Un modelo regional de nueva derecha; el caso de Panamá
06/09/2009
- Opinión
El recuento superficial de los éxitos de una nueva izquierda latinoamericana suele descuidar la conformación, a su vez, de las correspondientes reacciones de la derecha regional. Ya en Europa se conocían las opciones de Sarkozy y Berlusconi, con su énfasis teatral y eficientista. En América, antes abundaron los artículos sobre Fujmori y ahora los que ocasiona Uribe, aunque observándolos como temas locales sin proyección regional.
El texto que aparece a continuación difiere en el sentido de que identifica el modelo regional de una nueva derecha, describiendo las características que ese modelo presenta en el caso de Panamá, donde se implantó hace poco. Esto facilita entender el proyecto político de Martinelli a la luz del que antes ofreció el partido Arena en El Salvador, así como prever lo que podrá resultar de la propuesta de Piñera en Chile.
En Panamá, el régimen de la nueva derecha tiene las siguientes características:
1. Lo encabeza un grupo empresarial amalgamado por una comunidad de negocios, con un perfil ideológico de derecha eficaz, no tradicional.
2. Plasma una concepción derechista de la política, la institucionalidad y los proyectos públicos, que sus protagonistas presentan como modelo de reacción a la actual tendencia latinoamericana a elegir gobiernos progresistas.
3. Procura disciplinar al conjunto de la clase empresarial bajo un solo mando político, lo que incluye acciones gubernamentales de coacción y amenazas fiscales y legales sobre quienes demoran en someterse.
4. Busca disciplinar a todas las fracciones de la derecha bajo un mando político único, lo que incluye acciones de descalificación y sometimiento de los partidos y personalidades de la derecha tradicional.
5. Desafía sistemáticamente los límites de la institucionalidad y de la legalidad democrática vigentes, e irrespeta la separación y equilibrio de los poderes públicos, enrumbándose a convertir esa actitud del Ejecutivo en una prerrogativa socialmente admitida, con un claro saldo de inseguridad jurídica. Por ejemplo, las flagrantes intromisiones del Ejecutivo para instrumentar políticamente las actuaciones del Ministerio Público y del Órgano Judicial.
6. Asume un estilo político machista y autoritario que simula ejecutividad, junto con un lenguaje duro y desplantes de prepotencia.
7. Mantiene un alto perfil mediático y constante saturación publicitaria, valiéndose de actuaciones espectaculares y cooptación de comunicadores y de medios, a través de técnicas de seducción o de intimidación.
8. Orquesta un populismo de derecha, que implementa una política de auto‑legitimación y de fortalecimiento de su aceptación social mediante actuaciones de típico estilo populista, que incluye el remplazo de los programas de solidaridad social por iniciativas asistencialistas y clientelistas.
9. Mantiene una reiterada insistencia en polarizar la vida política del país, lo que incluye:
a) Agresiva política de descrédito y deslegitimación de las organizaciones políticas de perfil centrista o centro‑izquierdista.
b) Agresiva política de descalificación de las organizaciones cívicas de naturaleza crítica (las ONG’s de carácter no caritativo).
c) Coincidencia sistemática con la izquierda radical en el propósito de diezmar el espacio político intermedio (nuevo “reparto de Polonia” del campo político del centro y centro‑izquierda).
10. Entronización del espionaje político, intercepción de las comunicaciones, violación del derecho a la privacidad, etc., desviando para este fin recursos materiales e instrumentos legales presuntamente destinados a combatir al crimen organizado. Intimidación de los críticos del régimen, simulando la existencia de expedientes que pudieran descalificarlos.
11. Persistencia en dividir a las organizaciones sociales o gremiales que plantean reclamos y a los partidos real o potencialmente adversarios.
12.Sistemática descalificación de los gobiernos anteriores y desconocimiento de sus realizaciones. Instrumentación metódica y constante de los medios periodísticos para este propósito.
13. Obtención coactiva o compra de sumisiones políticas, e infiltración de las estructuras de las organizaciones sociales y partidos adversarios, lo que incluye nombramientos que implican nepotismo, cohecho o amenaza de destitución o persecución.
14. Intento sistemático de seducir e instrumentar a fracciones o personalidades de las organizaciones o partidos adversarios, a fin de propiciar la creación de contrincantes útiles, cortados a su gusto, como alternativas políticas inviables para disputarles el poder.
15. Reiterada creación de múltiples focos de tensión sociopolítica, y fomento de un clima de polarización e inestabilidad, orientándose a crear condiciones que justifiquen tomar medidas de excepción, que subordinen o invaliden a los demás órganos del Estado y que, oportunamente, justifiquen convocar una Constituyente que entronice la reelección presidencial.
Septiembre del 2009
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