Alerta sobre agrocombustibles y transgénicos en Constitución
03/06/2008
- Opinión
Quito
Sustituir alimentos por combustible, cuando tanta gente en el mundo y en el país pasa hambre, es una cuestión ética. La búsqueda de la soberanía energética no puede afectar los alimentos y la soberanía alimentaria. Por ello, tenemos preocupación cuando en el Artículo 10 de Soberanía Alimentaria, que se discute en la redacción de la nueva Constitución del Ecuador, dice: "Regular los agro-combustibles", porque puede reducirse solo a un simple etiquetado.
Si consideramos que hay mil millones de carros en el mundo y hay mil millones de personas que pasan hambre, no podemos pensar en convertir el alimento en combustible. Tomen en cuenta que para producir 25 galones de etanol, se requieren 200 kilos de maíz. Esto es suficiente para alimentar un año a una persona. Se calcula que 12% de la producción de granos en el mundo y cerca de un cuarto de la producción total de maíz se transforma en etanol.
La producción de agro-combustibles ahonda la crisis alimentaria, como lo estamos viviendo ahora en el mundo. "Estamos ante una nueva ‘era del hambre' y uno se plantea si en las escasas tierras de cultivo se va a producir maíz o cereales destinados sólo a llenar los tanques de los autos." (Carolina Morel, Swissaid, Ecuador)
El 28 de mayo de 2008, en la Conferencia "Los agrocombustibles agudizan el hambre" realizado en Suiza, se relacionó "directamente la producción de agro-carburantes a los exorbitantes precios de los comestibles y el daño ambiental".
Los agrocombustibles, que son presentados como una opción "bio" o "limpia", no tienen nada de eso. Según varios estudios, la producción de agro-combustibles ha llevado a la destrucción de bosques, contaminado el agua y el suelo por el uso extensivo de plaguicidas. Ahora están en el negocio de los agro-combustibles las transnacionales petroleras.
En la Conferencia en Suiza se presentó el caso de Colombia donde en el 2006, se destinaron 800.000 hectáreas (18%) a la siembra de productos destinados a transformarse en agrocarburantes. Al 2010 se aumentará a 921.000 hectáreas. Esto a pesar que casi el 70% de la población rural es pobre.
En Colombia, los campos que antes producían alimentos y los bosques tropicales que albergaban una rica biodiversidad, se han transformado en gigantes monocultivos destinados a los productos base de los agrocombustibles.
¿Cuál ha sido el resultado? (en Colombia)
• Menos alimentos
• Más hambre y desnutrición, sobre todo infantil
• Mayor daño ambiental: ríos contaminados, suelos con agroquímicos, se pierden especies vegetales y animales.
• No son bio-combustibles: requiere de agro-químicos que causan más daño
• Aumento de conflictos
• Escasez de leña y madera
• Emigración a cinturones de pobreza en las ciudades, o fuera del país
• Desalojo de comunidades indígenas y afro descendientes
En el caso de Ecuador, el Ministerio de Agricultura anunció que 100.000 hectáreas cultivables se destinaron desde 2007 a la producción de caña de azúcar y aceite de palma para fabricar agro-combustibles. Se han destruido bosques tropicales para plantar la palma, "lo que significa una amenaza seria para la población Awá y las comunidades afroecuatorianas de la región", según Swissaid.
No olvidemos que Jean Ziegler, ex relator del derecho a la alimentación de Naciones Unidas, ya pidió una moratoria internacional de la producción de agrocombustibles, adelantándose a lo que iba a ocurrir.
NO a los transgénicos
Consideramos que no se puede permitir ni la introducción ni el uso de transgénicos, así como la tecnología que atente contra el derecho a la alimentación. Recordemos que los transgénicos son alimentos obtenidos por manipulación genética y que la introducción de genes nuevos en los alimentos provoca alteraciones impredecibles en el resto de cultivos y la producción de sustancias tóxicas. Es además un proceso irreversible, es decir, la contaminación genética se reproduce a sí mismo.
La comercialización de alimentos transgénicos es un acto irresponsable porque, si actuamos bajo el principio de precaución, y aún no se conoce todo el impacto en la salud humana de su consumo, es preferible la prevención. Por otro lado, se produce una alteración en los alimentos, al tiempo que tienen un alto uso de pesticidas.
Adicionalmente, la extensión de cultivos de transgénicos pone en peligro la biodiversidad del planeta, aumenta la erosión y la contaminación de otras plantas y potencia el uso de herbicidas.
Por ello decimos: no a los transgénicos, ni para el cultivo, ni en nuestros alimentos. Y por ello nos preocupa cuando el Articulado sobre Soberanía Alimentaria dice: "Proteger a la población del consumo de alimentos contaminados y la introducción de organismos genéticamente modificados." Creemos que no es suficiente decir "proteger", porque pudiera ser solo con etiquetas en los productos.
La soberanía alimentaria como derecho
La producción de alimentos para la autosuficiencia, es una política fundamental para garantizar que no dependamos de otros países para nuestra alimentación. Incluso el propio Presidente de Estados Unidos, George Bush, alerta a su pueblo cuando dice: "¿se imaginan un país que dependa del exterior para su alimentación?" Pues precisamente esto es impensable, cuando tenemos enormes posibilidades de ser auto-suficientes en Ecuador.
No podemos depender, como en el caso del trigo, de la producción de otros. Ya estamos viendo lo que ocurre en México que desde la firma del Tratado de Libre Comercio de Norte América ha subido el precio del maíz, producto de consumo básico de la población. En el año 2007 se produjo el "Levantamiento de la Tortilla", después de que el precio aumentara en 400%.
Para asegurar la soberanía alimentaria como un derecho, es necesario privilegiar la producción de las pequeñas economías campesinas que alimentan a las ciudades. Debemos promover la producción de alimentos de manera sostenible en armonía con la naturaleza, lo que implica el uso de la agricultura orgánica, el compost, el abono orgánico.
Sugerimos que en el Artículo 1 del texto presentado se incluya lo siguiente: "El Estado ecuatoriano reconoce, garantiza y promueve la soberanía alimentaria como el derecho de las personas, las comunidades y los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias agropecuarias, pesquera, alimentarias, de tierras y agua, para alcanzar la autosuficiencia alimentaria".
Esto tiene coherencia con lo que estamos planteando en torno a la soberanía nacional. Además, para asegurar la soberanía alimentaria, se requieren recursos, por lo cual también sugerimos añadir en el articulado: "Garantizar el acceso equitativo y uso sustentable de los recursos productivos necesarios para la producción de alimentos. Garantizar a la pequeña agricultura nacional, a la pesca artesanal, el acceso a la tierra, el agua y otros recursos productivos".
Otro tema fundamental es garantizar el "libre uso de semillas", como se plantea en el Artículo 9, porque ahora se venden semillas que se autodestruyen, y que tienen un alto costo por cuanto se venden bajo el régimen de propiedad intelectual.
Es necesario recuperar los saberes ancestrales, mantener la agro -biodiversidad, y proteger y potenciar nuestras propias semillas -como patrimonio de la soberanía nacional - y nuestro futuro.
.
- Helga Serrano Narváez es comunicadora y Asambleísta alterna de Alianza País.
Sustituir alimentos por combustible, cuando tanta gente en el mundo y en el país pasa hambre, es una cuestión ética. La búsqueda de la soberanía energética no puede afectar los alimentos y la soberanía alimentaria. Por ello, tenemos preocupación cuando en el Artículo 10 de Soberanía Alimentaria, que se discute en la redacción de la nueva Constitución del Ecuador, dice: "Regular los agro-combustibles", porque puede reducirse solo a un simple etiquetado.
Si consideramos que hay mil millones de carros en el mundo y hay mil millones de personas que pasan hambre, no podemos pensar en convertir el alimento en combustible. Tomen en cuenta que para producir 25 galones de etanol, se requieren 200 kilos de maíz. Esto es suficiente para alimentar un año a una persona. Se calcula que 12% de la producción de granos en el mundo y cerca de un cuarto de la producción total de maíz se transforma en etanol.
La producción de agro-combustibles ahonda la crisis alimentaria, como lo estamos viviendo ahora en el mundo. "Estamos ante una nueva ‘era del hambre' y uno se plantea si en las escasas tierras de cultivo se va a producir maíz o cereales destinados sólo a llenar los tanques de los autos." (Carolina Morel, Swissaid, Ecuador)
El 28 de mayo de 2008, en la Conferencia "Los agrocombustibles agudizan el hambre" realizado en Suiza, se relacionó "directamente la producción de agro-carburantes a los exorbitantes precios de los comestibles y el daño ambiental".
Los agrocombustibles, que son presentados como una opción "bio" o "limpia", no tienen nada de eso. Según varios estudios, la producción de agro-combustibles ha llevado a la destrucción de bosques, contaminado el agua y el suelo por el uso extensivo de plaguicidas. Ahora están en el negocio de los agro-combustibles las transnacionales petroleras.
En la Conferencia en Suiza se presentó el caso de Colombia donde en el 2006, se destinaron 800.000 hectáreas (18%) a la siembra de productos destinados a transformarse en agrocarburantes. Al 2010 se aumentará a 921.000 hectáreas. Esto a pesar que casi el 70% de la población rural es pobre.
En Colombia, los campos que antes producían alimentos y los bosques tropicales que albergaban una rica biodiversidad, se han transformado en gigantes monocultivos destinados a los productos base de los agrocombustibles.
¿Cuál ha sido el resultado? (en Colombia)
• Menos alimentos
• Más hambre y desnutrición, sobre todo infantil
• Mayor daño ambiental: ríos contaminados, suelos con agroquímicos, se pierden especies vegetales y animales.
• No son bio-combustibles: requiere de agro-químicos que causan más daño
• Aumento de conflictos
• Escasez de leña y madera
• Emigración a cinturones de pobreza en las ciudades, o fuera del país
• Desalojo de comunidades indígenas y afro descendientes
En el caso de Ecuador, el Ministerio de Agricultura anunció que 100.000 hectáreas cultivables se destinaron desde 2007 a la producción de caña de azúcar y aceite de palma para fabricar agro-combustibles. Se han destruido bosques tropicales para plantar la palma, "lo que significa una amenaza seria para la población Awá y las comunidades afroecuatorianas de la región", según Swissaid.
No olvidemos que Jean Ziegler, ex relator del derecho a la alimentación de Naciones Unidas, ya pidió una moratoria internacional de la producción de agrocombustibles, adelantándose a lo que iba a ocurrir.
NO a los transgénicos
Consideramos que no se puede permitir ni la introducción ni el uso de transgénicos, así como la tecnología que atente contra el derecho a la alimentación. Recordemos que los transgénicos son alimentos obtenidos por manipulación genética y que la introducción de genes nuevos en los alimentos provoca alteraciones impredecibles en el resto de cultivos y la producción de sustancias tóxicas. Es además un proceso irreversible, es decir, la contaminación genética se reproduce a sí mismo.
La comercialización de alimentos transgénicos es un acto irresponsable porque, si actuamos bajo el principio de precaución, y aún no se conoce todo el impacto en la salud humana de su consumo, es preferible la prevención. Por otro lado, se produce una alteración en los alimentos, al tiempo que tienen un alto uso de pesticidas.
Adicionalmente, la extensión de cultivos de transgénicos pone en peligro la biodiversidad del planeta, aumenta la erosión y la contaminación de otras plantas y potencia el uso de herbicidas.
Por ello decimos: no a los transgénicos, ni para el cultivo, ni en nuestros alimentos. Y por ello nos preocupa cuando el Articulado sobre Soberanía Alimentaria dice: "Proteger a la población del consumo de alimentos contaminados y la introducción de organismos genéticamente modificados." Creemos que no es suficiente decir "proteger", porque pudiera ser solo con etiquetas en los productos.
La soberanía alimentaria como derecho
La producción de alimentos para la autosuficiencia, es una política fundamental para garantizar que no dependamos de otros países para nuestra alimentación. Incluso el propio Presidente de Estados Unidos, George Bush, alerta a su pueblo cuando dice: "¿se imaginan un país que dependa del exterior para su alimentación?" Pues precisamente esto es impensable, cuando tenemos enormes posibilidades de ser auto-suficientes en Ecuador.
No podemos depender, como en el caso del trigo, de la producción de otros. Ya estamos viendo lo que ocurre en México que desde la firma del Tratado de Libre Comercio de Norte América ha subido el precio del maíz, producto de consumo básico de la población. En el año 2007 se produjo el "Levantamiento de la Tortilla", después de que el precio aumentara en 400%.
Para asegurar la soberanía alimentaria como un derecho, es necesario privilegiar la producción de las pequeñas economías campesinas que alimentan a las ciudades. Debemos promover la producción de alimentos de manera sostenible en armonía con la naturaleza, lo que implica el uso de la agricultura orgánica, el compost, el abono orgánico.
Sugerimos que en el Artículo 1 del texto presentado se incluya lo siguiente: "El Estado ecuatoriano reconoce, garantiza y promueve la soberanía alimentaria como el derecho de las personas, las comunidades y los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias agropecuarias, pesquera, alimentarias, de tierras y agua, para alcanzar la autosuficiencia alimentaria".
Esto tiene coherencia con lo que estamos planteando en torno a la soberanía nacional. Además, para asegurar la soberanía alimentaria, se requieren recursos, por lo cual también sugerimos añadir en el articulado: "Garantizar el acceso equitativo y uso sustentable de los recursos productivos necesarios para la producción de alimentos. Garantizar a la pequeña agricultura nacional, a la pesca artesanal, el acceso a la tierra, el agua y otros recursos productivos".
Otro tema fundamental es garantizar el "libre uso de semillas", como se plantea en el Artículo 9, porque ahora se venden semillas que se autodestruyen, y que tienen un alto costo por cuanto se venden bajo el régimen de propiedad intelectual.
Es necesario recuperar los saberes ancestrales, mantener la agro -biodiversidad, y proteger y potenciar nuestras propias semillas -como patrimonio de la soberanía nacional - y nuestro futuro.
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- Helga Serrano Narváez es comunicadora y Asambleísta alterna de Alianza País.
https://www.alainet.org/es/articulo/127921?language=es
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