Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas:

"Un tesoro para las culturas milenarias"

12/12/2007
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  • Opinión
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El pasado 13 de septiembre, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que consta de 46 artículos, con el voto a favor de 143 países.  ALAI entrevistó a la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, indígena maya guatemalteca, sobre el sentido y la relevancia de este hecho.

- ¿Cómo valoras la decisión de Naciones Unidas de aprobar la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas?  ¿Cuál es su importancia para los pueblos indígenas del mundo, y para la humanidad?


Es un gran precedente, es un tesoro importante para todas las culturas milenarias, como también lo es respecto al tema del reconocimiento de la diversidad.

La Declaración fue obstaculizada prácticamente 27 años.  Hace 25 años se formó el Grupo de Trabajo sobre poblaciones indígenas en Ginebra donde llegaron múltiples delegaciones indígenas, llevando sus pruebas, sus testamentos, sus documentos para demostrar los atropellos a nivel nacional, los despojos de sus tierras, de sus bienes, de su cultura, de su identidad.  Sin embargo, muchos de estos documentos valiosos se perdieron.

Esta lucha ha sido una batalla muy grande.  Durante el tiempo que se luchó por la Declaración, podemos decir que cada una de sus letras está manchada de sangre, porque a lo largo de los 25 años muchas personas fueron ejecutadas, secuestradas, encarceladas injustamente, desalojadas, obligadas por hambre, por sequía.  Sobre todo muchos recursos naturales y minerales fallecieron después de que los pueblos indígenas fueron despojados, porque eran sus custodios, eran sus guardianes a lo largo de muchísimos años de su historia.

Entonces esta declaración representa mucho para nosotros.  Es una herramienta que finalmente les da la razón a los pueblos indígenas de tener derecho a su cultura milenaria, de tener derecho a ser diferente, a ser parte de una vida natural que siempre se negó, que es la diversidad.  Hoy la diversidad no solo afecta a indígenas, afecta a la incomprensión entre hombres y mujeres, afecta a los inmigrantes de manera especial que han huido de las tierras y afecta la depredación a la madre naturaleza, que a pesar de las señales del calentamiento global que hay en torno al planeta, los derrumbes, los desastres que han afectado la vida de pueblos tan grandes como Tabasco… a pesar de esas señales, pues realmente no se comprende que la base fundamental del respeto es la diversidad, es el reconocimiento a la diversidad.

Esta Declaración es un gran testimonio que nos permite hoy por hoy asentar algunas bases de nuestra diferencia; pero no se va a cumplir por sí misma.  Yo creo que esta Declaración será como cualquier otra papeleta que se queda tirada y olvidada en la historia, si nosotros -en primer lugar los dirigentes indígenas- no nos apropiamos del instrumento, si nosotros no nos tomamos un tiempo de leer nuestra historia y leer la Declaración, entender sus párrafos y apropiarnos para nuestras luchas locales, regionales y mundiales.

- ¿Por qué este énfasis en los dirigentes?

Porque hoy, los dirigentes tienen una misión muy grande de conducir inmediatamente los destinos de la gente en un mundo oscuro, en un mundo de muchas campañas sucias, en un mundo de muchas tergiversaciones, donde la humillación ya no solo pasa porque te ofenden individualmente, sino la ofensa es colectiva.

Entonces, los dirigentes tienen mayor obligación de usar este instrumento, de socializarlo con toda la población que hoy es mayor de edad.  Sería un reto muy grande para que nuestra gente entienda desde sus idiomas, desde su cultura, desde sus prácticas espirituales, la esencia de esa Declaración.  Pero también hay un trabajo que hacer en la academia, para que nuestros hijos empiecen a nacer usando un instrumento universal, porque si no se da esto, realmente creo que el trabajo de 25 años también puede ser una letra muerta.  Hoy es una letra viva porque finalmente logramos un éxito, pero ese éxito no sabemos cuanta vida tiene y la vida depende de su utilización, depende de su aplicación en los tribunales.

A medida que invoquemos los preceptos de la Declaración para luchar contra la minería y la depredación y la usurpación de los recursos naturales de los pueblos indígenas, a medida que demandemos a las compañías transnacionales, que lo que hacen es precisamente aplicar un nuevo despojo sobre supuesta consulta y supuesta firma voluntaria de las comunidades, sin haber sido informados fehacientemente, o comprando votos de miembros de las comunidades…  O sea, el despojo tiene otras características que quizá cuando se hizo la Declaración no se estaba practicando; entonces ahora esa Declaración tenemos que aplicar su mejor parte en los sistemas jurídicos a nivel nacional.

- ¿En términos del contenido de la Declaración, cuáles son las ganancias más destacables, los avances más importantes?

Cada letra de la Declaración, yo le encuentro una esencia especial, porque está hecha muy fuerte, muy claro el derecho de los pueblos a la autodeterminación que implica su reconocimiento como pueblos, su reconocimiento como colectividades con derechos específicos.

Pero también el tema de la utilización de conceptos como las civilizaciones.  Entonces esto rompe un paradigma de que la civilización occidental que quería homogenizar, a través del monoculturalismo, ha terminado con esta Declaración.  Esta Declaración reconoce las civilizaciones.

Temas tan profundos, que a lo largo de muchos años nos han impedido ejercer nuestra plena relación con nuestra madre naturaleza, nuestra madre profunda que es el tema de la espiritualidad.  Los pueblos indígenas tienen derecho a ejercer su espiritualidad; nos ha convertido el  monoculturalismo occidental a ser solamente materialistas, a ver la tierra con cara de dinero y no cara de profunda espiritualidad, no con cara de madre, de esencia de la vida.

Antes nos han llamado brujerios, shamanismo… pero en el fondo lo que ha perdurado en el tiempo es nuestra profunda relación con nuestra madre naturaleza, el cosmos, las energías cósmicas.   Hoy se nos reconoce, se nos legitima esa parte espiritual, esa parte religiosa digamos; aunque la espiritualidad para mí no es una religión, sino un sistema de vida que se ejerce y que cualquier gente lo puede hacer, pero que nadie lo hace más que nosotros que lo hemos hecho por siglos.

Hay otras partes que son el reconocimiento del derecho que tienen los pueblos indígenas sobre los territorios.  No hablan de parcelas.  Lo que ha hecho el occidente es convertirnos en parcelarios, en pedacitos de tierra chiquita; aquí estamos hablando de territorios, con sus recursos minerales, sus recursos naturales, sus recursos en general.  Eso es algo muy profundo, que podamos recuperar la visión que tenemos de nuestros territorios y no solamente de nuestras parcelas.

Y en el sistema de autoridades, pienso que hay una gran contribución en cuanto al reconocimiento de los propios criterios que tenemos, nosotros los pueblos milenarios, que aún sobrevivimos, sobre la elección de nuestras autoridades, la consulta, el diálogo.

Esas partes me parecen a mí fundamentales; pero realmente cada vez que leo esa Declaración veo ahí las ideas de gente valiosa que falleció en el camino, como Ingrid Washinawatok, las ideas de Bill Wapapa, de Kikapúes, de Navajos, de Mayas, de Incas, de Aztecas, de Aymaras, todo el mundo que dimos una contribución a esta Declaración.

- Algunas organizaciones y dirigentes han criticado la Declaración porque omitió algunos temas que eran considerados clave.   ¿Cuál es tu criterio?

Se me hace que hay instituciones o personas que son muy teóricas; si bien la teoría es muy importante.  Aquí en Guatemala nosotros por 10 años hemos teorizado sobre la multiculturalidad, la interculturalidad, pero cuando aterrizamos, nos damos cuenta que nadie ha querido intentar usar en la práctica esa teoría.  Igual que la educación multicultural, multilingüe, multiétnica, ya hemos ganado conceptos, y los conceptos que queríamos hacer van más allá; pero cómo usar uno de esos preceptos en la práctica, ahí esta el reto.  Cómo vamos a inaugurar un nuevo sistema jurídico que recoja dos, tres párrafos de esta Declaración en la práctica; seguramente sería un gran avance.  Entonces depende del lugar donde estamos para ver cómo se aplica o cómo lo interpretamos.

Yo no tengo ningún problema con la discusión académica, creo que es necesaria.  Pero lo que sí me importa es cómo sentar un precedente de esta Declaración en la vida de la gente.

Ahora donde yo sí coincido con los hermanos, es que hubiéramos querido que la Declaración de la ONU fuera mucho más explícita y más pulida, en que tuviera medidas punitivas contra delitos; que dijera que tal delito debe recibir una condena, que deben ser implementadas las normatividades y lo que no está normado se debe normar inmediatamente.

O sea, nosotros tenemos cosas fundamentales que no logramos en la Declaración, ¿por qué? porque no la hicimos nosotros, la hicieron los gobiernos, son ellos que votaron al final.  Lo que nosotros hicimos, ellos nos deshacen, lo que propusimos nos destruyeron; de modo que salió algo que por supuesto no es toda nuestra creación y no es lo que más deseamos que hubiera sido.  Pero lo que salió tiene un valor histórico de 25 años de lucha, por lo tanto conlleva una dignidad en el fondo.  Entonces los preceptos, las letras que están ahí son de doble letra: la letra que lo usarán los occidentales y la lectura que nosotros tenemos la obligación de hacer.

- Los gobiernos de EE.UU., Canadá, Australia y Nueva Zelanda se empeñaron en cambiar el contenido y luego al final votaron en contra, ¿por qué?

Porque aquí están los intereses transnacionales, los intereses del racismo, la discriminación, los intereses de la exclusión.  Dar derechos a los pueblos indígenas significa dar derechos a las mujeres, dar derechos a los emigrantes, dar derechos a las poblaciones que dicen yo soy distinta, soy diferente, pienso diferente.  La democracia que se ha querido hacer es como si fuera la robotización de nuestras cabezas para que pensemos igual.

Pero cuando la gente dice, no señores, yo reparo en esto, porque soy un ser pensante, ya choca contra esos intereses.  Lo peor es que solo hay interés materialista, el valor del diamante, el valor del oro, de la plata, mañana el valor del agua -que tendrá que enfrascarse para que la compremos-.  O sea el mercantilismo del sistema que impera en el mundo ha impedido la plena libertad de las personas.  Por eso decía, la libertad no tiene precio, la libertad se ejerce, se vive, se disfruta, igual que la paz.

La paz jamás debe ser un arma, jamás debe ser un instrumento cortante, debe ser un disfrute, debe ser un sentimiento de felicidad, un sentimiento de conformidad con lo que tienes y con lo que puedes ejercer en tu propia vida; pero nos han obligado a comercializar todo.  Ningún otra regla choca con la satisfacción humana, más que las reglas del negocio, del comercio.

- Entre los pasos a dar para que la Declaración no se quede en el papel, nos hablaste de lo que hay que hacer hacia adentro, hacia los pueblos; pero también hay acciones necesarias hacia los gobiernos, hacia la sociedad y en lo internacional…

Yo realmente quiero que se haga un estudio bien colectivo y muy realista de qué tenemos que hacer para modificar las constituciones de América Latina para que reconozcan esa Declaración.  Si bien es un instrumento internacional, tenemos que hacer algo para que se vincule directamente a las causas nacionales.  Yo estoy segura que los preceptos internacionales prevalecen sobre los conceptos de derecho nacional.  Pero a pesar de que esto es universal, ya conocemos el caso del genocidio, hace más de 50 años que la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU declara delito de lesa humanidad todos los temas de tortura, ejecución extrajudicial, desaparición forzada, las masacres y la persecución de los pueblos por su religión o por su cultura; y el genocidio se aplicó en el mundo.

Y aquí mismo en Guatemala tenemos un proceso contra el genocidio, contra algunos que simbolizan el genocidio, ya hay una orden de detención internacional hace más de un año, algunos prófugos de la justicia han ido a esconderse en otro país y por lo tanto no se les ha aplicado esa orden internacional; pero lo peor es que los que viven aquí en este país, se proponen a elección popular, para ganar las elecciones a pesar de que tienen una orden internacional por delitos de lesa humanidad.

Entonces si sabemos que la impunidad en el mundo es tan inmensa, tenemos que plantearnos luchas modestas pero eficaces.  Yo a eso apuesto, dejé de soñar en abstracto; o gano un juicio, -como gané el juicio contra la masacre de Xamán, donde aniquilaron hombres y mujeres y estos criminales van a estar 40 años en la cárcel- o acudo a la audiencia nacional, para que si no se aplica una orden de detención internacional, por lo menos la sanción moral del genocidio quedó claro, manifiesto y que no se va a olvidar el genocidio en Guatemala.  ¿Qué voy a ganar yo?  Nada, simplemente la historia ganó que el General Lucas García murió en Venezuela, pero era un genocida, y su nombre estará siempre en las letras donde el genocidio ocurrió.

Entonces, yo siento que hay luchas de los pueblos indígenas que son a larguísimo plazo, y hay otras que son inmediatas; saber clasificar las luchas y saber que nuestra gente se decida hacer, es lo que más deseo, que hayan varios que se decidan, sean dos gentes, tres gentes, una colectividad, sea todo el país; pero que lo hagan, que lo intenten.

Pero sabemos que estas luchas son muy humillantes.  Hoy que estamos llevando algunos juicios contra las compañías mineras en Guatemala, la Montana, nos damos cuenta que es doloroso ver a un hermano indígena que fue comprado por la compañía alegando en contra de otro hermano indígena en un tribunal.

Y los jueces se ríen cuando usamos nuestro idioma en un tribunal y el abogado tiene que decir, señores aquí nadie va hablar si no se usa el idioma y si el intérprete no es fehacientemente idóneo para que transmita en los idiomas del acusado y del que está alegando, el acusador.  Y los técnicos de las empresas riéndose, hablándose, igual que los jueces, mientras que nuestra gente alega en su idioma.  Esas humillaciones son tan fuertes que nosotros podríamos decir: ah bueno, digámoslo en su idioma lo que nos da la gana de decirles.  El problema es que sentirse vencido en una batalla es un precedente contra precisamente esos avances.  Entonces yo pienso que la gente tiene que ser valiente, no ser inmediatista.  Hay gente que lucha un día y se rinde el mismo día, hay otros que no van a rendirse; y que entonces cada quién juguemos un papel.

- Cuando el presidente boliviano Evo Morales habló ante la Asamblea de la ONU, propuso la convocatoria a una Conferencia Mundial.  ¿Compartes esta propuesta?  ¿Bajo que parámetros se plantearía?

Yo comparto; comparto todos los esfuerzos genuinos, porque mientras más socializamos nuestros ideales, nos vamos a conocer mejor.  Pero no es el único mecanismo, porque normalmente en una conferencia, la inmensa mayoría de nuestra gente no llega, ni siquiera la experiencia viva de cada esquina, de cada aldea, de cada comunidad, de cada lucha que ha hecho la gente.

Yo ya aprendí que es muy importante participar en las conferencias, lo valoro mucho, las resoluciones tenemos que abrazarlas como nuestras, y llevarlas, y difundirlas lo más que podamos; pero tener esa conciencia que eso es un esfuerzo, un ángulo del esfuerzo; y hay otros que hay que hacer, y cada uno son luchas de hormigas.

Yo siempre digo que nosotros vivimos gracias al sistema de hormigas que hemos usado a lo largo de muchos milenios, donde la gente está haciendo distintas cosas y en distintos espacios, pero conectada en una misma lógica.  No dejemos ningún espacio, todos los espacios son buenos; tratemos de no decir que el espacio que yo ocupo es el mejor.  Otra recomendación que yo hago a los hermanos del continente, es que no se perpetúen en un espacio, sino que para nuestra propia riqueza personal, estás aquí, estás allá, vienes aquí, vienes allá, es más lógico con el movimiento que tiene nuestros pueblos.

- Ahora bien, siendo que una Declaración tiene un peso relativo en términos de comprometer a los gobiernos, hay quienes proponen que el próximo paso debe ser luchar por una Convención Internacional.

También eso pienso yo.  El día en que otro grupo de nosotros inicie la convención y empieza a batallar por el primer texto de la convención, seguro que los que no tuvimos la suerte de iniciarla, vamos a sumarnos; y los que no vamos a tener la suerte de sumarnos en su discusión, vamos a tener la suerte de sumarnos en su aplicación.  En ese sentido de proceso, creo por supuesto que la convención es otro paso para la aplicación y va a tener que ser necesaria.

La Declaración es un paso, es un marco filosófico; es más, es un derecho, es un concepto universal más en abstracto, pero si la convertimos en un precedente eso va dando pie a una convención.  Yo sí creo que una ley tiene posibilidad de nacer en lo conceptual abstracto para aterrizarse, o nace de un pie en el terreno para generalizarse y universalizarse, entonces, tenemos las dos vías.

Por lo tanto, no dejaría 25 años esperando que nazca una convención, sino que hay que usar lo que hay, aplicarla, enriquecerla, sentar un precedente.  En Guatemala ganamos un juicio contra la discriminación -no se ha dado en ningún país de América Latina-, donde tú ganas un juicio en un tribunal porque unas personas practicaron en tu contra un acto de discriminación, porque te dijeron "india sucia", porque te dijeron "india tomatera debes estar en la terminal de autobuses", porque te dijeron insultos racistas, o porque te hicieron gestos despreciativos que indican racismo y discriminación, ganamos un juicio.

Ese precedente pues ha movido a mucha gente.  Nadie puede borrar un precedente.  Pienso que la Declaración tenemos que usarla y recoger todas las experiencias que están desde nuestras capacidades y posibilidades.  Yo tengo 27 años de vivir más o menos en esta experiencia internacional y me he dado cuenta que la comunidad internacional jamás va a dar dinero para la dignificación de los pueblos indígenas; va a dar dinero para justificar, para dar una capacitación, pero cuando tú quieres ejercer el derecho en el sistema de derecho, nadie te va a financiar un juicio.

Los juicios que hemos ganado han sido, como se dice aquí, el kuchuj, que es un sentido de pertenencia a la lucha, y yo como pertenezco a esta lucha siento la obligación de apoyarla y dar mi contribución; puede ser una contribución de tiempo, puede ser monetaria, puede ser en especie, pero como me dignifico por esta lucha, por eso contribuyo.  Es con eso que hemos ganado nuestras luchas.  Por eso no nos frustremos, los grandes recursos financieros que podría disponer la comunidad internacional para implementar una difusión masiva de la declaración no se van a dar.  Vamos a tener que hacerlo a pie, de boca en boca con las fuerzas alternativas, por eso la alianza es muy importante.  Creo que los pueblos indígenas jamás hubiéramos ganado esta Declaración sin la alianza.  Alianza con expertos no indígenas, con embajadores que estuvieron a nuestro lado, con ONGs que son nuestras amigas, con muchas personas que no son indígenas, pero que se solidarizaron con nosotros.

https://www.alainet.org/es/articulo/126551?language=en
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