Referéndum: fraude, errores, perspectiva
- Opinión
I
En
El otro proceso tuvo su gestación en una sensibilidad particular, aunque amplia, de rechazo a la corrupción y venalidad políticas de la minoría reinante (“meritocracia”, la llamaron en algún momento los Arias), a su impunidad y a la alianza que su corrupción establecía con clientelas empresariales. Costa Rica posee un Estado sólidamente clientelista y mercantilista. Casi no muestra políticos profesionales (una especialidad que posee su propia dignidad). Todos, o casi todos, “abandonan” sus negocios para ocuparse de la cosa pública “por amor a la patria”. Normalmente viven con opulencia o con más recursos que un ciudadano medio. Parte de su riqueza (y prestigio) es explicable por razones familiares o profesionales. Otra, la visible (el país es paraíso de sociedades anónimas), debe atribuirse a alguna inclinación de la fortuna que parece acosarlos sin tregua. El Estado clientelista atiende gamonales y grupos-masas electorales y también ‘buenos negocios’ empresariales. El Estado mercantilista resuelve las posiciones desde las que es posible establecer y agilizar los ‘buenos negocios’ empresariales, locales y transnacionales, no siempre, pese a la legislación ad hoc y la complacencia del Ministerio Público y los jueces, lícitos. El círculo de descomposición se cierra porque entre estos políticos clientelistas y mercantilistas reina el pacto del “hoy por mí, mañana por ti”.
En relación con este modelo de ‘convivencia democrática’ se gestó durante la transición entre siglos una sensibilidad de rechazo a la corrupción política y a la venalidad delincuencial de los políticos. En las elecciones generales del 2002 esta sensibilidad se materializó en tres candidaturas: la abelista, la del Partido Acción Ciudadana (PAC) y la del Movimiento Libertario (ML). Con sus claras diferencias sociohistóricas e ideológicas las tres candidaturas, con motivaciones distintas, apuntaban al final de las mafias y de su forma de ‘estar en la política’ y de ‘hacerla’. El abelismo (por Abel Pacheco, el candidato), triunfó y se frustró. El PAC, con estilo fluido y ambiguo, creció electoralmente hasta convertirse en la segunda fuerza parlamentaria en las elecciones del 2006. El ML, auto sometido a una crisis de crecimiento (o de disolución), se mantiene vivo sin crecer. En la situación actual, se ha alineado con el gobierno de los hermanos Arias.
Así las cosas, el PAC se presenta como el principal aparato partidario y parlamentario que condensa (y debería expresar) los sentimientos de repudio y castigo hacia la corrupción y venalidad. A este rechazo, el PAC agrega un modelo de desarrollo, menos conocido y comprendido por la población, centrado en el esfuerzo nacional y la inclusión. Como el sentimiento de rechazo a un sistema político podrido (y al intuido proyecto neoligárquico y tecnocrático) rebasa con mucho, ciudadana y socialmente, al PAC, éste surge como el principal interlocutor de diversos sectores de la sociedad civil, tanto de la ‘bien portada’ como de la emergente y de otros sectores, más minoritarios, que no podrían considerarse quizás ‘sociedad civil’ bajo ninguna de sus expresiones. El 48.4% de ciudadanos que votó No al pacto comercial expresa la fuerza electoral de este bloque (muy plural), fuerza que tiende a hacerse constante, y al que los grupos reinantes descalifican como “sindicalistas”, “comunistas”, “mentirosos” e “ignorantes”. Para el discurso imperante constituyen el ‘otro obsceno’ (Kristeva) o la ‘chusma’ (Kiko, de El Chavo del Ocho), lo repudiable y que no debe existir. Esta sensibilidad y este bloque emergente son ya en este momento alternativa de gobierno. Como tales están en la mira de la destrucción y de la cooptación de opulentos y prestigiosos.
En estas condiciones se realizó el primer referéndum de la historia política de Costa Rica. La ciudadanía (potencialmente) debía aprobar o rechazar un pacto comercial que “decidía el futuro del país”. El desenlace numérico quedó anotado más arriba. El carácter y proyección del evento será presentado y discutido en las secciones siguientes.
II
El resultado del referéndum del 7 de octubre generó sentimientos de rabia, frustración y desconcierto en sectores importantes de quienes votaron No. Un mensaje muy difundido en Internet se desahogaba mezclando ira e ingenuidad: “Me da vergüenza ser parte de esta Costa Rica de brutos… Cómo se nos ocurre darle el voto al Sí”. Otros se comprometían a seguir luchando más radicalmente. Alguno proclamaba el final de la lucha parlamentaria y el comienzo de la clandestinidad y la insurrección. La dirección (oficial y en buena medida autoproclamada) del No (Movimiento Patriótico) balbuceaba que exigiría el recuento de cada voto. Para los jóvenes, una parte cualitativamente importante del bloque, la derrota significó una brutal bofetada. Sienten que no era posible perder ante tanta desvergüenza. Transforman el golpe en desconcierto y dolor. Otros, en indignación. Todos estos sentimientos son social, humana y ciudadanamente legítimos.
La manera de superar la vertiente o paralizante o furiosa de estos sentimientos pasa por asumir al menos dos cuestiones básicas: los fenómenos políticos están constituidos por procesos, no por hechos, por importantes o decisivos que éstos parezcan. Y lo que se jugó en el pulso electoral del referendo fue una manera diferente de ‘estar en política y de hacerla’ que desemboca en un proyecto y un programa de país. Estos últimos son procesos. El referéndum, en cambio, uno de sus hechos o hitos. Lo que muestra la votación es que el proceso de cambio, que para Costa Rica es revolucionario, ha adquirido, en menos de diez años, una capacidad de convocatoria electoral que le ha llevado a colocarse como efectiva alternativa de triunfo. El 48.4% de los votos, en un país conservador, es una enorme cantidad de sufragios. En el proceso, es un éxito. Como hecho, el resultado del referéndum es una derrota. La frustración ante el desenlace electoral se sigue de la articulación de tres causas: la importancia de lo puesto en juego. El entusiasmo y calidad empeñados para conseguir el triunfo. La certeza o casi-certeza de ganar. A estas causas se sigue la angustia de saber que la derrota la propinó un rival sin nobleza, tramposo, torpe, hipócrita, pomposo y amparado por el sistema.
Este rival sin nobleza cometió errores que lo encaminaron a la derrota. El más grueso, una comunicación interna hecha pública puso en evidencia su rostro más retorcido y causó consternación y escándalo en todos los ciudadanos decentes. La comunicación urgía a preservar intereses y volcar preferencias infundiendo miedo, coaccionando alcaldes, mintiendo sin pudor, engañando al TSE. Involucrados: un vicepresidente de
Pero al error de los opulentos y ‘prestigiosos’ no es puesto en su verdadera dimensión (signo del régimen) ni publicitado tampoco por los partidarios del No. No se da el golpe del knock out. La explicación: no hay dinero para propaganda en los medios masivos. Inimaginable. Se quiere competir para ser alternativa de gobierno y de poder y no se cuenta (porque no se trabajó para obtenerlos) con los recursos más elementales. Lo mismo ocurre con la declaración de 95 religiosos que llaman a votar por el No. Los medios condenan la declaración pero no la publican. La gente que administra el No tampoco. La declaración existe, pero la gente mayoritariamente no la conoce ni discute. Se pierde la oportunidad de otro golpe que hubiera resuelto la pelea.
El bloque que lideran opulentos y ‘prestigiosos’ se estima derrotado a una semana de la votación. Los sondeos lo ubican más de diez puntos abajo. Ni el miedo ni la mentira han funcionado. Cunde la exasperación, la crispación, el odio. El temor sugiere los últimos esfuerzos: el obispo de los Arias en
Y florece al interior de su sistema. La norma legal (TSE) prohíbe la propaganda en medios masivos los dos días anteriores a la elección y el día mismo del evento. Los hermanos Arias, con la complicidad de medios y periodistas, y la docilidad del Tribunal Supremo de Elecciones (¿?) saturan viernes 5, sábado 6 y domingo 7 las pantallas llamando a votar por el Sí, ‘última y única posibilidad y quien diga lo contrario miente’, no habrá empleo ni inversión extranjera, sin TLC “nos lleva el Diablo”, etc. El No carece de capacidad de respuesta. Tampoco se queja ante la transgresión de la norma. No se hace presente. No paga campos para aminorar la saturación. Las tramas de Internet no pueden competir con el impacto televisivo.
El día de la elección las maquinarias clientelares tradicionales, a las que se agregan ahora los empresarios que inducen a sus trabajadores a votar por el Sí señalando que un No los llevaría a abandonar el país (una trabajadora humilde declara: “Cuando creí que la empresa se iba a ir, pensé hasta en salir del país porque se habrían cerrado muchas oportunidades. Ahora, me siento más segura” (LN,
¿Fraude? Sin duda. Y con la complicidad no solo de las “autoridades” locales sino con la de la mayoría de los “observadores” internacionales. Pero, seamos realistas. Esto era previsible. Esperable. El filósofo diría que el comportamiento de los tramposos consiste precisamente en “trampear”. Lo no previsible era que el Movimiento Patriótico por el No no se proveyera del financiamiento básico para noquear si la oportunidad se presentaba. Y se presentó. ¿Se pensó que el otro bando cederá poderío y ‘prestigio’ sin recurrir a todo? Si el No hubiese ganado se estarían viviendo otras crisis, producidas por los derrotados.
Sin dinero no hay publicidad. Y sin publicidad masiva, cuando se es retador emergente, se pierde la oportunidad de contribuir a crear nuevas sensibilidades y nuevas capacidades ciudadanas. Y entonces el rival va sobre oídos seguros, preacondicionados. Las mentiras burdas caen sobre sentidos de gentes que las desean oír.
¿Trabajó el No para su derrota? Si se considera el evento, sí. Si se valora el proceso, se abriría una polémica dura porque el Movimiento Patriótico agrupó a sectores muy diversos.
III
El proceso representado en esta coyuntura electoral por el No no salió derrotado en el referéndum. Lo perdió, que es algo distinto. Al perder, abrió una crisis en su interior. En efecto, una alternativa que se determina parlamentaria requiere de triunfos electorales (no necesariamente de llegar primera) para capturar legitimidad para su proyecto. El PAC, rostro parlamentario fundamental del No, ha estado dos veces al borde del triunfo, pero no ha triunfado. Sin embargo, ha crecido parlamentariamente. Sus rivales sienten su tufo electoral en el cuello. Lo resintieron particularmente espeso ahora. Querrán cooptarlo (masivamente o fragmentándolo) o destruirlo (aquí vale cualquier cosa). El otro escenario para el PAC consiste en transformarse en interlocutor permanente de ese más del 48% que parece desear un cambio fundamental para el “estar en política y hacerla”. Están amas de casa, estudiantes, sindicalistas, jóvenes, ecologistas, campesinos, trabajadores de servicios, indígenas, pobres de la ciudad y del campo, ciudadanos. Sus Comités Patrióticos se extendieron por todo el país. Si la vía es parlamentaria se debería escucharlos. Y esos diversos sectores deberían a su vez, escuchar al PAC. No para obedecerlo, sino para asumirse escuchando y participando, no solo demandando. PAC y sectores sociales deberían crecer en propuesta y organización a partir de sus reconocimientos y diálogos. Ambos frentes tienen razones para estar, hasta el momento, agradecidos unos de otros. Y el PAC tendría un salvoconducto social para evitar ser tragado por la corrupción y la venalidad contra las que nació. Y también para guarecerse de un aplastamiento eventual.
En lo inmediato, el trabajo condensado por los Comités Patrióticos y su votación del 48.4% y por su representación parlamentaria (PAC, Frente Amplio, Accesibilidad sin Exclusión) debe concentrarse en la aprobación de una Agenda Social básica y vigorosa que potencie a la población y en especial a los trabajadores frente a las “oportunidades” y privilegios que dará al capital y a los empresarios el TLC. Al mismo tiempo se debe luchar por legislación que torne transparentes y responsables las acciones de gobierno, evite la impunidad de los funcionarios y endurezca las sanciones legales y políticas por los delitos cometidos desde la función pública. La ciudadanía de a pie debe tomar el control de la designación de magistrados (Sala Constitucional, TSE, Corte Suprema) y, también, ser parte activa decisiva en la evaluación de su desempeño. En la actualidad, éstos y otros circuitos donde debería imperar la ley no resultan confiables.
Para los logros de una Agenda Social (que obviamente los hermanos Arias no querrán implementar) el bloque social y ciudadano emergente debería contar con muchos de los que votaron Sí en la reciente elección. Franklin Chang, cosmonauta, empresario, uno de los símbolos de su propaganda, declaró: “El TLC no tiene conciencia social”. Se trata de un hombre honesto y no podría negar su colaboración en la propuesta.
Y es que el bloque emergente, el que puede buscar tornar real desarrollo social, crecimiento económico amable con
Ahora, si el bloque emergente es cooptado o aplastado, por empresarios, corporaciones, tecnócratas, curas bandidos y medios masivos rufianescos, pues que sea la ruta que la gente sencilla y vulnerable quiera y pueda. Y que se sepa desde ya que sufrirán todos y durante mucho tiempo. Incluso los que en algún momento se sientan arrogante y brutalmente seguros de la victoria.
En Ojo Censurado, N° 11, octubre 2007
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