Un conflicto regional que se encamina al acuerdo

Uruguay en Fray Bentos: un punto de oro

06/09/2007
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Los hechos de la última semana son importantes para una valoración geopolítica del conflicto entre Argentina y Uruguay producido por la acción intransigente del grupo piquetero de Gualeguaychú, comenzándose a visualizar por primera vez – más allá de las sorprendentes reuniones con temática secreta entre representantes de los dos gobiernos – una salida al conflicto.

La madura actitud de la población de Fray Bentos, que embanderó la ciudad, para recibir la marcha ambientalista argentina, sin que ocurriera durante el pasado domingo el más mínimo incidente, es un punto de inflexión que se vincula directamente con el adecuado dispositivo policial, un control férreo pero atinado, con agentes policiales respetuosos que no se extralimitaron ni actuaron con prepotencias indebida en ningún caso, dentro de un marco de respeto por quienes manifestaban que – es bueno reconocerlo también – por disuasión o convicción, mantuvieron una conducta correcta.

La protesta en Fray Bentos fue una acción civilizada, positiva para Uruguay – como dijo el canciller Gargano - que mostró que en su territorio se cumple con el mandado constitucional y solo se adoptan medidas preventivas que, como todos vimos, no van más allá de las que se aplican para el ingreso en un encuentro de fútbol.

El obtenido por Uruguay fue un punto de oro, de esos que hacen avanzar en la tabla y mostrar ante el mundo lo que es vivir en democracia y respetar sus reglas que es el único camino idóneo en todas las ocasiones, pero mucho más en esta, en donde durante una semana el país vivió ante una predicada lógica del enfrentamiento, que desde algunos medios se quiso imponer, por inconciencia o espectacularidad que, finalmente, quedó asordinada como sonidos emitidos a destiempo y fuera de lugar.

Inclusive diríamos que Uruguay pudo superar algunas flaquezas autoritarias, como la practicada por la Secretaría de Prensa de la Presidencia de la República, una semana antes, cuando alegando cuestiones formales le impidió el ingreso al nuevo puerto de Nueva Palmira a los periodistas de los diarios La Nación, Clarín y de canales de la TV argentina, en una acción descomedida, sin justificación alguna.

Esa lógica del enfrentamiento con la prensa – que en ocasiones aparece también en nuestro país – es globalmente negativa, pero en el caso puntual de lo ocurrido en Nueva Palmira, mostró que se eligió un camino inadecuado, absurdo, que nada tuvo que ver con lo ocurrido unos días después en Fray Bentos, con la llegada de los ambientalistas – piqueteros, a los que la población de la ciudad más afectada por el corte de rutas, les dio una lección de democracia dentro de un marco de absoluta seguridad.

Por otra parte, parecería, que los porfiados hechos han comenzado a reducir las distancias que parecían insalvables en este penoso conflicto en donde – debemos admitirlo – durante un largo período cada intervención del presidente argentino, Néstor Kirchner, determinaba (como ocurrió en otro nivel con el gobernador Jorge Busti, que sigue en las mismas) una profundización mayor del entuerto basado en argumentaciones peregrinas, catastróficas, destinadas a poner piedras en el camino de la mayor planta de producción industrial existente en Uruguay.

Claro, para Kirchner, ahora existen razones políticas. En octubre son las elecciones presidenciales y el conflicto regional con Uruguay le ha provocado a su gobierno la crítica de los sectores más esclarecidos de la sociedad argentina que no ven con buenos ojos el conflicto entre Argentina y Uruguay (países que son “hermanos gemelos”, según afirmaciones del ex canciller argentino Dante Caputto, hoy alto funcionario de la OEA, tomando un concepto de Julio María Sanguinetti), y el malestar creciente de muchos empresarios que tienen intereses importantes en nuestros país, inversiones en marcha y que no admiten que el gobierno apoye la irracionalidad piquetera.

Pero hay otro tema de fondo y de importancia que subraya el periodista Joaquín Morales Sola, en una de sus últimas columnas del diario La Nación. Es el reclamo de Cristina Kirchner, la posible próxima mandataria argentina, de que el camino internacional quede desbrozado de escollos para no tener que lidiar, desde el pique mismo de su mandato, con problemas políticos ni de ningún otro tipo con los vecinos del MERCOSUR.

Por eso es significativo que en las últimas horas se haya encomendado a la directora de Medio Ambiente de Argentina, la controvertida Romina Picolotti, comenzar a transitar los caminos apropiados para que técnicos argentinos se integren a un mecanismo de control ambiental, que es la primigenia propuesta de Uruguay, diseñando un plan de vigilancia ambiental.

Para ello, obviamente, Picolotti tendrá que “negociar” con los ambientalistas argentinos, torcer su brazo y hacer desistir al gobernador, Jorge Busti, de continuar con su campaña antiuruguaya. El último eslabón de la misma es la campaña sanitaria iniciada en Gualeguaychú, en que se estudiarán a niños, para medir posibles futuros niveles de contaminación que produciría la planta “Orión” de Botnia. Con estas acciones, en una ciudad que está a cuarenta kilómetros de la planta, una de las más modernas del mundo, se sigue abonando el “mal clima” en el conflicto regional, creando un temor irracional entre la ciudadanía de la provincia de Entre Ríos.

Y no debemos olvidar otra cosa que es la ruptura del bloqueo, con la decisión de un juez federal que impulsó a la Gendarmería argentina a impedir el corte de rutas en la zona de Concordia, lo que quebró el bloqueo total que hasta hace un tiempo era la norma. Y, obviamente, esa acción de la Gendarmería tiene un cable directo con la Casa Rosada, porque no creemos que se haya tomado una acción de esa magnitud sin una guiñada desde ese nivel de decisión.

Pero esas no son las únicas cosas que han ocurrido. Siguen las reuniones “semi secretas” entre los dos gobiernos que, al parecer son iniciativa del gobierno argentino que pretendería darle un contenido más bilateral al conflicto, saliendo un poco de la influencia del facilitador de la Corona española y de las posibles decisiones del Tribunal Internacional de La Haya.

Sin embargo un punto inconducente es, obviamente, el sigilo informativo con el cual se manejan los gobiernos en torno a los caminos emprendidos por sus negociadores para arribar a un acuerdo que, obviamente, son más férreos en el Uruguay. De ello son demostrativos los trascendidos hechos públicos por el periodista Morales Sola que, obviamente, tiene fuentes jerarquizadas en el gobierno argentino que no dejan a la gente en la mayor de las ignorancias.

Por aquí nada sabemos, ni siquiera quienes acompañaron al secretario de la Presidencia, doctor Gonzalo Fernández, en la reunión que se realizara en la estancia presidencial de Anchorena. ¿Por qué tanto sigilo?

¿Se teme una reacción piquetera o hay temas que serán difíciles de “digerir” por alguna de las partes?

La verdad que más allá de una conversación telefónica entre el presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez, con el líder blanco, Jorge Larrañaga, en que se informó de algún detalle, como el deseo argentino de bilateralizar el conflicto, nada se sabe.

Pero, más allá de todo el fárrago acontecimientos, es importante resaltar una definición del presidente de la República, que en el último Consejo de Ministros, le encomendó al ministro de Economía, Danilo Astori, buscar inmediatas soluciones para las víctimas de los cortes de rutas, o sea las familias que se han quedado sin trabajo por obra y gracia de la acción piquetera.

Un tema que se ha alargado en el tiempo, que debía haberse solucionado en tiempo y forma. Sin embargo, parecería, que la pasividad burocrática solo se quiebra en este país cuando interviene, como en este caso, el propio Presidente.

- Carlos Santiago es periodista.
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