Hay que fortalecer la otra comunicación

11/10/2007
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  • Opinión
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Quito

En menos de seis meses (abril 15 a septiembre 30 del 2007) la gran comunicación (in)social del Ecuador ha sufrido dos tremendas derrotas de clarísima opinión pública. La del 15 de abril, cuando apoyaron abiertamente la tesis del NO a la convocatoria a una asamblea nacional constituyente, de plenos poderes; y el pueblo ecuatoriano dijo SI con un voluminoso 82% de votantes a su favor frente a un escuálido 11% y centésimas más. Y la del 30 de septiembre, que eligió a 130 asambleistas, de los cuales alrededor de 80 serán de Alianza País, que es el nombre que identifica al movimiento político del joven Presidente Rafael Correa.

Las dos derrotas son altamente significativas porque suponen la quiebra sin apelaciones de la vieja y corrompida burguesía nacional y su desprestigiada democracia representativa, de las políticas neoliberales que nos ha impuesto el imperio a través de sus testaferros locales y sus partidos políticos de pacotilla; y, sobre todo, de los grandes medios de comunicación social: prensa escrita, televisión y radio. Y es sobre este tema que deseo insistir ya que sobre los otros, desde hace rato, pero de manera especial desde noviembre 25/2006 (fecha de elección del Presidente Rafael Correa) se viene hablando mucho y en todos los tonos.

Los ecuatorianos queremos cambios

Pero bien vale citar un antecedente. Por los años 80 (en Ecuador comienza a ensayarse, por enésima vez, la democracia representativa luego de la correspondiente dictadura militar) según sondeos de la época, sondeos que tenían un sustento aceptable en los sectores sociales, la fuerza armada, la iglesia (católica) y los medios de comunicación tenían los más altos índices de credibilidad. No recuerdo con precisión pero, según esos sondeos, estos tres sectores bordeaban el 70% de aceptación ciudadana.

Para 1996, esta aceptación ciudadana ya está deteriorada, en lo que a credibilidad de los "mass media" se refiere. El candidato de los medios (en especial, prensa escrita y televisión) Jaime Nebot Saadi (alcalde de Guayaquil, desde 1998) tenía apoyo pleno de la gran comunicación, en contra del candidato populachero y de tarima, Abdalá Bucaram Ortiz. Y a pesar de ese apoyo, ganó y con una diferencia notable, el candidato "de los pobres" Esa elección fue ya un aviso para los capitostes de los medios; pero, vanidosos como son y mediocres, pues no solo no cambiaron de actitud sino que arremetieron contra el Presidente hasta que lograron su defenestración, vía golpe legislativo, apoyado por los militares. Desde luego, el propio Bucaram "hizo todo lo posible" porque aquello ocurra.

Un segundo aviso fue la elección del coronel Lucio Gutiérrez Borbúa frente al candidato Álvaro Noboa, de los "pelucones" (la plutocracia guayaquileña) quien, por segunda ocasión calificaba a la segunda vuelta. Gutiérrez, con apenas un episodio en la política nacional (el derrocamiento del demócrata cristiano Jamil Mahuad) y una enorme mentira de ubicación en posiciones de centro izquierda cuando su vocación era una entrega total y servil a la derecha y al gran imperio, ganó ampliamente esa elección. La gran prensa apostó por el candidato de los millones y volvió a perder. El elector ecuatoriano volvió a apostar por el cambio; y ganó largamente, aun cuando fue traicionado por el susodicho coronelito lo que le valió a final de cuentas, su derrocamiento por una revuelta popular (de los Forajidos) el 21 de abril/2005.

Sin embargo, los mass media del sistema pretendían mantener cierto "prestigio" como medios supuestamente independientes, muy ligados desde luego a los viejos y nuevos partidos políticos tradicionales (la partidocracia) ya en franco deterioro. Era evidente que la gran prensa, alineada desde siempre con la "democracia representativa" y sus "principios" (la globalización, la política social de mercado, la libertad de expresión, de ellos, el TLC, entre otros muy conocidos) han tenido que irse quitando la careta de medios independientes y al servicio de la sociedad (de ellos) y ocupando las posiciones de vanguardia y de retaguardia, que han dejando en el camino tales partidos políticos. En las elecciones presidenciales de octubre-noviembre/2006 se ve con claridad como los medios promueven a su candidata ideal (Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano) aunque coquetean con el candidato alternativo (León Roldós de la RED – Izquierda Democrática) Por supuesto, desprecian al candidato que mejor les representaba (el multimillonario Álvaro Boboa, perdón Noboa) porque le ubican como una especie de "cuasimodo de la política" Y tienen una "actitud tolerante" con Rafael Correa, un joven político que había debutado como fugaz Ministro de Economía de Alfredo Palacio y que tenía un discurso de cambio. Pero salieron finalistas, para la segunda vuelta (balotage dicen los argentinos) Noboa y Correa y en esa dualidad, desde luego, el bananero-harinero-banquero tenía las preferencias de la gran prensa (ya que además se gastaba fortunas en propaganda electoral) pero tuvieron una actitud contemplativa con el candidato Correa, ya sea porque no estaban seguros de su discurso de izquierda o porque pensaban que, ya en el poder, sería moldeable a los intereses del sistema. Por lo menos eso había ocurrido con el famoso coronelito de la traición, Lucio Gutiérrez.

Dos contundentes derrotas

Pero Rafael Correa y su movimiento Alianza País, desde antes de su posesión (enero 15/2007) no solo que se mantuvieron en su discurso renovador sino que comenzaron a profundizarlo, a hacerlo más puntual, más antioligárquico, más antiimperialista. Fue entonces cuando la gran mayoría de medios (prensa escrita y televisión, principalmente) decidió tomar partido contra las tesis reformistas del nuevo Mandatario, especialmente frente a la idea de que se convoque a una asamblea nacional constituyente, que reestructure el Estado y dicte una nueva constitución. La vieja partidocracia (que aún controlaba el Congreso Nacional) y su vanguardia, los medios de comunicación, iniciaron una batalla abierta y campal. Los congresistas, por neutralizar la convocatoria; los medios, por desnaturalizarla, por desprestigiarla, por anticiparla inútil, ya que según ellos, iba a ser la vigésima; y como las 19 anteriores, un repetir de conceptos y de utopías.

Pero el 15 de abril/2007 se dio el primer golpe contundente a favor de la convocatoria de una asamblea de plenos poderes, para que reestructure el Estado y ensaye una nueva constitución. Y entonces, la gran comunicación (in)social (incluidos unos cuantos periodistas y analistas que habían mantenido una actitud intermedia entre el SI y el NO) decidió asumir el papel de una oposición beligerante contra el joven mandatario, a quien ya habían logrado "etiquetar" como un mandatario contrario a lo que ellos llaman "la libertad de expresión" de la que se han proclamado (no solo en Ecuador sino en América Latina) como sus únicos y absolutos "militantes y apoderados".

Según se supo y fue denunciado, para la elección de asambleístas (prevista para septiembre 30) la gran prensa cerró filas contra el Presidente Correa y su Alianza País. La consigna fue poner todos los recursos informativos y de opinión, al servicio de los candidatos que se oponían al joven mandatario; y sobre todo, contrarrestar de todas las maneras posibles el indudable respaldo popular de Correa, como nunca antes ha tenido un Presidente en el ejercicio de su mandato. La acusación más socorrida fue que "desde el poder y con la plata del pueblo" estaba haciendo campaña a favor de sus candidatos; pero el Tribunal Supremo Electoral (TSE) encontró que no había disposición constitucional o legal que le prohibiera al Presidente expresar sus opiniones políticas, más si era militante del movimiento que lo llevó al poder.

Estaba claro que los medios, ya sin antifaces, pretendieron que por lo menos el sector de gobierno y de cambio no llegue a tener mayoría absoluta en la Asamblea Constituyente (66/130) Especialmente en la televisión, era evidente que sus "show man" competían en quién entrevistaba a más "pelucones" oposicionistas o ponía en la picota a los candidatos oficialistas. Ya que ese fue el único mecanismo que les quedó por cuanto el Estatuto de la Asamblea (aprobado abrumadoramente el 15 de abril) disponía que sea el Estado el que patrocine una publicidad pagada en los distintos medios de comunicación y se prohibió que lo hagan por su cuenta los candidatos o los movimientos políticos. Una experiencia inédita en el país que –a mi manera de ver- contribuyó al contundente nuevo triunfo de Correa en la composición de la asamblea constituyente, que a partir del 31 de octubre deberá instalarse en Montecristi (la cuna de Eloy Alfaro, el viejo luchador, el único que hizo la revolución liberal en el Ecuador, a finales del siglo 19 comienzos del 20)

El pueblo ecuatoriano, en las urnas, volvió a ratificar que la credibilidad de los "mas media" del sistema estaba por los suelos, tanto o más que sus viejos patrocinadores, los partidos políticos tradicionales. Imagínense que, mientras Alianza País, por si sola, acumulaba alrededor de 3 millones de votos, el PSP (el partido del defenestrado Lucio Gutiérrez) que le seguía en votación, no alcanzaba ni los 300.000; es decir ni el 10%. En curules, mientras Alianza País se garantizaba por lo menos 80 asambleistas (este comentario fue hecho antes de que terminen los escrutinios finales) los gutierristas no llegaban a los 15; y los "boboistas" ni a 10. Pero lo que no se dijo ni antes ni después de esta elección, fue que para la última semana previa a las elecciones, según sondeo de opinión hecha por una encuestadora alineada con los "pelucones", la credibilidad de los medios, especialmente la televisión, estaba en un pobrísimo 5% y los periodistas "vedettes" del sistema, ninguno llegaba al 2% Es decir, sin duda alguna, la derrota (esperamos que sea final) de la derecha oligárquica y plutocrática era también la derrota de los grandes medios de comunicación social, como los sostenedores, promotores y edulcadores del sistema. Algo que no podía pensarse siquiera, veinte o treinta años atrás.

Para ganar la guerra

Como se dice y se repite, "ahora hay que ganar la guerra" Y este es el desafío mayor, contra el cual arremeterán las derechas y los oportunistas y corruptos, con todo lo que puedan; entre ellos, los medios de comunicación social que, si bien han quedado desprestigiados, no por ello derrotados. Es más, hasta el momento han quedado indemnes en sus organizaciones administrativas y financieras; y con unas ansias de revancha, que "dios nos libre" si no se hacen muchas acciones concretas y ya.

Escuchaba a algún comentarista radial –de los pocos que han estado desde antes con las tesis del cambio- criticar la desvergüenza de no pocos "analistas políticos" de prensa, radio y televisión, quienes, a pesar de todo lo que dijeron contra Correa y Alianza País y del apabullante triunfo de este sector, que por lo menos deben demostrar algo de dignidad y de sangre en la cara; y renunciar a sus cargos como jefes informativos o de opinión, como analistas o articulistas. En apariencia, esto es verdad: pero lo que los amigos criticones olvidan es que esa fue una orden que vino desde "arriba" (desde los patrones internos y externos) y que ellos la acogieron y la impulsaron con mucho entusiasmo, ya que coincidían en la acción. De lo contrario, debieron irse cuando les dieron la consigna si es que en realidad les imponían algo que estuviese en contra de sus principios o de sus convicciones, si es que las tienen. Mas bien yo creo que deben haber recibido pleno respaldo de sus jefes y empleadores y las consignas para la siguiente batalla. La buena, la de verdad, la que se viene contra la asamblea constituyente si, con una amplia mayoría a su favor, empieza a tomar las resoluciones que todos esperan.

Fortalecer la Otra Comunicación


Es en este sentido que yo quiero formular algunas ideas ya que estoy seguro que, si las cosas siguen como han estado, más temprano que tarde, los medios recuperarán su imagen de "independientes y democráticos" y de "árbitros" del país, para decirnos que es lo bueno y qué es lo malo; quiénes son los buenos y quiénes no. Todo, en concordancia con los sectores económicos y sociales de poder, que por el momento han perdido esta batalla.

- La creación de una veeduría de los medios de comunicación social que haga un seguimiento de sus comportamientos periodísticos e informe periódicamente al país respecto de orientaciones, manipulaciones, omisiones que den sobre temas importantes nacionales e internacionales, especialmente en el ámbito de la información.

- La identificación de los medios, según sus principales accionistas o empresarios y de acuerdo a sus patrocinadores publicitarios. Por ejemplo, si el canal 4 es de propiedad del Banco Pichincha, pues debe identificarse como tal especialmente antes y después de los espacios informativos y de opinión. Si otro medio es dependiente del auspicio publicitario (de la Coca Cola, de Mobil, del sector eléctrico privado, etc.) pues debe identificarse como tal.

- El respeto sin excepciones a la persona humana, en todos sus derechos, especialmente respecto de su buen nombre, su dignidad, su privacidad, su identidad. No se puede seguir tolerando que medios sensacionalistas, amarillistas, puedan seguir publicando, a título de libertad de expresión, fotografías y videos de la llamada crónica roja, con absoluto menosprecio de la dignidad humana. Los deudos, los familiares cercanos y los defensores del pueblo, podrán seguir juicios por daños y perjuicios, por la difusión de tales imágenes, para la reparación económica de las víctimas o sus familias; y para que vayan a la cárcel, por difamadores, sus autores y quienes hicieron tales publicaciones y sus editores.

- El derecho a la rectificación de publicaciones o espacios de difusión que hayan sido infundados o tergiversados. La rectificación deberá hacerse en los mismos términos de espacios y tiempos en los que fueron hechos; y, si no lo hicieran, podrían ser objetos de suspensiones temporales y/o de juicios por daños y perjuicios.

- El impulso o respaldo que debe darse para que LA OTRA COMUNICACIÓN pueda despegar y, por lo menos, hacer contrapeso a la gran comunicación (in)social.

- En prensa escrita, por ejemplo, la edición y distribución oportuna de periódicos barriales, comunales, seccionales, políticos. Igual, con semanarios o publicaciones menores. Y si es posible, un diario de circulación nacional, bien diseñado y mejor armado de una información veraz y objetiva.

- En radio, las posibilidades son mucho más ciertas, comenzando por la utilización de espacios en la propia radio comercial y fortaleciendo de contenidos diversos y entretenidos la radio comunal para lo cual –desde el punto de vista legal- debe darse una reforma para ubicarla en igualdad de condiciones que la radio comercial. Y también la radio institucional, del sector público o semipúblico (radio nacional por ejemplo) que no ha logrado despegar a pesar de que está en el dial desde hace años.

- En televisión, la creación y el fortalecimiento de la televisión menor (barrial, zonal) especialmente de canales abiertos, como alternativa real y objetiva a la televisión comercial, que en gran medida se identifica con la televisión basura. Igualmente, el Estado debe procurarse por lo menos una red de canales de alcance nacional y respaldar decididamente y dar apertura a proyectos como Telesur.

Por supuesto, apenas estas son ideas que pueden ser enriquecidas, trabajadas o desestimadas. Pero pienso que es obligación de los sectores que están ya con el mandato ciudadano del cambio, el preocuparse de este frente (el frente comunicacional) ya que si no se lo trabaja y se lo deja a la "buena o mala voluntad" de los medios, pues estos pretenderán tomarse la revancha y trastocar el mandato popular consignado en dos votaciones abrumadoras: la del 15 de abril y la del 30 de septiembre. Y pueden hacerlo si no hay un contrapeso URGENTE Y NECESARIO.

- Alberto Maldonado es periodista ecuatoriano.

https://www.alainet.org/es/articulo/124062
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