Ayuda a ambientar dinámicas hacia la paz

La nueva liberación de rehenes valida los acuerdos humanitarios

30/01/2009
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El acuerdo humanitario logrado para la liberación de otros rehenes de las FARC, si bien no soluciona de manera global ni definitiva esta problemática sí permite un alivio a las víctimas y la retoma del entendimiento entre las partes del conflicto armado mediante la participación decisiva de expresiones de la sociedad civil y el necesario acompañamiento internacional. Pero a la vez, las soluciones humanitarias permiten ambientar posibilidades para la paz en un contexto actual de ciertos cambios -internos e internacionales- que alientan las soluciones políticas y debilitan los proyectos de guerra. Esto, a pesar de que aún predomina en el país la tendencia a la solución bélica, asociada a una forma de Gobierno autoritario que pretende una nueva reelección, para efecto de lo cual el resurgimiento de acciones terroristas y violatorias al derecho humanitario por parte de las guerrillas resultan ser de nuevo un importante elemento de justificación. En sentido contrario, las soluciones políticas y las dinámicas civilistas potencian la recuperación democrática y un ambiente de garantías.

Llegar a convenir los términos para el nuevo acuerdo humanitario a partir del ofrecimiento de una nueva liberación unilateral por parte de las FARC no fue un asunto fácil. Se partió de la total ruptura y el debilitamiento e incluso el señalamiento y ataque a las formas de facilitación o intermediación. La persistencia y la destacada y acertada actuación de Piedad Córdoba le merece un justo reconocimiento y la iniciativa del grupo Colombianos y Colombianas por la Paz deja un original canal de intercambio epistolar público que sigue abierto, con nuevas propuestas y discusiones, al cual ahora manifiesta interés de participar el ELN.

El Gobierno se vio precisado a revisar su inicial rechazo a éstas iniciativas civiles, al concurso de la comunidad internacional y al entendimiento con la insurgencia mediante el apoyo en facilitadores internos e internacionales. El CICR tras el golpe sufrido a sus posibilidades de actuación y a su propia credibilidad por el carácter pérfido de la Operación Jaque, de nuevo recupera posibilidades de intermediación humanitaria y de asistencia inmediata a las víctimas. La intervención de Brasil suma una valiosa posibilidad a favor del tratamiento regional de los efectos del conflicto colombiano con su particular liderazgo y posicionamiento ante sectores diversos en el contexto regional e internacional. Por su parte las FARC ante fuerte presión política y militar adopta una actitud política, permite una nueva acción humanitaria y en sus declaraciones Alfonso Cano -en un cambio que no puede desestimarse- expresa ahora disposición para dialogar sobre la paz con el Gobierno.

Consolidar éste logro humanitario para recuperar la libertad de una minoría de los rehenes, aunque es un logro parcial y no supera conductas guerrilleras violatorias a las normas humanitarias que les ocasionan inmensos costos políticos, tiene el alto valor de configurar un precedente positivo hacia retomar las exigencias, los entendimientos y los acuerdos para efectos humanitarios, en medio de unas circunstancias de particular intensidad del conflicto armado, de fuertes golpes sufridos por las FARC y de recuperación de la iniciativa y la capacidad ofensiva de las tropas oficiales que hacían poco previsible conseguir en la actualidad nuevos compromisos gubernamentales afines. Al respecto, el presidente Uribe ante los resultados militares y el rescate por ese medio de parte significativa de los rehenes de las FARC, acentúa de manera general su negativa al entendimiento político, insiste en el rescate militar y tiende a desconocer la contribución de la sociedad civil y de la comunidad internacional.

Las grandes movilizaciones contra el secuestro, la actuación persistente de las organizaciones de las víctimas con especial protagonismo de las mujeres y la creciente demanda de libertad inmediata e incondicional de todos los cautivos hecha a las guerrillas, así como la también perentoria exigencia al Estado para que cesen las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales y todo el horror que en la actualidad se ha puesto de presente con los eufemísticamente llamados falsos positivos, constituyen parte importante pero tan sólo parcial de una compleja agenda humanitaria, de exigencias en derechos humanos y de demandas urgentes de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para con las víctimas y con el conjunto de la sociedad.

Si bien aún el panorama actual no es suficientemente claro para retomar un proceso de paz, la retoma y actualización en algunos elementos del discurso político por parte de las FARC, independiente por supuesto de los debates que él entraña; la presión política interna e internacional para las soluciones humanitarias y el tratamiento de las graves problemáticas persistentes en materia de derechos humanos; de manera reciente el resurgimiento de expectativas hacia soluciones de paz; el debate programático y político que conlleva el período electoral hacia la elección de la próxima administración y los síntomas de crisis, desgaste y división en sus adherentes que aquejan al Gobierno Uribe y sus maltrechos y en alto grado ilegítimos grupos políticos de la coalición que lo acompaña. Son elementos que podrían inducir un cambio favorable para explorar nuevas posibilidades para las soluciones políticas y los nuevos dilemas hacia la construcción integral de la paz y la búsqueda de una fórmula de solución política con los dos grupos guerrilleros que, en medio del aislamiento político y social y el debilitamiento militar, aún persisten en las hostilidades.

Contribuyen también en tal perspectiva elementos del ámbito internacional como son: el positivo cambio de orientación de la política de EE.UU. con el nuevo Gobierno; la disposición de los gobiernos de la región para contribuir a un tratamiento político de los delicados efectos internacionales y en las fronteras causados por el conflicto armado colombiano; la puesta en evidencia de la crisis humanitaria y sus responsables a instancias de la ONU, lo cual puede comprometer nuevas acciones positivas de organismos intergubernamentales y sensibilizar de nuevo al respecto a la Unión Europea y a otros estados así como una deseable reorientación de la política de cooperación internacional bajo presupuestos de servir a la paz y a los derechos humanos y no al costoso y en gran medida inviable proyecto de guerra en curso.

Bogotá, D. C., 30 de enero de 2009.

- Álvaro Villarraga Sarmiento es Presidente de la Fundación Cultura Democrática, integrante de la Secretaría Ejecutiva de la Asamblea por la Paz y del Consejo Nacional de Paz.

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

https://www.alainet.org/es/articulo/132154?language=es
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