en que se había dividido el Alto Parapetí para realizar el saneamiento— se encontraron 50 familias cautivas esclavizadas por terratenientes, incluido Roland Larsen. Sus tierras fueron confiscadas y entregadas al pueblo Guaraní. El 18 de abril de 2009, Evo Morales, en un acto realizado en la hacienda Caraparicito, ocupada anteriormente por Larsen, entregaba al pueblo guaraní los títulos notariales por un total de
Los títulos fueron impugnados por los cinco terratenientes afectados ante el Tribunal Agrario Nacional (TAN), la mayoría de cuyos integrantes, según Adalid Montaño, están “ligados a los grupos de poder”. El TAN “debería manifestarse en 6 meses, pero hay mecanismos de obstrucción, que son comunes en todas las instancias de administración de justicia de Bolivia. En el TAN, actualmente la demora es de 3 años”. Sin embargo, “el TAN no se manifiesta sobre derechos, no define qué se hace con las tierras, sino que revisa si el INRA ha realizado bien su trabajo o no”. Si el TAN se pronunciara en contra de los títulos, como mucho “habría que verificar de nuevo si existen o no esclavos en estas haciendas, para lo que existen informes de varias instituciones nacionales e internacionales. Estoy convencido de que es irreversible el mecanismo utilizado”, concluye el integrante del CEJIS.
A finales de abril se comenzó con el proceso de saneamiento en los polígonos 2 y 5, que durante 60 días procederá al trabajo de pericia de campo. Durante el mismo, tal y como explica José Yamangay, tanto las comunidades como los terceros “están presentes en el trabajo del INRA, indicando hasta dónde llega su predio, verificando referencias y con el INRA levantando la información. Si colinda con la comunidad, ésta y el propietario se ponen de acuerdo con las referencias y el INRA procede”. En caso de que no haya acuerdo, es el INRA el que se pronuncia sobre los límites de las propiedades.
Según Yamangay, “después de la emboscada [del 13 de abril] hemos trabajado mucho en la socialización, por eso es que ahora estamos trabajando tranquilos y de forma normal”. Mientras hace un año algunos campesinos participaron en las acciones violentas engañados por los terratenientes, que les decían que los guaraníes les iban a quitar sus tierras, ahora “los sectores campesinos y pequeños productores están solicitando este saneamiento para regularizar el derecho propietario”.
Hacia la libertad
Tras más de un siglo de esclavitud, el pueblo guaraní de Bolivia vive momentos históricos. Aunque tras la reducción de los escaños concedidos a las circunscripciones especiales indígenas a siete en la nueva Ley Transitoria Electoral tras las negociaciones del Gobierno con la derecha —cuando el movimiento indígena del oriente pedía 18— ha hecho que las relaciones entre ambos no pasen por su mejor momento, el proceso de saneamiento que encabeza el viceministro de Tierras, Alejandro Almaraz, está recibiendo todo el apoyo y el acuerdo del pueblo guaraní.
La falta de recursos, la complejidad del proceso y la coyuntura política no permiten pensar que vaya a ser fácil ni inmediato. La desarticulación de un grupo de mercenarios, en el que podrían estar implicados tanto el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, como el más visible de los miembros de la oligarquía cruceña, Branco Marinkovich —acusado de financiar al grupo con 250 mil dólares para la compra de armas y la realización de atentados contra Evo Morales y otros miembros de su gabinete— invitan a sospechar que el poder terrateniente seguirá tratando de impedir que el proceso siga adelante sea como sea.
Además, tal como señala Adalid Montaño, “la reconstitución territorial no es sólo que se devuelvan las tierras, va al ámbito humano y hay que tener presente las condiciones psicológicas de quienes han vivido como esclavos: el desconocimiento de su propia realidad, de sus derechos, la total ignorancia en que han vivido…”. Para Osvaldo Rojas, el proceso de titulación, “no solamente es dar un papel, también se les tiene que dar asistencia técnica. Hay un compromiso del Gobierno de darles tierra, pero también asistencia, de préstamos, etc. Esto está yendo lento, pero se está dando. Lo que nunca se dio en muchos años”.
El pueblo guaraní mira con esperanza lo que para Montaño supone “la posibilidad histórica de que los guaraníes vuelvan a ser lo que fueron” a partir de una “liberación” que conlleve, como señala José Yamangay, “no más sometimiento, no más servidumbre, no más injusticia, no más violencia, tener nuestro propio espacio territorial donde nosotros podamos desarrollar nuestra actividad cultural, económica y política, para demostrar como indígenas nuestra capacidad”.
Fuente: http://desinformemonos.org/2009/08/esclavitud-y-lucha-por-la-tierra/8/
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