Marbella Vs. Sun Land

28/01/2008
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  • Opinión
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El alto mando del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su candidato presidencial Miguel Vargas Maldonado, envuelto en el escándalo Marbella (lavado de dinero sucio desde España, vinculado a la compra de bienes raíces “con vocación turística” en el Caribe y especialmente en República Dominicana), acusó con fundamentos al gobierno del derechizado Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y a su presidente-candidato, Leonel Fernández, de robarse unos 130 millones de dólares (4,220 millones de pesos) a través de un préstamo gestionado en Panamá vía la mafiosa firma de intermediación financiera conocida como Sun Land.

El presidente Fernández, a través del Comité Político de su partido y de sus funcionarios de campaña “devolvió la pelota”, acusando a Vargas Maldonado de tráfico de influencia y corrupción cuando ejerció las funciones de Ministro de Obras Públicas en el pasado Gobierno del PRD (2000-2004). La operación fraudulenta fue descrita con detalles absolutamente ciertos que revelan como este señor convirtió por “arte de magia” un millón de pesos (unos 30 mil dólares) en 900 millones de pesos (unos 30 millones de dólares), valiéndose de sus conexiones intergubernamentales.

Este se parece al cuento aquel del “conejo diciéndole al burro orejudo” y me pareció conveniente presentarlo así en este artículo publicado este domingo 27 de enero en mi columna semanal del diario El Nacional de ¡Ahora! de mi país.

Marbello no es bello, más bien…, pero si muy rico; riquísimo, y ustedes saben lo que hay detrás de las grandes fortunas, sobretodo de aquellas que tienen que ver con bienes raíces, contratas y carteles turísticos.

Sun no solo sumba como el que más, sino que corta en el aire y se vanagloria de sus portentosas venas lumpen-burguesas recubiertas con piel de seda global.

Cada uno cuenta con su propia área de influencia, compitiendo en esta película electoral (de bandidos contra bandidos) por el poder mayor.

De este tipo de competencia (movida por desmedidas ambiciones) al pleito de perros –y no de barrios- hay un trecho realmente corto.

La rapacidad en ambos casos no tiene límites y los ánimos siempre se caldean hasta llegar a acusaciones mayores.

Marbello acusó a Sun de estafar al Estado desde el Estado por 130 millones de dólares, unos 4,200 millones de pesos. Y estafar al Estado desde el Estado es algo así como estafar a los(as) contribuyentes, y en este caso por una suma respetable.

Para Marbello, Sun Land es una especie de ladrón mayor. Y como Sun no pudo defenderse bien, ni explicar donde escondió ese paquete de papeletas, entonces acusó a Mar de convertir “por arte de magia” un millón de pesos en 900 millones, prevaliéndose de su posición en el pasado gobierno.

Como Marbello lo hizo en su momento, Sun aportó y publicó los datos de esta operación dolosa de su contrincante.

Explicó cómo compro súper-devaluado los terrenos turísticos: por un millón de pesos. Cómo retuvo lo comprado. Y cómo sobrevaluó lo súper- devaluado, para adquirir otro inmueble devaluado y venderlo por su valor: 900 millones de pesos

Todo esto a costa del patrimonio del pueblo.

Sun, el gran ladrón, no tardó en descubrir en Mar un colega de largas uñas.

El monto robado por Sun es más de cuatro veces mayor, pero el delito es muy parecido: ambos atesoraron a velocidades meteóricas valores que no le pertenecían, dólares, tierras, empresas hoteleras, centenares de millones de pesos…

Ambos lo hicieron amparándose en el poder gubernamental, exhibiendo una enorme destreza para llevar a cabo atracos “a mano limpia” contra el pueblo.

Sus instrumentos han tenido varios vasos comunicantes amistosos entre Secretarios de Estado y carteles de la construcción, pero la competencia por el poder mayor (presidencial) los condujo a sacarse una parte de los trapos sucios.

Sun dispone ahora del poder mayor (presidencia de la república) y por eso es explicable que ninguna acción para hacer justicia en su contra camine, por más que Mar se encargue de acusar. Aquí no opera aquello de la independencia de poderes

Mar además no quiere acusar al jefe de la operación Sun, sino solo a uno de sus subalternos.

Sun denuncia la estafa de Mar pero de ahí no pasa, pudiéndola convertir en expediente y en proceso judicial no lo hace.

Ambas posturas tienen “cocorícamo”(algo malo oculto)

Y es que los delitos cometidos, convertidos en expedientes, podrían dejar la película de electoral desierta (sin los candidatos de la bipolaridad sistémica) y a sus protagonistas fundamentales encarcelados.

Y ambos, Sun y Mar, podrán ser muy bellacos, pero aman demasiado el “sistema democrático” establecido.

Los robos mayores son evidentes, sirven para construir expedientes demoledores, pero ellos piensan que hasta ahí no deben llegar las cosas.

Esos hechos son muy útiles para las denuncias mutuas, para competir entre sí por el trono de los atracadores. Pero no para invalidar a los bandidos de la película, verdaderas vacas sagradas de la “democracia” electoral.

Las clases no se suicidan. La partidocracia corrompida tampoco. Las mafias políticas, menos aun.

Ellas, con toda su lumpenería mayor, son la mismísima esencia de esta “democracia representativa occidental” y de esta película electoral bendecida por la Santa Madre Iglesia Romana.

El ajuste de cuentas en casos así es altamente subversivo y las “instituciones democráticas” jamás deben contribuir a su concreción, pues a su sabio entender equivale a la autoliquidación.

Eso habrá de ser tarea del pueblo engañado, estafado, robado…

Y eso viene, aunque todavía no se sepa cuando. Viene…

Como volvió Martí en Cuba.
Como volvió Bolívar a Suramérica.
Como vendrá Caamaño a Dominicana.

Todos con sus espadas y fusiles de verdades justicieras, con su razón incontenible.
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