Una verdad repetida, dicha por los propietarios de los medios de comunicación de Venezuela, es que ellos se vieron "forzados" a asumir la oposición en vista de la orfandad en que se encontraba ese sector, que fue abandonando todas las trincheras. Y, desde luego, el que lucha arriesga y ese riesgo los ubica en la alternativa de ganar o perder. Los medios "ganaron" o "perdieron", eso no lo sabemos ni es lo que nos interesa analizar, sino el hecho de cómo esa no fue la primera vez en América que sucede algo similar a lo que está pasando en Ecuador.

¿Por qué en Venezuela sucedió lo que es de dominio público en esa confrontación medios-Gobierno?

En estos últimos días el Presidente Correa ha recordado algo que muchísimos sabemos, pero lo olvidamos o lo ignoramos y es que los propietarios de los medios de comunicación son "actores políticos" aquí y en todas partes y cuyo perfil público se hace más o menos evidente a la sociedad, en concordancia conque el régimen de turno o la oposición sean o no garantía de los privilegios de que ellos gozan.

En el Ecuador parte de esos privilegios se demuestran porque no hay ley que prohíba a los dueños de bancos, dueños de monopolios, representante de transnacionales, ser también dueños de importantísimos medios de comunicación desde donde se defienden sus intereses en contra de los intereses nacionales, como acaba de suceder con un proyecto de ley enviado por el ejecutivo al Congreso para controlar las desmesuradas tasas de interés bancario a los créditos que otorgan, aduciendo los banqueros millonarios que se trata de un atentado contra la libre empresa.

Cosas parecidas le ocurrió también al Presidente Salvador Allende cuando en Chile intentó cambiar su país por la vía democrática: los propietarios de los medios de comunicación asumieron su identidad de opositores y contribuyeron grandemente a consumar el surgimiento, bajo la batuta de la CIA, de ese asesino y ladrón, Pinochet, que recogió toda la oposición en su persona, como sucedió en muchas oportunidades en América y casi acontece hace poco en Venezuela, cuando el frustrado golpe de estado.

Hago repetido hincapié hablando de los "dueños de medios de comunicación" y no de sus periodistas, puesto que estos últimos son obedientes y no deliberantes, aunque mantengan, en algunos casos, sus propias personalidades, siempre que nunca atenten contra los intereses de los dueños del billete. O se van.

La oposición en el Ecuador está atomizada, pulverizada en pequeños grupúsculos, que no alcanzan a hilvanar un discurso, ni cuentan con liderazgo único, hasta ahora. Tienen entre ellos hilos comunicantes pero no logran aglutinarse, porque se conocen y, como dice el pueblo, “entre bomberos no se pisan las mangueras”.

En esa anorexia intelectual, han optado por importar unos cuantos mercenarios internacionales, caracterizados por su militancia en el anti socialismo (de cualquier siglo), como el frustrado y amargado Mario Vargas Llosa, el gusano Carlos Alberto Montaner y otros de menor ranking, para ver si los aglutinan.

Y están tratando que algunitos de esos periodistas como Carlos Vera, Jorge Ortiz, Alfonso Espinoza de los Monteros, Santiago Roldós u otros de ese nivel, traspasen el umbral de la aparente imparcialidad para lanzarse a la convocatoria política descarada, como hicieron en Venezuela.