Elecciones en Venezuela:
Otro episodio inédito del proceso bolivariano
30/08/2006
- Opinión
Caracas
El primero de agosto se dio la partida de la campaña electoral en Venezuela cuya meta final serán las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de este año. El 26 de agosto se cerró la primera etapa, para las postulaciones de candidatos que arrojó la cifra récord de 23 inscritos. Adicionalmente concurren, en el balance preliminar, 88 organizaciones con fines políticos postulantes admitidas.
Con esta elección habrá finalizado un período poco común, en el cual ha coincidido la renovación de los gobiernos en Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile. Este proceso ha estado permeado por el debate sobre la lucha y la resistencia al modelo de globalización económica neoliberal, donde destacan aquellos gobiernos que lograron oponerse al ALCA en el lado este, y otro grupo de gobiernos que favorecieron la firma de los “mini-ALCAs” o Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
Lo inédito del proceso
En Venezuela, lo inédito del proceso es que por primera vez en la historia se experimenta la propuesta de una reelección inmediata y continua.
En la constitución anterior estaba permitida la figura de la reelección con diez años de diferencia entre un período y otro. Fue así cómo fueron castradas al menos un par de generaciones de dirigentes políticos en los dos principales partidos Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (socialcristiano), ya que dos figuras: Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera pudieron alcanzar la presidencia en dos oportunidades cada uno en 30 años.
Con la aprobación en 1999 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, no sólo se incorporó la figura de la reelección inmediata por un período, sino que se extendió el lapso presidencial de 5 a 6 años.
Con esta elección de diciembre, culminará un período exigente en el que se han producido hasta doce elecciones en ocho años: 1) las elecciones de 1998 donde ganó el presidente Chávez; 2) el referéndum consultivo para aprobar la convocatoria a la Asamblea Constituyente (1999); 3) las elecciones de los miembros a la Asamblea Nacional Constituyente (1999); 4) el referéndum aprobatorio de la nueva constitución (1999); 5) la relegitimación de los poderes: presidente y diputados a la Asamblea Nacional (2000); 6) elecciones de gobernadores y alcaldes (2000); 7) elecciones de concejales y juntas parroquiales (2000); 8) referéndum sobre la democracia sindical (2000); 9) referéndum revocatorio presidencial (2004); 10) Elecciones de Gobernadores y Alcaldes (2004); 11) Elecciones de concejales y juntas parroquiales (2004); 12) Elecciones de diputados a la Asamblea Nacional (2005).
Un nuevo escenario para la polarización
En diciembre de 2006, tendremos una nueva ocasión para el debate polarizado entre dos visiones de país y del mundo. Así como en 1998 la confrontación estaba planteada entre el viejo y agotado liderazgo partidista del pacto de punto fijo y el liderazgo encarnado en Hugo Chávez con el apoyo de la izquierda, los movimientos sociales y un grueso sector de militares disidentes. Al igual que la confrontación se reeditó en el año 2000, pero en aquella ocasión entre dos ex-compañeros y líderes del 4F (intento de golpe en 1992), cada uno en la acera de enfrente. En esta oportunidad, se reedita el proceso de confrontación entre liderazgos diametralmente opuestos que incluso pasan por no reconocerse como adversarios directos.
En el caso del Presidente-candidato, éste ha señalado que el adversario es el gobierno norteamericano y sus políticas imperialistas. Mientras que el candidato, hasta ahora casi unitario de la oposición, no se atreve a atacar directamente al Presidente, sino que cuestiona algunos aspectos de su política e incluso ofrece mantener ciertos programas y profundizar otros que el propio gobierno quiere enfrentar.
El Presidente-candidato
Al inscribir su candidatura, el Presidente Chávez manifestó que la inscripción de la misma “representa el futuro, el socialismo, la dignidad nacional y la independencia de Venezuela”. En este sentido apeló a que “Los que quieran patria, que vengan conmigo para que sigamos haciendo patria”. A partir de este sábado, “el huracán bolivariano se convertirá en un millón de huracanes por todos los rincones del país, llevando adelante el proyecto bolivariano y defendiendo la revolución”, sentenció. Pidió a sus partidarios dedicarse a tiempo completo, y desplegarse por todo el país, para que el 3 de diciembre se ratifique, una vez más, ante Venezuela y el mundo, que “esta revolución llegó para no irse nunca jamás”.
Recordó que hizo muchas promesas cuando fue abanderado presidencial en 1998, las cuales ha cumplido a lo largo de su gestión. Entre ellas mencionó la convocatoria a una Asamblea Constituyente, detener la privatización de la educación y la salud, así como de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y de otras empresas del Estado venezolano. Destacó la recuperación de la independencia energética y el haber revertido la “degeneración aquella” de que la riqueza petrolera iba dirigida a una cúpula y beneficiaba, además, al imperialismo hegemónico, mientras el pueblo se hundía en la miseria y la pobreza.
El Presidente-candidato hizo ver que nadie puede negar los avances extraordinarios del proyecto político que impulsa, como es crear una sociedad bolivariana democrática y revolucionaria, aunque todavía tiene muchas cosas pendientes por hacer. Comparó el modelo democrático que han venido construyendo, el cual se fundamenta en el poder, en la conciencia y en la organización popular, con el viejo sistema de la cuarta República. Puso como ejemplo el desarrollo económico sostenido actual, que contrasta con el modelo arcaico que nos mantenía en el sótano hace ocho años.
Para el Presidente Chávez está claro cuáles son los principales puntos débiles de su gestión: la corrupción, el burocratismo y la inseguridad. Prometió una campaña austera y directa, donde su gestión será el principal elemento a destacar. En el discurso de la inscripción de su candidatura, exhortó a la oposición a que no se retirara de nuevo de las elecciones, y reiteró que de producirse este escenario convocaría un referéndum para aprobar la reelección indefinida. Es obvio que cuenta con una ventaja, ya que su aceptación y posible intención de voto ronda el 56%, algo inaudito para la popularidad de un Presidente en ejercicio en América Latina, con la excepción de Uribe en Colombia.
El candidato unitario
No ha sido sencillo para la oposición avanzar hacia una candidatura única. El lastre de tantas derrotas y estrategias fallidas; la dilapidación de su capital político a partir del referéndum revocatorio de 2004 han hecho mella en las esperanzas del sector de la población que se opone al proceso y el liderazgo bolivariano. Esta posición alcanzó su punto máximo de despiste político cuando se retiró de las elecciones parlamentarias en diciembre pasado, para fortalecer una propuesta abstencionista que cuestionaba todo el sistema electoral.
Sin embargo, en vista del nuevo fracaso de esta propuesta política, el debate se retomó de nuevo durante este año con miras a las elecciones presidenciales. En este sentido, vale la pena destacar el sentido de la oportunidad que tuvieron políticos veteranos y nuevos líderes para jugarse la reconquista de un espacio opositor. Es así como Teodoro Petkoff (ex MAS), Julio Borges (Primero Justicia) y Manuel Rosales (Un Nuevo Tiempo, ex AD) que habían lanzado o insinuado sus candidaturas hicieron un pacto para promover una candidatura única. Por otra parte, la organización no gubernamental SUMATE, que ha recibido fondos de Estados Unidos para “promover los derechos políticos” en Venezuela, se lanzó de nuevo a la escena política mediática y virtual, para encabezar un movimiento por las primarias en el cual ya estaban anotados una docena de candidatos. Este movimiento fue abortado por la decisión del trío anterior de seleccionar a Manuel Rosales como candidato de la unidad, ante lo cual declinaron otros tantos candidatos que no tenían mayores posibilidades según las encuestas.
Pero este proceso de definiciones está haciendo estragos en el campo de la oposición, ya que varios partidos incluyendo a Primero Justicia y Acción Democrática que aún conservan espacios de poder se han partido en dos: los abstencionistas que exigen condiciones electorales diferentes y los que favorecen la participación electoral dado que ahora se cuenta con la candidatura única.
A todas estas, no está claro si la oposición, al igual que el año pasado, se retirará de la contienda cuando falte poco, argumentando la falta de condiciones para elecciones transparentes y confiables. Sin embargo, los principales líderes opositores admiten que lo fundamental es reconstruir el espacio político y buscar una mayoría, ya que sin votos no se podrá derrotar a Chávez.
Lo que sí está claro es que contar con una candidatura casi única ha estimulado a un número importante de opositores a participar como se demostró en la marcha para inscribir la candidatura de Manuel Rosales, donde destaca también el fundamental apoyo de los medios de comunicación y los sectores empresariales del país. Y decimos casi única, porque también está en la calle la candidatura de Benjamín Rausseo, alias “El Conde del Guácharo” un cómico venezolano famoso en todo el país y en el exterior. Esta candidatura, aunque no se termina de tomar en serio y tampoco se sabe quién la soporta política y financieramente, ha desatado también un interés y cobertura mediática sin precedentes. Y es que de algún modo, responde a lo que las encuestadoras venían señalando como un perfil para un contendor del Presidente Chávez: “que venga de abajo” o que haya nacido y se haya criado en los sectores populares, étnicamente “zambo” o mezcla de razas, con carisma y ascendencia en las masas, y al mismo tiempo, que exhiba éxitos y capacidad gerencial, entre otros aspectos.
Está previsto que “El Conde” abdique a favor de Rosales, y de un arranque del 22% de intención de voto, se estima que pueda recuperar el máximo de 40% que se logró en el referéndum revocatorio de 2004, lo cual sería un gran éxito.
Las condiciones electorales o las condiciones para elegir
Con relación al argumento fundamental de la oposición, que aún los divide entre abstencionistas y quienes quieren participar, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido claro al explicar que se ha reunido con todos los factores políticos de todas las tendencias y colores (48 en total); se han reunido con todos los/as precandidatos/as y recibieron más de 55 propuestas que se agruparon en 10 temas: Registro Electoral Permanente (REP); Automatización; Observación internacional; Formativa del proceso; Legalización de organizaciones sin el 1%; Plan República que custodia el proceso en centros de votación, entre otros. El CNE argumenta que sobre todos estos aspectos se ha avanzado y ya se hizo una Auditoría del REP, no se puede modificar la automatización ya que está establecido la Ley y está prevista una auditoría electoral del 55% de las máquinas electorales posterior a los comicios. Además, que estas elecciones al igual que en las anteriores, también será una de las más observadas a nivel internacional. Sin embargo, la confiabilidad del CNE no supera el 55% de la opinión consultada recientemente.
El enemigo común: La abstención
El principal enemigo que enfrentarán las dos principales opciones electorales es la abstención. Este fenómeno relativamente reciente en Venezuela se viene acumulando históricamente desde la ruptura del bipartidismo a finales del siglo pasado, llegando a su máxima expresión en 2005 con las elecciones parlamentarias, cuando alcanzó casi el 70%.
El Presidente Chávez y sus partidarios ya han relativizado su meta inicial de lograr 10 millones de votos en diciembre. Ahora se está ponderando unos 8 millones. Lo cierto es que la referencia inmediata está en la votación alcanzada en el referéndum revocatorio: una proporción de 60/40. Pero aún se recuerda la experiencia de diciembre de 2005, cuando debido al exceso de confianza y al cansancio, además de la importancia relativa de los comicios en un país presidencialista, ocasionó una abstención preocupante de los partidarios de la revolución bolivariana.
En el caso de los opositores, el asunto es más cuesta arriba, porque supone recuperar un espacio perdido durante los dos últimos años desde el referéndum revocatorio cuando alcanzaron el punto máximo del 40% del electorado. Una nueva apuesta a enfrentar al Presidente Chávez por la vía democrática puede contribuir en este sentido.
Es de esperarse que a medida que avance la campaña, se confirmen las tendencias de la cita histórica que está por ocurrir dentro de apenas tres meses, cuando el pueblo venezolano decidirá entre consolidar el proceso bolivariano o intentar frenarlo para cambiar el liderazgo. Lo que no parece irreversible es el firme deseo de la mayoría de los venezolanos de no retroceder en las conquistas logradas con la instauración de la democracia participativa y protagónica a partir de 1999. Aún con la reelección del Presidente Chávez, que es lo más probable, queda mucha materia pendiente en términos de profundizar la participación y el protagonismo de la ciudadanía y la sociedad organizada en la gestión pública, avanzando hacia la puesta en marcha de la Constitución Bolivariana.
Julio Fermín es miembro de la organización Equipo de Formación, Información y Publicaciones, EFIP, de Caracas.
El primero de agosto se dio la partida de la campaña electoral en Venezuela cuya meta final serán las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de este año. El 26 de agosto se cerró la primera etapa, para las postulaciones de candidatos que arrojó la cifra récord de 23 inscritos. Adicionalmente concurren, en el balance preliminar, 88 organizaciones con fines políticos postulantes admitidas.
Con esta elección habrá finalizado un período poco común, en el cual ha coincidido la renovación de los gobiernos en Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile. Este proceso ha estado permeado por el debate sobre la lucha y la resistencia al modelo de globalización económica neoliberal, donde destacan aquellos gobiernos que lograron oponerse al ALCA en el lado este, y otro grupo de gobiernos que favorecieron la firma de los “mini-ALCAs” o Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
Lo inédito del proceso
En Venezuela, lo inédito del proceso es que por primera vez en la historia se experimenta la propuesta de una reelección inmediata y continua.
En la constitución anterior estaba permitida la figura de la reelección con diez años de diferencia entre un período y otro. Fue así cómo fueron castradas al menos un par de generaciones de dirigentes políticos en los dos principales partidos Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (socialcristiano), ya que dos figuras: Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera pudieron alcanzar la presidencia en dos oportunidades cada uno en 30 años.
Con la aprobación en 1999 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, no sólo se incorporó la figura de la reelección inmediata por un período, sino que se extendió el lapso presidencial de 5 a 6 años.
Con esta elección de diciembre, culminará un período exigente en el que se han producido hasta doce elecciones en ocho años: 1) las elecciones de 1998 donde ganó el presidente Chávez; 2) el referéndum consultivo para aprobar la convocatoria a la Asamblea Constituyente (1999); 3) las elecciones de los miembros a la Asamblea Nacional Constituyente (1999); 4) el referéndum aprobatorio de la nueva constitución (1999); 5) la relegitimación de los poderes: presidente y diputados a la Asamblea Nacional (2000); 6) elecciones de gobernadores y alcaldes (2000); 7) elecciones de concejales y juntas parroquiales (2000); 8) referéndum sobre la democracia sindical (2000); 9) referéndum revocatorio presidencial (2004); 10) Elecciones de Gobernadores y Alcaldes (2004); 11) Elecciones de concejales y juntas parroquiales (2004); 12) Elecciones de diputados a la Asamblea Nacional (2005).
Un nuevo escenario para la polarización
En diciembre de 2006, tendremos una nueva ocasión para el debate polarizado entre dos visiones de país y del mundo. Así como en 1998 la confrontación estaba planteada entre el viejo y agotado liderazgo partidista del pacto de punto fijo y el liderazgo encarnado en Hugo Chávez con el apoyo de la izquierda, los movimientos sociales y un grueso sector de militares disidentes. Al igual que la confrontación se reeditó en el año 2000, pero en aquella ocasión entre dos ex-compañeros y líderes del 4F (intento de golpe en 1992), cada uno en la acera de enfrente. En esta oportunidad, se reedita el proceso de confrontación entre liderazgos diametralmente opuestos que incluso pasan por no reconocerse como adversarios directos.
En el caso del Presidente-candidato, éste ha señalado que el adversario es el gobierno norteamericano y sus políticas imperialistas. Mientras que el candidato, hasta ahora casi unitario de la oposición, no se atreve a atacar directamente al Presidente, sino que cuestiona algunos aspectos de su política e incluso ofrece mantener ciertos programas y profundizar otros que el propio gobierno quiere enfrentar.
El Presidente-candidato
Al inscribir su candidatura, el Presidente Chávez manifestó que la inscripción de la misma “representa el futuro, el socialismo, la dignidad nacional y la independencia de Venezuela”. En este sentido apeló a que “Los que quieran patria, que vengan conmigo para que sigamos haciendo patria”. A partir de este sábado, “el huracán bolivariano se convertirá en un millón de huracanes por todos los rincones del país, llevando adelante el proyecto bolivariano y defendiendo la revolución”, sentenció. Pidió a sus partidarios dedicarse a tiempo completo, y desplegarse por todo el país, para que el 3 de diciembre se ratifique, una vez más, ante Venezuela y el mundo, que “esta revolución llegó para no irse nunca jamás”.
Recordó que hizo muchas promesas cuando fue abanderado presidencial en 1998, las cuales ha cumplido a lo largo de su gestión. Entre ellas mencionó la convocatoria a una Asamblea Constituyente, detener la privatización de la educación y la salud, así como de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y de otras empresas del Estado venezolano. Destacó la recuperación de la independencia energética y el haber revertido la “degeneración aquella” de que la riqueza petrolera iba dirigida a una cúpula y beneficiaba, además, al imperialismo hegemónico, mientras el pueblo se hundía en la miseria y la pobreza.
El Presidente-candidato hizo ver que nadie puede negar los avances extraordinarios del proyecto político que impulsa, como es crear una sociedad bolivariana democrática y revolucionaria, aunque todavía tiene muchas cosas pendientes por hacer. Comparó el modelo democrático que han venido construyendo, el cual se fundamenta en el poder, en la conciencia y en la organización popular, con el viejo sistema de la cuarta República. Puso como ejemplo el desarrollo económico sostenido actual, que contrasta con el modelo arcaico que nos mantenía en el sótano hace ocho años.
Para el Presidente Chávez está claro cuáles son los principales puntos débiles de su gestión: la corrupción, el burocratismo y la inseguridad. Prometió una campaña austera y directa, donde su gestión será el principal elemento a destacar. En el discurso de la inscripción de su candidatura, exhortó a la oposición a que no se retirara de nuevo de las elecciones, y reiteró que de producirse este escenario convocaría un referéndum para aprobar la reelección indefinida. Es obvio que cuenta con una ventaja, ya que su aceptación y posible intención de voto ronda el 56%, algo inaudito para la popularidad de un Presidente en ejercicio en América Latina, con la excepción de Uribe en Colombia.
El candidato unitario
No ha sido sencillo para la oposición avanzar hacia una candidatura única. El lastre de tantas derrotas y estrategias fallidas; la dilapidación de su capital político a partir del referéndum revocatorio de 2004 han hecho mella en las esperanzas del sector de la población que se opone al proceso y el liderazgo bolivariano. Esta posición alcanzó su punto máximo de despiste político cuando se retiró de las elecciones parlamentarias en diciembre pasado, para fortalecer una propuesta abstencionista que cuestionaba todo el sistema electoral.
Sin embargo, en vista del nuevo fracaso de esta propuesta política, el debate se retomó de nuevo durante este año con miras a las elecciones presidenciales. En este sentido, vale la pena destacar el sentido de la oportunidad que tuvieron políticos veteranos y nuevos líderes para jugarse la reconquista de un espacio opositor. Es así como Teodoro Petkoff (ex MAS), Julio Borges (Primero Justicia) y Manuel Rosales (Un Nuevo Tiempo, ex AD) que habían lanzado o insinuado sus candidaturas hicieron un pacto para promover una candidatura única. Por otra parte, la organización no gubernamental SUMATE, que ha recibido fondos de Estados Unidos para “promover los derechos políticos” en Venezuela, se lanzó de nuevo a la escena política mediática y virtual, para encabezar un movimiento por las primarias en el cual ya estaban anotados una docena de candidatos. Este movimiento fue abortado por la decisión del trío anterior de seleccionar a Manuel Rosales como candidato de la unidad, ante lo cual declinaron otros tantos candidatos que no tenían mayores posibilidades según las encuestas.
Pero este proceso de definiciones está haciendo estragos en el campo de la oposición, ya que varios partidos incluyendo a Primero Justicia y Acción Democrática que aún conservan espacios de poder se han partido en dos: los abstencionistas que exigen condiciones electorales diferentes y los que favorecen la participación electoral dado que ahora se cuenta con la candidatura única.
A todas estas, no está claro si la oposición, al igual que el año pasado, se retirará de la contienda cuando falte poco, argumentando la falta de condiciones para elecciones transparentes y confiables. Sin embargo, los principales líderes opositores admiten que lo fundamental es reconstruir el espacio político y buscar una mayoría, ya que sin votos no se podrá derrotar a Chávez.
Lo que sí está claro es que contar con una candidatura casi única ha estimulado a un número importante de opositores a participar como se demostró en la marcha para inscribir la candidatura de Manuel Rosales, donde destaca también el fundamental apoyo de los medios de comunicación y los sectores empresariales del país. Y decimos casi única, porque también está en la calle la candidatura de Benjamín Rausseo, alias “El Conde del Guácharo” un cómico venezolano famoso en todo el país y en el exterior. Esta candidatura, aunque no se termina de tomar en serio y tampoco se sabe quién la soporta política y financieramente, ha desatado también un interés y cobertura mediática sin precedentes. Y es que de algún modo, responde a lo que las encuestadoras venían señalando como un perfil para un contendor del Presidente Chávez: “que venga de abajo” o que haya nacido y se haya criado en los sectores populares, étnicamente “zambo” o mezcla de razas, con carisma y ascendencia en las masas, y al mismo tiempo, que exhiba éxitos y capacidad gerencial, entre otros aspectos.
Está previsto que “El Conde” abdique a favor de Rosales, y de un arranque del 22% de intención de voto, se estima que pueda recuperar el máximo de 40% que se logró en el referéndum revocatorio de 2004, lo cual sería un gran éxito.
Las condiciones electorales o las condiciones para elegir
Con relación al argumento fundamental de la oposición, que aún los divide entre abstencionistas y quienes quieren participar, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido claro al explicar que se ha reunido con todos los factores políticos de todas las tendencias y colores (48 en total); se han reunido con todos los/as precandidatos/as y recibieron más de 55 propuestas que se agruparon en 10 temas: Registro Electoral Permanente (REP); Automatización; Observación internacional; Formativa del proceso; Legalización de organizaciones sin el 1%; Plan República que custodia el proceso en centros de votación, entre otros. El CNE argumenta que sobre todos estos aspectos se ha avanzado y ya se hizo una Auditoría del REP, no se puede modificar la automatización ya que está establecido la Ley y está prevista una auditoría electoral del 55% de las máquinas electorales posterior a los comicios. Además, que estas elecciones al igual que en las anteriores, también será una de las más observadas a nivel internacional. Sin embargo, la confiabilidad del CNE no supera el 55% de la opinión consultada recientemente.
El enemigo común: La abstención
El principal enemigo que enfrentarán las dos principales opciones electorales es la abstención. Este fenómeno relativamente reciente en Venezuela se viene acumulando históricamente desde la ruptura del bipartidismo a finales del siglo pasado, llegando a su máxima expresión en 2005 con las elecciones parlamentarias, cuando alcanzó casi el 70%.
El Presidente Chávez y sus partidarios ya han relativizado su meta inicial de lograr 10 millones de votos en diciembre. Ahora se está ponderando unos 8 millones. Lo cierto es que la referencia inmediata está en la votación alcanzada en el referéndum revocatorio: una proporción de 60/40. Pero aún se recuerda la experiencia de diciembre de 2005, cuando debido al exceso de confianza y al cansancio, además de la importancia relativa de los comicios en un país presidencialista, ocasionó una abstención preocupante de los partidarios de la revolución bolivariana.
En el caso de los opositores, el asunto es más cuesta arriba, porque supone recuperar un espacio perdido durante los dos últimos años desde el referéndum revocatorio cuando alcanzaron el punto máximo del 40% del electorado. Una nueva apuesta a enfrentar al Presidente Chávez por la vía democrática puede contribuir en este sentido.
Es de esperarse que a medida que avance la campaña, se confirmen las tendencias de la cita histórica que está por ocurrir dentro de apenas tres meses, cuando el pueblo venezolano decidirá entre consolidar el proceso bolivariano o intentar frenarlo para cambiar el liderazgo. Lo que no parece irreversible es el firme deseo de la mayoría de los venezolanos de no retroceder en las conquistas logradas con la instauración de la democracia participativa y protagónica a partir de 1999. Aún con la reelección del Presidente Chávez, que es lo más probable, queda mucha materia pendiente en términos de profundizar la participación y el protagonismo de la ciudadanía y la sociedad organizada en la gestión pública, avanzando hacia la puesta en marcha de la Constitución Bolivariana.
Julio Fermín es miembro de la organización Equipo de Formación, Información y Publicaciones, EFIP, de Caracas.
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