Reelección disfrazada de repetición

26/06/2008
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  • Opinión
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Ante la inminente condena de su Ministro de la Protección Social, Diego Palacio, y de su ex Ministro del Interior y hoy embajador en Italia, Sabas Pretelt de la Vega, por el escándalo en la compra del voto que definió la reelección presidencial a la entonces representante Yidis Medina, el presidente decidió adelantarse al escarnio público de su gobierno atacando y amenazando de forma déspota a la Corte Suprema de Justicia. Pero al tiempo, y abusando de su poder de aparición en los medios, sacó su proyecto antidemocrático de reelección indefinida con un retador referendo para dizque repetir las elecciones presidenciales de 2006.

Con esto, acomoda su agravio a la justicia por fuera de la Constitución y la legalidad, y coloca en el ring de lo electoral lo poco que nos queda de Estado de derecho. Ring donde pretende noquear al poder judicial con su arrasadora popularidad que no duda en presentar como legitimidad.

Un hecho tan grave para cualquier gobierno, como la posible condena de dos altos funcionarios por la compra del voto de una congresista para aprobar la reelección de su jefe, es utilizado maquiavélicamente por Uribe para, no sólo pasar incólume ante la opinión, sino, para generar una pelea pública con la Corte, donde las ordenes de captura de sus funcionarios serán caballos de batalla que esgrimirá para lograr y ganar un plebiscito para perpetuarse en el poder. Paradójicamente, utilizando el voto desinformado y descriteriado de una sinuosa democracia.

Sumado a esto, tendremos que aguantar por todo el tiempo que dure esta farsa, a un presidente que sabe que su ánimo belicoso es miel que empalaga a un pueblo ávido de observar la barahúnda mediática del primer mandatario. Por esto, aguijoneará con saña a la oposición y rejoneará directa o por interpuesta persona a sus colegas de Venezuela, Ecuador y Nicaragua, esperando unas respuestas que convertirá por medio de un fariseo nacionalismo en votos y movilizaciones a favor de su plebiscito. Ya hoy sabemos que su lema: "Mano firme y corazón grande", no arrancó tantos aplausos y atención que su famosa frase chuzada: "Me tiene berraco; si lo veo, le doy en la cara, marica".

Si el referendo de reelección indefinida es tramitado positivamente por este Congreso, donde el gobierno conserva sus mayorías gracias al hundimiento de la reforma política que pretendía acabar con las alianzas de políticos, narcos y grupos armados, será una decisión parlamentaria no sólo ilegítima, sino, en contra de la Constitución y los principios generales de la democracia (equilibrio de poder, no perpetuidad en el mismo y no gobernar en favor propio). Será una decisión que comprobará que el Congreso, lejos de ser la contraparte por excelencia del Gobierno, como órgano máximo del control político, se ha convertido en un conciliábulo donde en ausencia de partidos reinan los manzanillos que en una apuesta clientelista prefieren venderle el país al diablo a perder sus pequeñas parcelas de poder burocrático.

Por otro lado, el cálculo totalitario con el que se lanza la propuesta hace prever que todo esta listo para que la Corte Constitucional, que actualmente sería incapaz de atropellar la Carta Magna, aprobando la constitucionalidad de semejante estropicio jurídico, sea captada por el presidente, ya que en la próxima legislatura la plenaria de un Senado (forzosamente uribista), deberá elegir a seis de los magistrados, de ternas enviadas por el mismo Presidente, el Consejo de Estado y la Corte Suprema. Y si sucede como con Mauricio González, que el año pasado y por imposición de Uribe pasó de ser el secretario jurídico de la presidencia a Magistrado de la Corte Constitucional el equilibrio de poderes deberá ser sepultado.

Por último, sería bueno que quienes están dispuestos a apoyar esta aberración disfrazada de democracia recuerden lo que John Locke en su ensayo sobre el gobierno civil nos dice: "tiranía es el ejercicio del poder fuera del derecho, cosa que nadie debe hacer. Quien ejerce de esa manera el poder que tiene en sus manos, no lo hace en beneficio de quienes están sometidos al mismo, sino para sacar ventajas particulares. Entonces el que gobierna, cualquiera que sea su título para ello, no se guía por la ley, sino por su voluntad"

- Gabriel Bustamante Peña, Equipo jurídico-político, Corporación Viva la Ciudadanía

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

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