Si no…

26/09/2008
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Si no ardiera mi corazón y mi piel cuando está cerca esa bella mujer, fruta madura en un árbol cercano. Si sus gestos no fuesen como una poesía del cuerpo que se derrite en las manos. Si su mirada no fuese como la imagen de la ternura, o un dibujo de luna clara frente al mar. Si la música no encendiese su cuerpo y la danza no fuese un paisaje del deseo, o sea del alma. Si la fantasía no fuesen casi una escena de Las Mil y una noches. Si la sonrisa perdida y encontrada en aquel rostro no fuese como una brisa que acaricia, abre la puerta de los ojos y le pone alas a mis palabras. Si su sonrisa luego de llorar no fuese un arco iris…

Si no estuviesen los pies en la marcha, las voces en la consigna, los ojos en la mirada de la gente que camina en las calles. Si el río no se desplomara entre los saltos de agua, para luego, de tumbo en tumbo seguir su camino. Si el fuego del futuro no invadiese el camino. Si no supiese que el camino nunca termina, pero es necesario construirlo cada día con la paciencia de quien sabe que lleva años bosquejar la piedra bruta. Si no pensara que la pulida piedra de las utopías es como el barro que moldea el pueblo en el camino. Si el pueblo no fuese el estratega fundamental del cambio de rumbo, abriendo surcos, moviendo máquinas, tragando el polvo, juntando rabia, caminando a pesar de todo, siempre caminado. Si el cambio no fuese resultado del camino, pero sobre todo del pueblo en el camino....

Si la memoria no me recordase que reciencito y de a poquito estamos empezando a salir del fondo de una cueva construida por los dueños del mundo, la cueva del dios mercado, la realidad llena de nada. La realidad Michael Jackson, un mutante cultor de la cirugía plástica, ni blanco, ni negro, ni mestizo, ni hombre, ni mujer, ni gay, ni lesbiana. Si no supiese que todavía no estamos en un fruto, ni en una raíz, pero estamos empezando a sembrar porque ya hay semillas para dejar esa realidad atrás...

Si no creyera que las palabras son, a veces, como animales viejos guarecidos en la memoria. Si la memoria no fuese como un laberinto donde las antiguas palabras convocan fantasmas que se parecen mucho a los recuerdos. Si no existiesen palabras que se pudren en su propio árbol como los frutos del verano. O se cambian por otras como hacían las prostitutas de Alejandría, escribiendo sobre la tablilla de cera que colgaban de la cintura, el nombre de otra mujer más “preciada” que ellas. Si los escritores no fuesen los seres más libres de la tierra, inventando vidas, modificando historias, matando sin castigo y sin culpa, amando y odiando sin penitencia o recompensa…

Ernesto Sábato dijo cierta vez que “la vida es una novela que se escribe en borrador y no se puede corregir”. Gonzalo de Freitas, un querido amigo que se marchó, y de los grandes periodistas de esta América, le agregó: “No se puede corregir pero se puede releer”. Si no hubiésemos comenzado a releer la historia. Si la palabra revolución, que con el andar de los siglos -ya van más de dos siglos de su nacimiento- se fue ahuecando, envileciendo, saltando trampas como un pájaro prehistórico no renaciera con cada amanecer para seguir peleando por su vida. Si no creyera en la esperanza… Sí, claro que sí…

Publicado en El Telégrafo del 27 de septiembre del 2008
https://www.alainet.org/es/articulo/130032
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